25.04.2024 |
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Nubarrones

Nubarrones.
Nubarrones.

Estos días han sido noticia algunos datos económicos que llevan a pensar que tras el verano nos esperan momentos difíciles, pues a las previsiones de destrucción de empleo a partir de agosto, se suman las amenazas de ajustes de gasto en pensiones para afrontar un final de año que se presenta con múltiples incógnitas. Así que, mientras en lo climatológico las nubes que nos trajeron las deseadas lluvias de los últimos días parece que vuelven a desaparecer del horizonte, y dan paso, otra vez, a un sol resplandeciente, sin embargo, en lo económico, el panorama parece que puede ser bastante más sombrío si no se adoptan medidas para hacer frente a lo que se avecina.

Aunque el gobierno sigue haciendo gala de elevadas dosis de un optimismo bastante poco justificado, sin embargo, son múltiples los datos y los análisis que nos advierten acerca de las dificultades que parecen esperarnos a la vuelta del verano.

Agosto es, tradicionalmente, un mes que suele conceder un cierto periodo de tregua, puesto que nuestra economía se sostiene, en buena medida, gracias al inmenso peso que el turismo tiene en España, máxime en un año como este, en el que por fin se puede disfrutar del verano tras las restricciones obligadas por la pandemia, y en el que el buen tiempo que estamos teniendo permite alcanzar cifras de ocupación hotelera realmente importantes pese al enorme incremento de los precios que se ha producido en el sector; se trata del mes de vacaciones por antonomasia, en el que todo parece pararse de algún modo o, al menos, ralentizarse, para prepararse ante el nuevo curso que da comienzo en septiembre.

Lo preocupante en este caso es que, pese a las advertencias que llegan desde distintos lugares, el ejecutivo sigue en modo vacaciones y las medidas adoptadas hasta la fecha resultan básicamente anecdóticas, pues bajar unos grados el aire acondicionado cuando ya se estaban haciendo enormes esfuerzos en ese sentido ante la insoportable carestía de la energía, o la chorrada de quitarse las corbatas, no parece que sea la estrategia más adecuada para hacer frente a los problemas estructurales que pudieran estar acechándonos. Para salir de la anterior crisis económica fue necesario reformar en profundidad el mercado laboral, el sistema financiero, o articular medidas originales, ambiciosas y de gran calado como el pago a proveedores y, sin embargo, ahora el gobierno se limita a poner parches improvisados, y a lanzar una serie de ocurrencias que provocan más desconcierto y cabreo que resultados eficaces.

Y para añadir más incertidumbre todavía, Putin se empeña en aumentar la tensión en Europa lanzando sus cazas al espacio aéreo de Finlandia, o agitando el avispero de los Balcanes, permanente cuna de los conflictos que martirizaron al viejo continente en los últimos siglos, fomentando un enfrentamiento entre Serbia y Kosovo que sería sumamente peligroso teniendo en cuenta el juego de alianzas y equilibrios con los que se mueven ambas naciones.

En fin, que, por desgracia, posiblemente tras el paréntesis estival, la situación con la que nos encontremos no nos permita disfrutar del solaz que nos habíamos ganado a pulso después de unos años en los que el mundo sufrió una de esas catarsis de las que hacen historia, así que habrá que seguir aprovechando, en la medida de lo posible, este soleado y veraniego mes de agosto, pues tiempo habrá para afrontar más adelante todo lo que nos pueda venir encima en forma de esos atemorizantes y sombríos nubarrones.

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