Durante mucho tiempo ha sido el combate más esperado por los aficionados españoles al boxeo, pero Sergio García y Kerman Lejarraga no van a pelear nunca juntos. ‘El Revólver de Morga’ se retira, cuelga los guantes. Ayer mismo hizo pública la noticia, que dejó en estado de ’shock’a todo aquel que guarda algún tipo de relación con el ‘noble arte’. Cogió con el pie cambiado a todo el mundo, incluso a ‘El Niño’, que la semana pasada reconocía en estas mismas páginas que su enfrentamiento con el púgil vizcaíno era algo que se iba a dar antes o después y que, probablemente, sería el próximo año. No será así salvo retorno del boxeador vasco, algo que tampoco hay que descartar nunca.

Lejarraga ha sido un púgil importante para el resurgimiento del boxeo en España, un hombre que llegó a meter en más de una ocasión a doce mil personas en sus veladas. Eso fue fundamental para que, por ejemplo, el castreño Jon Míguez, que la próxima semana peleará por el Campeonato de Europa, pudiera iniciar su trayectoria peleando mucho y en grandes escenarios. A su vez, al compartir ambos promotora, cruzaron guantes en numerosos entrenamientos. Eso ayuda a crecer. Y se nota. Y no fue el único que aprovechó su cercanía con el ‘Revólver de Morga’.

Su duelo con ‘El Niño’ era muy demandado, pero finalmente no se celebrará

También lo hizo Sergio García. Si hay algo que ha echado de menos ‘El Niño’ a lo largo de su carrera son sparrings de calidad que le permitieran crecer. Es algo de lo que disfruta ahora en Londres. De hecho, ahí radica la principal diferencia respecto a lo que pudo hacer en el Kronk durante tantos años. Por eso aprovechó la cercanía geográfica con un boxeador de su edad, más o menos de su peso y también de calidad para perfeccionar sus preparaciones. Ambos han llevado carreras paralelas, haciéndose con el Campeonato de España, el Campeonato de Europa y probando fortuna en Estados Unidos.

«Kerman y yo nos hemos pegado muchas veces juntos», recordaba ‘El Niño’ la semana pasada. Lo malo es que es un espectáculo que han disfrutado muy pocos porque esas peleas formaban parte de entrenamientos privados. Fue a partir de ese constante contacto como forjaron una importante amistad el boxeador torrelaveguense y el vasco. A menudo le han cuestionado sobre la posibilidad de un enfrentamiento público entre ambos, lo que sería una auténtica rareza en el boxeo español porque apenas hay enfrentamientos entre los mejores boxeadores del país. Siempre hay más miedo a ensuciar el récord que a brindar espectáculo y cruces apetecibles para el espectador. Que no haya televisiones que apuesten en serio por el noble arte no ayuda.

Por eso percibir que ambos púgiles estaban de acuerdo en protagonizar esa pelea ilusionaba. Se había generado tanta expectación que ellos mismos llegaron a la conclusión de que lo iban a rentabilizar bien. Y ellos están ya a unas alturas de carrera donde es lo fundamental. Sin embargo, todo se vino abajo ayer, cuando Kerman Lejarraga hizo público su sorprendente anuncio.

El boxeador vizcaíno, que perdió en su día el trono continental del welter al caer dos veces de manera contundente contra David Avanesyan, había logrado rehacer su carrera y, de primeras, fue quien sustituyó en el trono del superwelter al propio Sergio García al ganar al francés Dylan Charrat, que es ante quien debía haber defendido el título el cántabro de no haberlo dejado vacante para irse a Estados Unidos a disputar una eliminatoria mundialista. Su último combate fue el año pasado contra James Metcalf. Perdió pero fue una derrota tan digna que la decisión de los jueces fue muy discutida.

El siguiente paso de Kerman Lejarraga fue a lo grande. Se ha hecho promotor y ha organizado para el día 29 en el Wizink Center una gran velada como las que hace mucho que no se organizaban en Madrid. El combate estelar iba a ser el suyo pero la semana comenzó de la peor manera posible en ese sentido. Su rival, Przemyslaw Runowski (20-2), anunció que no iba a poder acudir a la cita. Esa fue la gota que colmó el vaso del vizcaíno.

Explicó Lejarraga ayer que fue por culpa de un desencuentro entre el boxeador y su mánager. Y, a su vez, descubrió que durante el campamento realizado para preparar la pelea, había sufrido «mucho por problemas físicos» que le habían hecho «reflexionar» sobre su futuro. Su entorno incluso le recomendó no pelear pero él quería hacerlo para mantener en pie la totalidad de la velada y poder despedirse sobre el ring del Wizink Center. «Sí, lo he escrito bien: esta iba a ser mi última pelea en la élite, independientemente del resultado», destacó. He ahí el bombazo.

«En mi cabeza siempre ha rondado la idea de dejar este maravilloso deporte el día en que no pudiese ofreceros el 100% sobre el ring. Y, para ser honesto conmigo mismo, pero sobre todo con cada una de las personas que me han seguido y apoyado en lo bueno y en lo malo, tengo que aceptar que que ese día ha llegado», explicó el boxeador vasco en sus redes sociales. Confirmó, a su vez, que a partir de ahora va a dejarse «el alma como promotor», por lo que ha pasado página completamente. No hay duda de que se ha convertido en una figura fundamental de la historia moderna del boxeo español.