​Sumar no  tuvo el resultado que esperaba en las elecciones de julio, aunque tampoco le fue mal, pero Yolanda Díaz está haciendo todo lo posible para que su partido participe activamente en el complicado tablero en el que se juega actualmente el futuro de España. Pero sobre todo está haciendo  lo imposible para hacerse notar, para tener voz propia.

Afirman en su círculo que no participó en el debate de investidura de Feijóo porque no quiso, pero dirigentes socialistas cuentan que Pedro Sánchez se lo impidió. Ya no se sabe a quién creer, pero lo que si es absolutamente cierto es que si Sánchez decía que buscaba votos debajo de las piedras para ser investido, ella busca también debajo de las piedras. No votos para su investidura, sino presencia para ganar puntos de cara a un posible gobierno de coalición.

Lo hace de una manera un poco rara. Se entrevista con Puigdemont en la sede del Parlamento Europeo, y afirma que es iniciativa personal; destacados socialistas aseguran que es impensable que la vicepresidenta organice una reunión con Puigdemont sin informar previamente al presidente de gobierno.

Se entrevista con el Rey y declara después que le trasladó que Sumar todavía no tiene decidido su voto en la investidura del presidente en funciones, que previamente tiene que negociar con Sánchez qué planes tiene, para ver si le da o no su apoyo. Nadie duda que lo hará, pero ha conseguido que se hable de ella, que es de lo que se trata. Lo que ocurre es que los titulares se los llevan los problemas internos de Sumar, hay tensiones serias y, lo más inquietante, Podemos no oculta su profundo malestar porque Yolanda “pasa” olímpicamente del partido al que debe su salto a la política nacional, la hizo ministra y vicepresidenta. Sus adversarios preparan las sillas para seguir los acontecimientos en primera fila, porque Pablo Iglesias e Irene Montero son malos enemigos, y no olvidan las afrentas.

Anuncia ahora que la semana próxima presentará su propuesta de ley de amnistía, que por supuesto será constitucional. La han elaborado una veintena de expertos buscados por Jaume Asens, colaborador destacado de Yolanda. La presenta antes que Sánchez,  enfrascado en sus negociaciones con Puigdemont y buscando un interlocutor que acepte el prófugo independentista. Interlocutor que probablemente sea Zapatero, que no pierde oportunidad de tratar con los personajes más inquietantes delescenario internacional.

Buena parte de los gallegos, que conocen bien la trayectoria de Yolanda, la definen  como traidora sucesiva, de partido en partido para subir escalones en la política. El último al que utilizó para luego apartarlo como a un kleenex en cuanto logró su objetivo fue Xosé Manuel Beiras. Cuando consiguió escaño en el Congreso de la mano de Podemos, esos gallegos que la conocían bien advirtieron que el siguiente en la lista de traicionados sería Pablo Iglesias. No se equivocaron.  Algunos pronostican  que el próximo, más pronto o más tarde, será Pedro Sánchez.  

Atentos.