El golpe de Sánchez a millones de pequeños accionistas

El presidente del Gobierno ha iniciado la gran escapada. Aprovechando el debate sobre el estado de la nación ha anunciado una serie de medidas "robadas" a su socio de gobierno con la intención de camelar a una parte de la sociedad, pero que realmente no van a tener ningún efecto sobre los graves problemas de la economía española. Los impuestos a las empresas energéticas y a los bancos tienen en este país buena prensa. Sin embargo, su mero anuncio ha conseguido que millones de pequeños ahorradores hayan perdido en la bolsa, vía acciones o fondos de pensiones e inversión, más de 5.000 millones. Además, veremos como esa mayor fiscalidad repercutirá en los clientes. Por ejemplo, mermará las posibilidades de acceso a buenas tarifas eléctricas o de gas o al crédito en mejores condiciones en el caso de la banca.

El atropello cometido por Sánchez, ya veremos cómo se materializa, no fue además acompañado de ninguna autocrítica con el nulo éxito de medidas anteriores. La inflación ha seguido subiendo y ya nos anuncian que lo seguirá haciendo y por más tiempo. Quizás los que fuman puros eran los millones de ahorradores en valores del sector energético y bancario. Es obvio que no lo son, pero nuestro presidente se mostró muy satisfecho de que la bolsa se pegara un leñazo, aunque sea increíble.

El resto de medidas anunciadas, los 100 euros al mes durante cuatro meses para los jóvenes mayores de 16 años que ya gocen de una beca, el abono transporte gratis y la agilización de la operación Campamento es más gasto público, más déficit y más deuda y no va a ayudar a los españoles a pasar este trago y menos el que se nos viene encima después del verano. Y este análisis no viene de ningún curandero, ni traficante del miedo, ni profeta del desastre, llega del estudio de los propios datos adelantados del Ministerio de Economía y de las peores previsiones que ya auguran algunos organismos y servicios de estudios.

Sánchez habló mucho del reparto de responsabilidades, de beneficios caídos del cielo, pero no le dedicó ni una palabra a la recaudación extra que está logrando Hacienda gracias a la inflación y que ya superan los 20.000 millones de euros. Hubiera sido de justicia que el presidente anunciara no sólo una reducción drástica del gasto público ineficiente sino que devuelve esos ingresos a los ciudadanos en forma de menores impuestos, por ejemplo, deflactando la tarifa del IRPF o bajando aún más los impuestos que gravan la luz, el gas o los carburantes. Todo ello aliviaría realmente a la clase media y trabajadora por la que dice estar muy preocupado y que son mayoría.