29.04.2024 |
El tiempo

La impunidad genera monstruos

Un militante proiraní de Hezbolá luce una fotografía del jefe del partido, Hassan Nasrallah, durante una manifestación masiva en el suburbio del sur de Beirut para conmemorar Ashura, un día en el que los musulmanes chiítas de todo el mundo conmemoran el martirio del nieto. del profeta islámico Mahoma, Husayn ibn Ali, que murió en la batalla de Karbala en el siglo VII. Foto: Marwan Naamani/dpa

Foto de ARCHIVO
Un militante proiraní de Hezbolá luce una fotografía del jefe del partido, Hassan Nasrallah, durante una manifestación masiva en el suburbio del sur de Beirut. Foto: Marwan Naamani/dpa
La impunidad genera monstruos

El enfrentamiento entre palestinos e israelíes ha puesto al mundo en "modo gabinete de crisis". Todo puede pasar. El enorme daño causado por Hamas, con apoyo de Irán y de Hezbolá, ya es una emergencia humanitaria y puede desembocar en una de las peores matanzas de la historia y en una catástrofe de incalculables consecuencias para la zona y para casi todos los países del mundo, incluida, por supuesto, España. No hay razón para la carnicería brutal que ha hecho la facción terrorista palestina, pero Israel tampoco se puede permitir reaccionar de la forma salvaje que está preparando. No se lo debían permitir quienes les sostienen desde fuera ni los organismos internacionales. La impunidad genera monstruos. Si Israel no respeta las leyes de la guerra, los atentados se extenderán por otros países, especialmente Estados Unidos y Europa y este conflicto será aún más desestabilizador que la guerra de Ucrania, que nos puso en crisis hace ya veinte meses y que no tiene visos de solución. Ningún país estará libre de atentados salvajes y de intensas crisis económicas.

El mundo es un gabinete de crisis en funcionamiento permanente. También aquí, en España, donde el Gobierno está dividido entre los que defienden a Israel incondicionalmente y los que aplauden lo que ha hecho Hamás y piden una condena explícita de Israel. Es imposible conjugar las dos posiciones --aunque nadie se plante o se vaya--, pero no sólo en este terreno. Hay también una crisis creada por quien preside este Gobierno en funciones y el que pueda formarse, por sus reuniones y acuerdos con los herederos de ETA --después de prometer que jamás lo haría-- y con los que intentaron dar un golpe de Estado para separarse de España y prometen que lo volverán a hacer --después de comprometerse a traer a Puigdemont para ponerlo ante la justicia y ahora le ofrece un avión oficial para traerle y hacerle socio de confianza--. No parece fácil un acuerdo de legislatura y eso podría conducir a unas nuevas elecciones, un problema más que añadir a los que ya tenemos y nadie soluciona.

También en el lado de la oposición hay una crisis, latente o larvada, por saber hacia dónde caminar y cómo repartir el poder. No lo saben y así no se pueden ganar unas elecciones. Hay crisis para repartir --institucional, económica, judicial, social, educativa, sanitaria, de religión, de natalidad, del futuro de las pensiones-- y para casi ninguna hay una voluntad real de salir de ella ni se escucha a los expertos ni se buscan acuerdos con la oposición para alcanzar pactos estables.

Las emergencias exigen soluciones, pero no parece que los gabinetes de crisis las encuentren. A veces parece que no las persiguen con demasiada fe. En los momentos de crisis, decía Einstein, "solo la imaginación es más importante que el conocimiento". Quienes nos gobiernan deberían tener que demostrar, ahora más que nunca, que se merecen gobernar el mundo o su país y que son capaces de buscar soluciones imaginativas o de hacerlo con los otros, con los que no piensan como ellos, con los que están enfrentados.

Nos jugamos mucho en todo el mundo y también dentro de nuestras fronteras. Dice el filósofo Eugenio Trías que "las crisis que nos atemorizan nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra". Ojalá surjan alternativas que permitan acabar con la matanza de tantos inocentes y mantener la esperanza de que la crueldad puede ser vencida por el diálogo, la imaginación y la política de los acuerdos.

La impunidad genera monstruos
Comentarios