18.04.2024 |
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La Hostelería, perdida la Semana Santa, se prepara para un año de subsistencia

La Hostelería, perdida la Semana Santa, se prepara para un año de subsistencia

El sector de la hostelería de Cantabria, una vez perdida la Semana Santa por el obligado confinamiento al que ha llevado la pandemia del coronavirus, se debate ahora entre la incertidumbre de no saber cuándo y en qué condiciones se reanudará la actividad y la certeza de que tendrán que centrar sus esfuerzos en «recuperar la confianza» de los clientes para garantizar su seguridad y también la subsistencia de los negocios. La Semana Santa, que tradicionalmente supone el pistoletazo de salida para el turismo en Cantabria, ha comenzado con unas inquietantes estampas, pero no de contenido religioso como son habituales en estas fechas.

Las playas permanecen vacías, se hayan rellenado o no sus arenales; en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno los animales se miran entre ellos a falta de otro publico; las calles de Santillana del Mar ofrecen una fantasmal imagen que los móviles no pueden captar; y en definitiva, en ninguna parte hay testigos de una Cantabria que, sin dejar de ser «infinita», esta Semana Santa tiene sus bellezas «ocultas» para los turistas «por culpa del bicho».

El Covid-19 ha hecho que no sean días de jolgorio por vacaciones o del recogimiento que acompaña las procesiones, sino de confinamiento por un virus que nos mantiene en los hogares mirando por las ventanas, pendientes de la salud, temerosos y esperanzados.

Y así se sienten los presidentes de las asociaciones de cántabras de Hostelería (AEHC) y Turismo Rural, Ángel Cuevas y Jesús Blanco, respectivamente, quienes, resignados al varapalo que supone para su sector tener que dar por perdida la Semana Santa, saben que la recuperación «va a ser muy lenta» y mientras se vayan adaptando los negocios para dar confianza de los clientes, «lamentablemente habrá quienes se queden en el camino» durante un 2020 que será «muy malo para todos, empresas y trabajadores».

Cuevas explica a Efe que los ingresos de Semana Santa suponen un 15 por ciento de la facturación de la Hostelería en Cantabria. «Con las vacaciones escolares de unas comunidades autónomas y otras, son prácticamente 15 días que se han perdido», lamenta Ángel Cuevas, recordando que «también se ha perdido el puente de San José, que aunque no sea festivo en Santander, sí hay fiestas en muchos pueblos». El cierre de hoteles, bares y restaurantes durante la Semana Santa, supone para la Hostelería de Cantabria, según apunta Cuevas, la perdida de una «inyección importante» de ingresos con los que «cubrir los gastos del invierno».

cerrados. Pero, en el caso del Turismo Rural, según explica Jesús Blanco, el revés es aún mayor, ya que con el coronavirius «la Semana Santa no existe», siendo el periodo del año en el que este sector encuentra «la gasolina que necesita para poner en marcha los negocios», dado que gran parte de ellos se encuentran cerrados en invierno. «Cuanto más tarde se pueda abrir, será peor», destaca el presidente de la Asociación de Turismo Rural, que aunque cree que los más de 700 establecimientos de este tipo que existen en la región (más de 5.000 plazas) «intentarán abrir» cuando sea posible, «algunos lamentablemente cerrarán». «La hostelería fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en abrir», coinciden Cuevas y Blanco. Ambos creen que, al margen de cómo se vaya recuperando la actividad, tras una Semana Santa con el cerrojo echado en los negocios y con un verano de 2020 que se puede dar «prácticamente por perdido» en cuanto a volumen de ingresos, en el mejor de los casos el ejercicio se cerrará con una merma en la facturación superior al 50 por ciento.

Así, Ángel Cuevas tiene «muchas esperanzas» en que 2021 sea un «buen año», porque, en su opinión, «las ganas de viajar no se pierden, están en nuestro ADN». Sin embargo, Jesús Blanco es más cauto y considera que «hasta 2022 no estaremos donde estábamos antes de coronavirus», porque considera que «aunque la gente siempre tiene ganas de salir, antes hay que solucionar dos grandes problemas, el sanitario y el económico y eso llevará tiempo». Cuevas, consciente de que el sector debe prepararse para garantizar las medidas de seguridad de los clientes, apunta que la AEHC está preparando un protocolo que tiene como principal objetivo «ganar la confianza de los clientes, siguiendo las directrices sanitarias y, también, las que marca el sentido común». Recuperar los hábitos de viajar, según Cuevas «va a ser muy lento», por lo que apunta que Hostelería se dirigirá al Gobierno de Cantabria para que sus acciones de promoción vayan «dirigidas a un radio de acción muy corto».

La directora general de Turismo, Eva Bartolomé, señala a Efe que su Departamento ya está trabajando en esa línea porque la vuelta a la actividad será lenta y, de cara al turismo, en principio se tratará de captar visitantes de zonas próximas, dado que el transporte ferroviario y aéreo «va a tardar en funcionar como antes» y mas aún el mercado internacional. En principio, añade Bartolomé, se trata de «salvar los trastos» del verano. «Lo veo difícil», reconoce la responsable de Turismo, porque considera que el Covid-19 ha dejado a muchas familias sin la «solvencia económica» que se precisa para viajar y «tendrán que dedicarse de lleno a intentar recuperarse».

resistencia. «Nos planteamos el año 2020 como año de resistencia a la espera de que vengan tiempos mejores, que llegarán seguro», ha añadido Eva Bartolomé, para quien el «plan para la recuperación» del turismo en la región debe pasar por captar el mercado interno, una «tarta por la que pelearemos todos», apunta Ángel Cuevas, alertando de que es un cliente al que también tratarán de atraer los grandes hoteles de la costa mediterránea cuya facturación depende mayoritariamente del turismo extranjero que «este año no vendrá a España».

La Hostelería, perdida la Semana Santa, se prepara para un año de subsistencia
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