La persistencia del conflicto en Rafah, el último bastión de Hamas en Gaza, se hace evidente con la intensificación de los ataques aéreos israelíes, luego de infructuosas negociaciones de cese al fuego.

En un esfuerzo por alcanzar un acuerdo, las partes se reunieron en El Cairo, Egipto, donde las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) propusieron un plazo de seis semanas para el alto el fuego, mientras que Hamas demandaba un período de 12 semanas. La discrepancia en los plazos ha dejado en punto muerto las conversaciones.

La respuesta de Israel ha sido una escalada de ataques aéreos sobre Rafah, mientras despliega tropas y equipo militar en las afueras de la ciudad, en preparación para una posible invasión terrestre. Esta acción ha provocado una masiva migración de palestinos fuera de Rafah, con más de 100,000 desplazados internos estableciendo campamentos improvisados en las cercanías.

La firmeza de Israel en su determinación de ingresar a Rafah ha sido criticada por potencias occidentales, que expresan preocupación por las posibles víctimas civiles. Sin embargo, el primer ministro Benjamín Netanyahu reafirma la voluntad de Israel de erradicar a Hamas, incluso a costa de perder aliados.

El presidente Biden ha emitido una advertencia a Israel, declarando que retendrá el suministro de armas si se lleva a cabo la invasión. Mientras tanto, los ataques aéreos continúan sobre Rafah y otras áreas de Gaza, con un saldo de víctimas en aumento.