Los restos del Estado Islámico ha vuelto a reagruparse y han comenzado a dar síntomas de recuperación como demostraron en el asalto a la prisión de Hasaka en el noroeste de Siria, donde trataron de liberar a los 3.500 yihadistas encarcelados, una operación que fue abortada por las fuerzas kurdas que controlan la zona y que dejó cuatrocientos muertos, trescientos de ellos yihadistas.  Ante el repunte de acciones del ISIS cobra más relevancia la misión lanzada por las fuerzas especiales de Estados Unidos en la que ha resultado muerto el actual líder del grupo terrorista,Abu Ibrahim al Hachemí al Quraishi, por el que Washington ofrecía una recompensa de diez millones de dólares. .  

Los militares estadounidenses habían llegado hasta las proximidades del edificio en el que residía Al Quraisi en la localidad siria de Atmeh, a bordo de varios helicópteros con la finalidad de realizar una acción terrestre en lugar de un ataque aéreo, para que su detención causara el menor número de víctimas civiles posibles porque el líder del Daesh se encontraba rodeado de familiares. Pero su intervención directa no fue necesaria en su captura porque el jefe del ISIS hizo estallar el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo cuando se sintió rodeado. El balance de la operación fue de trece personas muertas, la mayor parte de ellos mujeres y niños de la familia del propio jefe del ISIS y ningún militar de los que participaron en la operación resultó.  

La muerte de Al Quraishi ha sido muy similar a la de su predecesor y fundadador del ISIS, Al Bagdadi, del que también era su hombre de confianza, que también murió al hacer estallar su cinturón de explosivos en un túnel cuando se vio rodeado por los soldados estadounidenses.  

Con la muerte de Al Quraishi, apodado ‘El Destructor’, el ISIS vuelve a estar descabezado. Para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden la muerte de Al Quraishi fue “una muestra de cobardía desesperada”, antes de subrayar que los Estados Unidos tienen capacidad “para acabar con las amenazas terroristas sin importar dónde intenten esconderse en cualquier parte del mundo”.  

Al Quraishi, que nació en las cercanías de Mosul (Irak) hace 45 años era un teólogo islámico que fue elevado a “emir de los creyentes y califa de los yihadistas” y estaba considerado el inductor del genocidio de la minoría cristiana yazidí del norte de Irak y era el responsable de las operaciones de terrorismo global del ISIS desde África a Afganistán.