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Pilar Cernuda
13:53
22/11/21

Casado, la mano tonta de la ley

El líder del PP, Pablo Casado.
El líder del PP, Pablo Casado.
Casado, la mano tonta de la ley

Presume de que fue el “descubridor” de Isabel Ayuso, confiaba plenamente sus aptitudes políticas y en su capacidad de asumir importantes responsabilidades aunque su trayectoria fuera todavía corta cuando la propuso como candidata a la presidencia del gobierno madrileño. Sin embargo no supo medir Casado el alcance de esas aptitudes: el empeño de Ayuso en formar un  equipo sólido,  suplir sus carencias con colaboradores que conocían sobradamente el terreno en el que ella se movía con menos seguridad y, sobre todo, que peleaba como nadie cuando alguien intentaba que no alcanzara su objetivo, como ocurrió cuando tuvo noticia de que el Psoe tramaba ampliar la moción de censura de Murcia con otra  en Madrid.

Al inicio de la legislatura  Casado decidió designar a Cayetana Álvarez de Toledo portavoz del grupo parlamentario en el Congreso. Fue  alertado por algunas de las personas más destacadas del PP, que le dijeron que Alvarez de Toledo  era una de las personas  más brillantes del partido pero que su  carácter era el menos adecuado para asumir ese cargo:  escasa de simpatía y exceso de arrogancia, lo que hacía difícil  provocar entusiasmo en un grupo parlamentario  que  necesitaban apoyo y comprensión de su portavoz más que recriminaciones. Estaba obligada además a  mantener  relaciones fluidas,  exquisitas a ser posible, con los portavoces de otros partidos, porque de ello dependía el buen resultado de las negociaciones que emprendiera.  Álvarez de Toledo, le indicaron a Pablo Casado varios compañeros,  podría ejercer mejor trabajo como responsable de Programas, por ejemplo, y poner a disposición del PP una cabeza excepcionalmente formada e  importantes contactos nacionales e internacionales.

Pablo Casado  no fue infalible  con Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. En el primer caso,  porque Ayuso era mucho mejor de lo que suponían sus críticos y probablemente el propio Casado, que en lugar de felicitarse por su decisión, que  procuró  a Ayuso un éxito desbordante en las elecciones de mayo y un éxito también para el PP nacional, decaído en esas fechas, vio una rival en su antigua pupila.  En cuanto a Álvarez de Toledo, la dirección del PP tomará decisiones en próximas fechas,  pero es innegable que la ex portavoz ha cometido deslealtades públicas continuadas.

Nada que ver con el caso Ayuso.  Miembros destacados del partido han intentado trasladar a Casado su preocupación por el trato a la presidenta madrileña. Imposible, Casado no atiende a razonamientos.  No solo no atiende sino que empieza a mostrar signos de desafecto a quienes solo le piden que dedique cinco minutos a hacer una reflexión sincera sobre la polémica y  apacigüe las cosas. Lo que solo él puede hacer.

No ve que  está poniendo en riesgo su carrera política  sino que  abre el camino para que Pedro Sánchez  dé continuidad al peor gobierno que ha habido en España.

La cosa está peor de lo que cree  Casado:  pocos en Génova y regiones  dan ya la razón a su presidente.

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