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El Diario de Cantabria

Garzón debería ser cesado ya mismo

El ministro de Consumo, Alberto Garzón.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón.
Garzón debería ser cesado ya mismo

Por supuesto, me uno a cuantos dicen que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, debería ser cesado ya mismo por el presidente. No porque no trabaje, que también, sino porque cuando trabaja, lo hace mal, provocando polémicas innecesarias, cuando no la indignación de sectores como el del turismo, el juguetero o el cárnico, por ejemplo. Y conste que no digo que el Ministerio que encabeza el señor Garzón no tenga razón de ser, aunque seguramente está 'inflacionado': es el titular de este Departamento, con sus iniciativas totalmente equivocadas, quien no tiene razón de ser (ministro).

Por si Sánchez no quisiera echarle, que le acabará echando, pero cuando dejen de pedirlo la oposición, los medios y algunos 'barones' socialistas --ah, esta política testicular nuestra, del ordeno y mando...--, ahí le envío al señor ministro algunas iniciativas que bien podría acometer en su interinidad ministerial. Espero que lo haga con la prudencia y buen tino de los que ahora ha dado clamorosas muestras de carecer.

Pensé en Garzón esta mañana, cuando acudí a desayunar a un bar en la plaza del pueblo costero al que he acudido a pasar la festividad de Reyes. Cuando entregué mi tarjeta de crédito para pagar el café y la tostada, el encargado, quizá de no muy buenas formas, me dijo: "Aquí estas consumiciones solo se pagan con dinero". Le repliqué que hace año y medio que procuro, cosas de la precaución quizá absurda frente al Covid, no tocar ni billetes ni monedas, y que en mi gasolinera pago hasta el pan con tarjeta. "Pues aquí usamos dinero", me cortó. Le faltó añadir aquella muletilla de cuando un extraño entraba al 'saloon' del Oeste: "Forastero". Algo parecido me había ocurrido el día anterior en un bar, el único, por cierto, que encontré abierto en mi segunda ciudad de residencia, un pueblo con mar bastante desolado en invierno.

En ambos casos expliqué que, por ejemplo, en Dinamarca, resulta casi imposible pagar ni el pan ni el autobús con monedas. Y que yo tenía derecho, en estos tiempos modernos, a pagar de maneras diferentes, llámese Bizum, teléfono móvil o tarjeta, al empleo tradicional de dinero contante y sonante. Ambos me recordaron que los bancos les exigen comisiones abusivas por el pago con tarjetas; uno de ellos me sugirió, por otro lado, que en su establecimiento las reglas las hacía él, y no el cliente. Y pensé: "Qué buen tema de meditación para el ministro Garzón, en lugar de andar creando maremotos con cuestiones tan absurdas como el sexo de los ángeles (o de los muñecos), la calidad de la carne que exportamos (que resulta que es excelente, me dicen aquí en mi Cantabria, quienes saben de esto más que el ministro) o la cantidad de nata que se pone en los roscones de Reyes". O lo malo que es el turismo, que también en eso ha metido su insigne pata.

Y, ya que andamos en esto, tampoco estaría de más que desde Consumo se vigilase la veracidad y calidad de algunas campañas de esas rebajas tradicionales del mes de enero. Que yo creo que este Ministerio, que en realidad quizá bastaría con que tuviese el rango de una Dirección General potenciada con los servicios de inspección suficientes, bien podría ser una especie de macro Oficina del Defensor del Consumidor. Pero me temo que, con tanta campaña para buscar titulares en un Ministerio ineficiente (y no es el único, por cierto) el consumidor es en lo último que se piensa en este Ministerio de Consumo, valga la redundancia. O el oxímoron, quién sabe.

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