Un docente interino es un profesor, y merece respeto
Sr. Director:
Invoco aquí un dilema filosófico. ¿Qué o quién es un profesor? ¿Lo es más un joven opositor, tras un primer y exitoso intento, o lo es acaso un veterano interino, con decenas de cursos y miles de horas de “vuelo”, miles de alumnos a su cargo?... En la mayoría de las configuraciones sociales y legales de éxito, no habría dilema.
España es un país rígido, de estructuras rígidas y legislación mamotrética. Esto podría funcionar, más o menos, si las leyes fueran justas, si estuvieran bien redactadas, bien ponderadas y si se atendiera, de manera adecuada, todas las variables y aspectos esenciales de proporcionalidad. Sin embargo, aquí se tiende a un maximalismo arbitrario y exasperante. La muy frecuente cultura de los “tramos” o bloques ignora la simple aplicación de la regla de tres.
Iceta y su infame equipo simplemente ignoraron, a propósito, esta evidencia: un docente interino es UN PROFESOR; un profesional, por lo general, muy respetable. Y lo va siendo, aún más, según acumula cursos y experiencia.
Ocurrió ya hace dos años: se acató, con la sumisión habitual de una sociedad dormida; en un periodo, no por casualidad, de trauma y aislamiento. ¡El “icetazo”!... Ésta es la cuestión esencial: ¡se anuló, en aquel nefasto 2021, la muy justa y ponderable condición de DOCENTES del colectivo interinado!... Se ignoraron o laminaron variables perfectamente ponderables y puramente académicas, aparte de la propia antigüedad: las calificaciones, hasta con milésimas, de las distintas oposiciones; cursos de impartición en Bachilleratos; participación en actividades extraescolares o en programas especiales… ¿Les parece normal que un docente con más de diez años en un programa bilingüe obtenga en su casilla de méritos de lenguas extranjeras un CERO?... Y así todo (por no hablar de los “vernáculos”).
Ocurrió hace ya dos años, a traición y con la alevosía característica de un Estado que no demuestra el respeto debido hacia sus ciudadanos y contribuyentes: la “estabilización”, en realidad, consistía en premiar a quienes menos se lo merecían, por el mero hecho de acumular diplomas y horas en másteres y cursillos… ¡Si lo llego a saber!