COMO ingeniero de Telecomunicaciones, sector en el que he trabajado más de 15 años, mantengo muy buena relación con muchos colegas y me gusta estar al día de los avances, desafíos y desarrollo del sector. Por ello, no me ha sorprendido conocer los últimos datos sobre creación empresarial, que confirman que en 2022 hubo un 21,5% más de concursos de acreedores que el año anterior.

Frente a los anuncios optimistas del Gobierno, frente al camuflaje de los datos de desempleo, creando los fijos discontinuos, la realidad es muy dura. La realidad es lo que vemos con nuestros propios ojos en Cantabria, cuando hablamos con amigos o vecinos, donde todo son obstáculos para quienes quieren sacar adelante un pequeño negocio o dar vida a un nuevo servicio.

Conozco bien a muchos empresarios y emprendedores de Cantabria. Si algo les apasiona es dar vida a nuevas ideas, desarrollar nuevos proyectos, sobre todo en el ámbito tecnológico. He participado en sesiones profesionales y en reuniones de emprendedores que están a altura de los desafíos del mercado internacional. Y sobre todo tenemos mucho talento repartido por España y por otros países de Europa, los cientos de jóvenes que no cuentan con oportunidades en su tierra. Cuando desde el ámbito político no se valora la capacidad de lo que tienes en casa, cuando todo se apuesta al príncipe azul inversor que podría desarrollar una mina de Zinc o un parque temático, se demuestra la escasa visión de futuro. La mejor forma de dar alas a Cantabria es facilitando las actividades de los pequeños negocios, ya sean relacionados con el sector primario, con la industria, con el turismo o con los servicios. Y ahí juegan un papel fundamental las nuevas tecnologías, que contribuirán a definir los proyectos de futuro de nuestra región, que pueden permitir el salto de calidad que necesitamos. Cantabria lo tiene todo para ser un referente digital.

Estoy convencido de que no falta talento en nuestra región, de que en esta tierra tenemos un Ferrari de experiencia y conocimiento. Solo falta alguien que lo sepa dirigir por la vía correcta, que esté más pendiente del motor, que de las fotos y la pintura del vehículo. Porque de venderse en televisión y hacer marketing político ya hemos tenido suficiente….y a la vista están los resultados.