Las crisis son siempre una oportunidad. Una catástrofe, como la guerra que está sufriendo Ucrania en estos momentos, con imágenes que a todos nos rompen el corazón, ha conseguido unir más a la Unión Europea. Ha puesto sobre la mesa cuáles son los valores que lo conforman, aunque sea en comparación con un vecino agresivo. La unánime respuesta frente a Rusia ha sido clara y contundente.

En los últimos días, en Ribamontán al Mar, he asistido a la colecta de material para enviar a quienes siguen en Ucrania. Material que ha llegado de vecinos del municipio y de vecinos de Entrambasagüas, de Argoños y de muchos pueblos cercanos. Algo semejante ha sucedido en Santander y en muchas otras localidades. Iniciativas privadas o de representantes con sensibilidad hacia sus vecinos, que han despertado una auténtica marea de generosidad, con empresarios que han dejado sus almacenes y personas particulares que han aportado material de ayuda.

En pocas horas, desde Cantabria se han llenado camiones que ya están en marcha hacia la frontera con Ucrania. Y todo en un periodo de crisis en toda España, pero más grave aún en Cantabria, donde la recuperación ni está ni se la espera.

La indiferencia o el pensar que es muy poco lo que podemos hacer desde aquí, no lleva a ninguna parte. La solidaridad, el respeto a la dignidad de cada persona, el atender a quienes sufren o son más vulnerables son elementos que construyen una sociedad.

Como representante de esta tierra en el Senado me siento muy orgulloso de ser cántabro, muy orgullosos de mis vecinos. Por encima de diferencias políticas, religiosas o sociales, han demostrado que tienen un gran corazón. Solo puedo dar a todos las gracias que nos han transmitido representantes de la comunidad ucraniana aquí.

Tenemos mucho camino por delante. Pero siempre es bueno detenerse y valorar los elementos positivos de nuestra sociedad. Los jóvenes tienen un espejo en el que mirarse. Cantabria, así, tiene mucho futuro.