25.04.2024 |
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Un fin de año tramposo

En cuanto salga del confinamiento, el Racing jugará dos partidos en cuatro días en dos escenarios complejos similares a los que tan mal se le están dando | Tanto en Mutilva como en Getxo se encontrará, además, con césped artificial

Javi Rozada está con ganas de retomar cuanto antes los entrenamientos. / Hardy
Javi Rozada está con ganas de retomar cuanto antes los entrenamientos. / Hardy
Un fin de año tramposo

Cuando el Racing salga del agujero en el que está sumido estos días, sólo le quedarán dos partidos para terminar el año. Al menos, según el calendario vigente a día de ayer, ya que está por ver cuándo se colocan las jornadas aplazadas y si la Federación echa mano de las vacaciones navideñas para recuperar fechas atrasadas. En concreto, en cuanto les den vía libre, a los hombres de Javi Rozada les tocará jugar en apenas cuatro días dos encuentros a domicilio cargados de trampas, tanto por las características del contrincante en sí como por los campos donde les tocará actuar. De este modo, y a falta de algo más de una semana para que el conjunto cántabro afronte ese esprint final, se hace ciertamente complicado pensar que vaya a poder comerse las uvas con buenas sensaciones teniendo en cuenta de dónde viene.

Las malas sensaciones y una cierta presión por quitarse el mal sabor de boca dejado en Leioa ya van a estar a bordo antes de atacar esos dos compromisos que tendrá el Racing antes de volver a parar, esta vez por las vacaciones navideñas. Eso lo hará todo un poco más complicado porque a su obligación de ganar quizá sume la intención de mostrar la buena imagen que se le demanda también cuando juega en esos campos que lleva tiempo demostrando que no se le dan tan bien. Y no es fácil enseñar un juego vistoso, con balón y con cierta personalidad en los dos campos que tendrá que visitar para acabar el año. Sobre todo, en Getxo, donde se juega a otro deporte que no se llama fútbol.

El Racing se jugará en Mutilva seguir vivo en la Copa del Rey. Será un encuentro a partido único y, por lo tanto, sólo quien gane el encuentro saldrá vivo. Si ya de por sí al equipo cántabro le está costando actuar como visitante ante equipos correosos, físicos, intensos y de ideas muy claras, más complicado aún será dar la cara en un campo de hierba artificial. No sólo eso, sino que el propio entorno del terreno de juego hace incómodo jugar allí porque es un lugar muy abierto y, como recuerdan los racinguistas que se desplazaron hasta allí en la última visita liguera hace unos años, hay poca luz y da una sensación tremenda de estar en la boca del lobo. Más aún, jugando a las ocho y cuarto de la noche en un horario de esos propios de un día copero de bocadillo y abrigo gordo.

Es un campo donde, por ahora, sólo ha ganado el Calahorra. El resto de resultados han sido una victoria local y dos empates. Por lo tanto, ni mucho menos es un escenario que anuncie facilidades. Menos aún, cuando el Racing va a afrontar el encuentro tras haberse pasado diez días en casa y después de sólo tres o cuatro entrenamientos, en función de si puede empezar a ejercitarse de nuevo el mismo domingo o ha de esperar al lunes. El encuentro copero va a llegar demasiado rápido y, además, se va a volver a encontrar con la realidad de este grupo segundo, aunque en esta ocasión trasladado al subgrupo B. De hecho, el duelo le podrá servir al equipo de Javi Rozada para evaluar su propio nivel con el de un rival medio del otro subgrupo con el que se cruzará en la segunda fase de esta extraña temporada.

Si el jueves le tocará jugar en Mutilva, el domingo, apenas 72 horas más tarde, deberá hacerlo en Getxo, en el campo más incómodo de toda la categoría como es Gobela. A ese campo le llaman la ‘jaula’ no sólo porque es especialmente pequeño, sino porque, además, apenas hay espacio entre las líneas que delimitan el terreno de juego y la pared o incluso la verja que separa el recinto del exterior a excepción del lateral donde está la única tribuna. Eso le da un aspecto de ser más pequeño todavía. Tiene todo el aspecto del mundo de ser una trampa, que es en lo que se suele convertir para todo equipo visitante. Es precisamente su casa lo que da vida al Arenas en la categoría, en la que sufrió el pasado año pero sólo porque hubo un tiempo que se tuvo que ir a jugar a otro escenario (Fadura). Se quedó sin su principal bastión pero ahora ya está listo para recibir al Racing.

Tener que jugar en Gobela poco después de hacerlo en Mutilva en sólo cuatro días y apenas otros tantos después de haber salido de un confinamiento será toda una trampa. De hecho, es probable que sean los dos únicos campos de césped artificial donde tenga que jugar el Racing en esta parte del calendario y se le vendrán ambos encima en el momento menos oportuno, justo cuando el Racing ha de dar un golpe encima de la mesa para borrar cualquier duda después de lo sucedido en Leioa, que no dejó de ser, en el fondo, una continuación de lo que se viene advirtiendo desde la pretemporada.

El equipo verdiblanco va a terminar el año en un contexto donde le cuesta sentirse superior. Le sucedió durante los amistosos estivales, cuando no fue capaz ni de ganar al Laredo en La Caseta de Noja ni al Lealtad en Les Caleyes, donde incluso perdió. A partir de ahí, no insistió en trabajar en esos contextos y se refugió en su propio campo contra equipos de los que dejan jugar, como suelen ser los filiales. Comenzó la temporada sin validar si había aprendido a competir en ese tipo de campos donde, como ya había advertido el propio Rozada porque lo había sufrido cuando había entrenado al Vetusta, cualquier equipo es competitivo y se reducen las teóricas diferencias cualitativas entre una plantilla y otra. Fue así como el Racing no pasó del empate en San Lorenzo tras estar sometido al rival durante buena parte del encuentro y como perdió hace apenas ocho días en Leioa.

Tras un nuevo parón que, además, ha metido a todos los jugadores en casa, lo ideal para el equipo de Rozada habría sido volver a jugar en su estadio, donde sí ha sido capaz de encontrarse a sí mismo. Lo hizo durante fases del partido ante el Alavés B y, sobre todo, contra el Barakaldo. Sin embargo, la fortuna ha querido que termine el año con la necesidad de superar esa asignatura pendiente en uno de esos escenarios que tan mal se le dan y con el añadido de tener que jugar sobre césped artificial y sin ritmo de competición.

Serán los dos últimos encuentros del año porque después, en principio, habrá que parar de nuevo, esta vez para pasar las vacaciones navideñas sin compromiso liguero, ya que el siguiente partido no será hasta el 10 de enero. Por lo tanto, el Racing va a ir de parón en parón y va a terminar el año sin haber alcanzado un ritmo de competición adecuado. Y para colmo, se va a encontrar con dos visitas complicadas. Una de ellas, la liguera, será incluso una de las más difíciles de toda esta primera fase de este curso tan extraño.

Estas dos últimas salidas tendrán unas peculiaridades bien diferentes a la que iba a tener la que debió afrontar el equipo el pasado fin de semana. Si no hubiera entrado el coronavirus de marras en el vestuario, habría jugado en Zubieta contra la Real Sociedad B. Habría sido un partido bien diferente a los dos que le esperan la próxima semana, cuando salga del confinamiento. Será sobre un terreno de juego amplio, con un césped natural en perfecto estado y con un equipo que va a querer el balón. Nada de eso va a suceder con el Mutilvera y el Arenas. Y el Racing ya ha demostrado no ser capaz de sentirse poderoso con la posesión en esos escenarios y, a su vez, no tener tampoco capacidad para jugar y ganar a lo que juegan los rivales.

Con tanto desplazamiento, el Racing va a terminar el año habiendo jugado en casa sólo contra el Barakaldo entre noviembre y diciembre. Todo ello hace difícil pensar que vaya a comerse el turrón estando satisfecho con su juego. Será, sin duda, su intención. Para ello, gracias al parón también habrá recuperado a un futbolista como Jordi Figueras. Sin embargo, éste acaba de salir de una rotura de fibras que estos días ya le habría permitido entrenar con todos, pero está por ver si el cuerpo técnico le da entrada en las rotaciones de estos dos partidos en poco tiempo porque jugar sobre sintético, cuando, además, uno será bien distinto a otro, no es lo recomendable para los problemas musculares. Y en el cuerpo técnico también son conscientes de que ponerse a jugar tras diez días sin salir de casa supone también un peligro en ese sentido.

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