27.04.2024 |
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¿Despierta el separatismo?

¿Despierta el separatismo?

La buena noticia es que Cataluña como problema nacional ha desaparecido de la campaña que termina este viernes noche, en vísperas del venidero domingo de urnas. La mala es que empiezan a asomar las condiciones para que vuelva a convertirse en un quebradero de cabeza. Incluso demasiado pronto a partir del recuento de votos del 23 de julio.

Muchos analistas han especulado sobre la posibilidad de que la aritmética electoral dé lugar a un escenario de bloqueo si los escaños vinculados al independentismo vasco y catalán acaban siendo decisivos. Me remito, sobre todo, a la sólida alianza estratégica entre Bildu y ERC.

La pregunta es: ¿Estamos seguros de que prefieren la continuidad de Sánchez en la Moncloa?

El indeseable supuesto afecta a la estabilidad, divino tesoro, que piden a gritos los creadores de riqueza y los millones de españoles con sed de centralidad. No es descartable que, llegado el caso, el independentismo más radical prefiera un Gobierno jacobino y recentralizador como una vía reactivadora del movimiento independentista, que hoy por hoy está de capa caída tanto en Cataluña como en el País Vasco.

Vamos a los hechos. Se nos pondrán los pelos de punta si cruzamos las declaraciones de Santiago Abascal (ultraderecha enemiga del Estado descentralizado) y las de Gabriel Rufián (de confesada e histórica profesión de fe en una Cataluña separada de España).

Y no menos preocupante es esa ocasional coincidencia de ambos en alertar sobre un posible alineamiento político de los grandes, como ya ocurrió en la contrarreforma del "sí solo sí es sí", para que PP y PSOE, en una especie de retorno al bipartidismo, puedan hacer de su capa un sayo.

Sostiene el líder de VOX que si las elecciones del domingo acaban alumbrando un gobierno de su partido con la mayoría ganadora de las elecciones (es decir, el PP) la tensión está garantizada porque, entre otras cosas, se aplicaría en Cataluña una especie de 155 (véase ese artículo de la Constitución) en modo "intervención sostenida y duradera" que frenase de una vez por todas la pulsión secesionista que anida en una buena parte de la sociedad catalana.

Al otro lado de la barricada (léase "conflicto catalán"), tanto el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, como su jefe político, Oriol Junqueras, no dejan de difundir un inquietante aviso para navegantes. Advierten a todas horas que subirán su precio si se quisiera reconstruir el llamado "bloque de investidura", que es el pedestal sobre el que Pedro Sánchez asentó su poder durante la cancelada legislatura.

Tendría poca gracia que la venidera España de Feijóo -si al final le salen las cuentas a los sondeos- pudiera ser una pista de despegue a la nueva versión del independentismo representada por Bildu y ERC.

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