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El Diario de Cantabria

¿El 'plan 2050'? Olvídelo

¿Recuerda usted todo aquello del 'plan 2050'? Pues olvídelo
¿Recuerda usted todo aquello del 'plan 2050'? Pues olvídelo
¿El 'plan 2050'? Olvídelo

Definitivamente, tenemos que ser más humildes. Hace menos de un año, concretamente el 20 de mayo de 2021, un eufórico Pedro Sánchez distraía nuestra atención presentándonos el proyecto 'España 2050', que pretendía definir unas líneas maestras de actuación, y de prospectiva, para cuando nos acerquemos y lleguemos a tan redonda fecha, que muchos de los que ahora estamos aquí no conoceremos y, por tanto, no podremos constatar en cuánto acertaron y se equivocaron los planificadores 'cabezas de huevo' monclovitas.

Pues bien, hace apenas unas horas, uno de los participantes en el magno proyecto, presentado entonces a bombo y platillo bajo la organización del entonces todopoderoso Iván Redondo, me dijo textualmente: "todo aquello se ha quedado en nada, en un plan imposible. La guerra en Ucrania va a tener efectos devastadores sobre el futuro y lo que se planificó en un clima de normalidad, hasta de euforia, ha saltado por los aires".

Conste que no digo yo, ni mucho menos, que sea inútil tratar de adentrarse en el futuro, que es casi tanto como planificarlo o, al menos, prever sus peores efectos energéticos, económicos, medioambientales y hasta morales. Solo digo que hoy me produce un cierto rubor recordar algunas de las cosas que en la presentación de este 'proyecto colectivo' (que en realidad era un proyecto de La Moncloa) se dijeron. Lo más suave, afirmado por el presidente del Gobierno, que era un plan colectivo para "decidir qué país queremos ser dentro de treinta años".

El futuro está trufado de presente y, en cierta medida, influenciado por el pasado. Nos creíamos capaces, y no lo éramos, de predecir lo que sería la era postpandemia, sin saber que había mutaciones, como ómicron, que seguirán, dentro de una cierta normalización, cambiando pautas fundamentales en nuestras vidas. Creo, muy sinceramente, que es básico intentar adelantarse al futuro, pero hay que hacerlo con la humildad de saber que nadie puede controlarlo: es el que es y sus circunstancias, que diría Ortega. Y ningún planificador del porvenir, en La Moncloa, en la Casa Blanca y menos aún el Kremlin o en la sede de los euroburócratas, es capaz de saber siquiera cómo acabaremos el año, según reconoce mi interlocutor.

Y eso, hoy, cuando todo son promesas de futuro y de recomposición política, conviene saberlo: ni la menor idea tenemos de cómo va ser el tránsito hasta 2030, así que de 2050 ya ni hablamos. Esta, me asegura mi interlocutor con información (o desinformación) privilegiada, es la verdad. La verdad que está circulando en Moncloa y en las cancillerías del mundo entero. Si no bastó la pandemia, el 'virus Putin' ha puesto patas arriba la solidez de las plataformas en las que se asentaba nuestra vida, advierte el 'cabeza de huevo' que hoy tanto me ha desasosegado, y sospecho que no es para menos.

¿El 'plan 2050'? Olvídelo
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