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Pilar Cernuda
12:26
24/05/24

Sánchez ha sufrido una humillación

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sube al coche tras asistir a la capilla ardiente del ex secretario general de UGT, Nicolás Redondo, instalada en la sede del sindicato, a 4 de enero de 2023, en Madrid (España). Nicolás Redondo Urbieta fue un sindicalista y político español. Se afilió al PSOE y a UGT en 1945. El 18 de abril de 1976 fue elegido secretario general de la UGT en el 30 Congreso de la central sindical socialista. En 1994 se retiró de toda actividad política y sindical. El sepelio de Nicolás Redondo tendrá lugar el próximo 5 de enero en el Cementerio Civil de La Almudena.
04 ENERO 2023;PRESIDENTE;VELATORIO;SE MARCHA;SE VA;
A. Pérez Meca / Europa Press
(Foto de ARCHIVO)
04/1/2023
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A. Pérez Meca / Europa Press
Sánchez ha sufrido una humillación

Esta semana Pedro Sánchez ha sufrido la humillación de ver derrotada una ley relacionada con la prostitución y el proxenetismo que le dejó muchas vergüenzas al aire: no cuenta con los apoyos necesarios con los que contaba antes de las elecciones catalanas, y en su propio gobierno un partido le planta cara. A los dos días, ante el terror de sufrir un segundo rechazo parlamentario, los sanchistas retiraron prudentemente la Ley del Suelo, porque sus socios, incluido Sumar, decidieron que había que negociar varios aspectos antes de darle luz verde. ¿Recogió velas Sánchez a la espera de mejor momento? No. Culpó al PP de la situación, un PP falto de sentido de Estado. De nuevo identifica el Estado con Su Persona.

En plena polémica, surge el CIS de Tezanos con la “noticia” de que las europeas las ganará el PSOE, dejando atrás a un PP al que los sondeos consideraban claro vencedor… hasta que llegó Tezanos con su título de gran sociólogo del Régimen. Ferraz y Moncloa contarán la historia como les convenga, pero la realidad es tozuda. Sánchez no es Estado, y mucho menos lo es su mujer. No votar a Sánchez y sus sucesivas componendas, no es falta de respeto a los valores de la democracia, sino simplemente estar en desacuerdo con propuestas del gobierno.

En una monarquía parlamentaria, hay que respetar por igual al partido que gobierna y a los de la oposición. Incluso si gobierna el que no ha ganado, como ha aceptado Feijóo. No está claro que Sánchez lo hubiera aceptado en su misma situación, menudo es.

La actitud de los sanchistas ante la dificultad para mantener sus apoyos está provocando que se les nota desde lejos que empiezan a ver las orejas al lobo, y que el lobo puede aparecer de lleno si el 9 de junio no logran un buen resultado europeo. Por eso dedican tanto tiempo a minar al PP. Y luego está esa patraña, esa estrategia, de que PP es igual que Vox, lo que ya no cuela ni entre los más cafeteros. Al contrario, se nota cada vez más que la supervivencia de Sánchez depende del futuro de Vox, así que se afana en dar mucho sitio a Santiago Abascal para tratar de impedir que Feijóo consiga votos de ex simpatizantes de ese partido.

En dos semanas se celebran las elecciones europeas, y son muchos los partidos, y los ciudadanos, que las consideran un plebiscito entre Sánchez y Feijoo. Los dos van a por todas, pero al presidente del gobierno se le notan más los nervios y ha intentado por todos los medios que no se produzca la tragedia de perder dos votaciones en una semana. Así que ordenó la retirada de la segunda a la espera de momento más propicio.

Esa es la realidad, no la historia que cuenta el sanchismo de que el PP boicotea una ley que conviene a los ciudadanos. El boicot es de los suyos, de sus socios.

Sánchez ha sufrido una humillación
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