Este viernes marca el regreso de Joseba Asiron como alcalde de Pamplona con EH Bildu, una coalición que genera controversias al incorporar a Joxe Abaurrea, una figura con un historial triste y delictivo. Abaurrea, ya concejal en los años noventa, se negó a condenar el asesinato del concejal de UPN, Tomás Caballero, perpetrado por ETA en 1998, contribuyendo al silencio cómplice que rodeó aquel crimen.

Abaurrea, ahora el número tres en la formación abertzale, ha estado envuelto en enfrentamientos con la policía municipal, acumulando condenas por un delito de atentado contra la autoridad y agresión a una mujer. Su historial delictivo contrasta notoriamente con su posición como miembro del nuevo equipo de Gobierno en Pamplona.

En 2019, durante la semana de San Fermín, tras ceder la alcaldía a Navarra Suma, Abaurrea intentó colocar la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento, generando un altercado con agentes y la concejal de Navarra Suma, Carmen Alba. Este incidente culminó en su dimisión dos años después y una condena a seis meses de cárcel, aunque evitó la prisión al carecer de antecedentes penales.

El retorno de Abaurrea al Ayuntamiento de Pamplona plantea interrogantes sobre la idoneidad de su participación en el equipo de Gobierno, especialmente en consideración a sus acciones pasadas, como su negativa a condenar actos terroristas y sus conflictos con la ley. Este escenario genera tensiones en el ámbito político local, donde se expresan preocupaciones sobre la imagen y la integridad del gobierno municipal.