El comité federal del PSOE que se celebra este sábado debería ser de la máxima importancia, porque la situación política general es confusa, inquietante, por las decisiones que está tomando el presidente de gobierno, que se salta las líneas rojas que hasta ahora se habían marcado todos los gobernantes, incluido él mismo. No solo se las salta sino que descalifica a quienes piden responsabilidad a un presidente  que negocia lo innegociable con quienes no respetan la ley ni la Constitución.

Sería obligado que el comité federal, con un  secretario general que  pretende seguir gobernando a pesar de que no ganó las elecciones, analice la situación con un mínimo de objetividad. Pero  lo más probable es que no se den explicaciones, análisis e información veraz tras semanas  de filtraciones, rumores y noticias desconcertantes que no se confirman ni se desmienten. Con declaraciones de quienes negocian con el gobierno que se contraponen al silencio de quienes negocian desde el gobierno.

También se supone que  tras la intervención de Sánchez se abrirá un turno de preguntas. No es  seguro que ocurra porque en el sanchismo lo que más se valora es el sí señor, el sí bwana: cae fulminado  quien osa cuestionar las  decisiones de la alta dirección.

La atención se centrará en García Page, el único socialista que gobierna su región con mayoría absoluta. El presidente manchego ha sido muy claro en sus dudas y en su rechazo a varias iniciativas que aparentemente ha tomado Sánchez para contentar a sus socios, pero habrá que ver si  habla con  tanta claridad ante un comité federal que le espere con las espadas en alto.

En tiempos pasados, en situaciones complicadas se producían debates en el federal, donde  tenía presencia un sector crítico, Izquierda Socialista, que no se mordía la lengua.  Pero este comité federal tiene trampa:  Sánchez cambió los  estatutos para que el secretario general no pudiera ser expulsado como le había ocurrido a él, eliminó cualquier rastro del PSOE histórico, y solo los socialistas que ocupan cargos electos tienen cabida  en un comité en el que Sánchez es dios, actúa como dios, y castiga a los pecadores como dios.

Se va a proponer a la militancia que se pronuncie sobre la amnistía, pero no cambiará nada: como ha ocurrido con Puigdemont, las consultas, cuando son adversas, se  toman a título de inventario.

Ojalá nos equivoquemos, pero no hay muchas razones para pensar que el  comité federal  de este sábado vaya más allá de ofrecer su apoyo incondicional al líder aunque el líder haga lo contrario de lo que defendía hasta ahora.

Ojalá haya al menos una voz que exprese con sinceridad lo que defiende. Esa voz, para desgracia, solo puede ser la de Page. Para desgracia, porque el PSOE de Sánchez  es profundamente cobarde: nadie se atreve a poner un pero a sus iniciativas aunque sean escandalosas.