25.04.2024 |
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De Revilla a Revilla. ¡Yo fundé ADIC!, No compañero, no te honra eso

Manuel Revilla Marcano, Santander
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
De Revilla a Revilla. ¡Yo fundé ADIC!, No compañero, no te honra eso

Estimado Miguel Ángel: La exigencia de que «rueden cabezas de peces gordos y no de parvulillos» por la «chapuza» de los trenes, que has realizado públicamente, me permite calificarla de auténtico sarcasmo. Sarcasmo de quien, precisamente, padeció en su día la decisión de «guillotina» de la Banca -¿con pánico similar al covid en Castelar?. Puede ser. Una decisión de la Banca que confiaste a tu compañero (un servidor) del Santander en tu despacho del Atlántico, al que convocaste pidiéndole ayuda, ya que él ostentaba la Vicepresidencia Sindical de Banca en aquel momento. Drástica decisión en 1975 de la ‘cúpula’ de la Banca -que te habían chivado-, que te llevó a tus 32 años entonces, a ese giro de 180 grados en tu profesión y que resumes con sutileza y subterfugio en «hasta el Banco Santander puso grito en el cielo». Lamentable.

Desde entonces hasta hoy, durante décadas, incluido tu último libro y dilatadas ocurrencias. ¡Ningún comentario! Todo ello porque, al parecer, TU «concomitancia» con la sucesión en la ‘cúpula’ de la Banca -evidenciada en la dilatada trayectoria política- te ha «impuesto» ausencia de comentario alguno. ¡No se fuesen a incomodar! Incluso en 1978, sobre la agresión física sufrida por éste tu compañero en su puesto de trabajo, promovida por «parvulillos» del Santander, TU, en inalterable silencio. Ni siquiera en 2012, pese a sugerirlo en el epílogo «corte de cabeza» de tu primer libro, y en numerosas facilidades televisivas y periodísticas, nada, ni un solo comentario.

En las últimas fiestas de la calle Tetuán donde nos encontramos, delante de este mismo compañero, tomaste conciencia admitiendo que efectivamente a tus vivencias no habías incorporado, el hecho más importante y determinante de tu vida política, vertiendo seguidamente la promesa: «Hay tiempo para subsanar este silencio». Por último, en tus amplias vivencias sostienes que «no existe persona alguna que haya querido verme, que no lo haya hecho… siempre he atendido todas las peticiones». ¡Siendo yo la excepción… Causalidad por la que, ignorado, proceda a este alegato público!. Con orgullo rubricas tus vivencias al haber llegado tan lejos siendo un político «honrado», si, pero, a tus 80 años… ¿Consecuente del todo en sinceridad y gratitud hacia colaboradores y en especial, hacia este compañero sindicalista, presente también en aquel entresuelo de la calle de Santa Lucía, del que, mediante un «excluyente absoluto» afirmas erróneamente: ¡Yo fundé ADIC! No compañero, no te honra eso. Yo sí puedo decir c

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