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La Historia del Palacio y finca de La Magdalena

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La Historia del Palacio y finca de La Magdalena

En el siglo XV o XVI los astilleros de buques de guerra estaban básicamente en Pasajes y también en algunos casos en Bilbao. Pero un cardenal de Burdeos  y en algunos casos los Ingleses, en cuanto veían, conocían, o les daban noticia que había barcos de guerra casi terminados, los atracaban y incendiaban, esto determino que Felipe II decidiera cambiar la ubicación de los astilleros y erigió los del fondo de la bahía de Santander, que desde entonces recibe el nombre de, El Astillero. Para la fabricación de los buques de guerra españoles. Y proteger la entrada de la bahía  encargaron a un ingeniero, posiblemente de origen Italiano llamado de la Cerda, que diseñara una batería en la parte mas alta del tómbolo, los trabajos consistieron en alisar esa parte alta y  allí instalaron una batería que normalmente era de cuatro cañones, en este caso de gran potencia porque tenían que cubrir el paso entre la Magdalena y Mouro, ya que el de Mouro  y las Quebrantas era muy peligroso para los barcos a vela de entonces. 

Así que el tómbolo de la Magdalena paso a ser propiedad del Ministerio de la Guerra y durante tiempo y pasadas las circunstancias bélicas, aconsejaron a la ciudad de Santander solicitar que se le cediera la península de la Magdalena para uso y disfrute de sus ciudadanos. Y finalmente, y si la memoria no me falla, por Ley votada en Cortes en 1902, se concedió a la Ciudad de Santander la propiedad de la Península de la Magdalena con la condición de no enajenarla ni edificarla. Pero nadie actuó sobre la finca, para rehabilitarla. 

Y la autoridad municipal, sin tener los informes debidos decidió ofrecer esa finca a la Casa Real para que Don Alfonso XIII y su familia veranearan en la misma. Para ello organizaron una visita de los Reyes, y la Reina Victoria quedó enamorada de la península porque la recordaba el castillo de Balmoral en Escocia, donde también veraneaba. Así pues, una vez que los Reyes  la aceptaron, comenzaron los trabajos para regularizar el tómbolo, es decir la colina de la Península de la Magdalena con la ciudad, para ello aportó la Diputación Provincial treinta mil pesetas y el Ayuntamiento otras treinta mil pesetas, que es la única constancia del aporte financiero de estas instituciones.

Dinero que se gastó en hacer el muro que aislaba la finca. Hay historia y me lo ha contado un miembro de la familia Pombo, de que recuerdan miles de carros de bueyes con tierra, que una vez terminado este muro de piedra, fueron rellenando, el espacio que se destinó a campo de polo para el Rey y su corte. A todo esto había que construir un palacio y no sabemos como surgió el mito de que se le regaló la ciudad de Santander, lo cual era absurdo porque dicha ciudad que entonces tenia un presupuesto ridículo, no podía gastarse cuatro veces más que lo que tenia presupuestado para completar la obra de su ayuntamiento. Y los datos que parecen ciertos es que fueron el Marques de Valdecilla y la Condesa de Revilla de Camargo junto con algún otro aristócrata, los que pagaron la construcción del palacio que encargó el Marques a un sobrino suyo que se llamaba José Luis Cabarga, y que años después, o simultáneamente construyó el Hospital de Valdecilla. 

Una vez terminado el palacio, los Reyes empezaron las vacaciones  hasta el año 1931, en total diecisiete veraneos reales. Y concluido este por causa forzosa, y abolida la monarquía nadie se ocupó de reclamar aquella propiedad para la ciudad, ningún alcalde ni de la república ni del franquismo. Y sin embargo en el archivo municipal constaba lo que legitimaba la propiedad del Ayuntamiento de Santander de la península de la Magdalena, de la que nunca pudo despojársele, porque lo prohibía una Ley votada en Cortes.

Pasados los años y después de la república se fundó la Universidad Internacional Menéndez Pelayo,  que estuvo años y años y años usufructuando la finca en exclusiva, y sin permitir la entrada al pueblo de Santander. Posteriormente llegué a la Alcaldía y un día que había ido a la playa de Bikini, a la vuelta contemplé que había subido la marea, y como niños de corta edad, seis o siete años, iban difícilmente agarrados a las rocas, porque aunque fácil porque eran abombadas y talladas, ponía en peligro su integridad. Y un bárbaro guardián de la finca azuzaba con un perro a ellos y a otros que pasaban por allí. 

En aquel momento decidí averiguar cual era la historia de la finca de la Magdalena, y un hombre que había sido depurado por sus ideas comunistas estaba en el archivo, y le llamé para que me bajara esa documentación y muy contento, (se llamaba Veridiano Rojo, curiosamente coincidía su apellido con su ideología). Me dijo esto ha estado archivado aquí siempre y ningún alcalde hasta usted se ha interesado por ello.

Leí la documentación y me di cuenta de la fechoría que se había cometido y de cómo la finca de la Magdalena era propiedad del pueblo de Santander.

A partir de aquel momento me puse en contacto con el Marqués de Casasola que era el administrador de Don Juan de Borbón, y sin decirle nada de la documentación que tenía, le indique que el Ayuntamiento de Santander estaba dispuesto a comprar la finca.

Dijo que debía consultar a Don Juan y dos o tres días después, me llamó y me dijo; que el precio que aceptaría sería de mil quinientos millones de pesetas. Entonces le envié por correo certificado, copia del expediente, le llamé a los dos o tres días, y le pregunte que opina usted de eso?, el se quedó sorprendido. Y entonces me dijo, ¿usted que pagaría? mi contestación fue la de cien millones. Respondiéndome que no podían aceptar ese precio, porque si entendía que la finca pertenecía al ayuntamiento, en cambio el palacio era propiedad de don Juan le repuse: Que según el Código Civil el que construye en finca ajena pierde lo construido a favor del dueño, como ese refrán tan antiguo que dice quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro. Y le insistí en mi oferta de 100 millones, él en el tema del palacio me anunció que recurrirían, si se les expropiaba.

Había que tener en cuenta cuando discutimos el precio que el Marqués de Casasola sostenía que el palacio era suyo porque le habían edificado legítimamente, e incluso el Ayuntamiento les había dado licencia para ello, y había que tener en cuenta que podían interponer un interdicto de retener la posesión lo que hubiera dado lugar a un pleito de años, en el que no podíamos tener la seguridad de salir ganadores al cien por cien. Y por lo tanto una vez que habíamos quedado en los cien millones y ellos pedían un poco mas, entendí que acceder a ciento cincuenta era conveniente para evitar ese pleito, que hubiera sido escandaloso, porque en definitiva el propietario de la finca era el Rey, heredero de Don Juan de Borbón. Así quedamos, se hizo la transacción y se firmó ante el notario de Madrid Don José Roan Martínez el 25 de noviembre de 1977.

La corporación del Ayuntamiento de Santander voto unánimemente su adquisición y fuera de pequeñas e interesadas criticas hemos llegado hasta aquí. Siendo notorio que el mantenimiento de esta propiedad es muy costoso, aunque nunca nadie ha objetado este costo. Y la península después de pequeños retoques se abrió al público. 

Desde entonces esa propiedad que estaba medio abandonada se ha cuidado mucho y lo que era el jardín y el palacio, hoy es el florón de la ciudad de Santander. Posteriormente se reconstruyó el palacio, lo que fue muy costoso, teniendo en cuenta que desde 1912 en que se construyó había sido sometido a todos los vientos, humedades y ventiscas durante el invierno. Y esta es la Historia del Palacio y finca de la Magdalena.

La Historia del Palacio y finca de La Magdalena
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