La imagen de los puestos con todo tipo de productos en los pueblos regresa de nuevo tras dos meses de parón, pero el tradicional mercadillo de cada semana no es ahora el mismo porque esa actividad también regresa marcada por el coronavirus, aunque sí reviva de nuevo las zonas rurales.

Lejos de esos mercadillos repletos de gente, donde solo se ven cabezas y se oyen voces de vendedores persuadiendo a los viandantes, la COVID-19 ha cambiado la dinámica: Ahora la gente va con mascarillas y guantes y solo una cuarta parte de los comerciantes decide instalar su puesto.

En el mercadillo semanal de los viernes de la localidad de Sarón, tras dos meses de cierre, ayer los puestos han vuelto pero reducidos a 13, de los 20 que estaban previstos para este primer día después del parón y porque así lo permite la fase 1 de la desescalada en la que está Cantabria.

Ahora los puestos están cada 10 metros, la calle en la que se ubica este mercadillo es de una sola dirección para evitar cruces y aglomeraciones, y en la entrada, bien señalizada, el personal del Ayuntamiento de Santa María de Cayón reparte gratuitamente mascarillas y guantes, cuyo uso es obligatorio, y dispone de gel hidroalcohólico para el que desee usarlo.

Este mercado ha vuelto a la actividad en su horario habitual, de 9.00 a 14.00 horas, donde la hora punta es entre las 12.00 y 13.30 horas, y donde han primado los puestos de alimentación -más de la mitad-, mientras que el resto eran de calzado y ropa.

Siete ausencias. «Habíamos convocado 20 puestos pero ha venido 13. Es normal, las primeras veces en general suele pasar y ahora porque la gente tiene miedo, no lo tiene claro aunque también influye el mal tiempo», ha asegurado a Efe el alcalde del municipio, Gastón Gómez. Se trata de un mercado que es «cabecera» en la comarca, ya que Sarón es el pueblo más grande del municipio (9.000 habitantes), con algo más de 3.000 habitantes, y donde acuden los vecinos del ayuntamiento y de municipios limítrofes como Penagos o Castañeda.

Los vendedores notan el «miedo» de la gente al ir al mercadillo, porque, aunque «el comercio nutre al mercado del pueblo y el pueblo nutre al mercado», la gente mayor tiene unas costumbres fijas que ahora tiene que cambiar. Y eso, que este municipio de Santa María de Cayón sólo ha registrado un fallecido desde que comenzó la pandemia, y en la actualidad cuenta con dos casos activos de los 20 que tiene contabilizados.

«Somos uno de los ayuntamientos medianos o grandes que menos contagios hemos tenido y eso es gracias, en primer lugar, de las personas que han respetado el confinamiento y del centro de salud, de la Guardia Civil, de la Policía Local y de los voluntarios del Consistorio», ha destacado Gómez.

Sin embargo, toda precaución es poca cuando se trata de medidas seguridad para evitar cualquier posible contagio en el mercadillo, por lo que se ha fijado el aforo reducido y el control tanto en la salida como en la entrada, así como el uso de mascarillas y guantes.

Todos esperan que la situación mejore, los que más los comerciantes, que no podían dejar pasar la oportunidad de volver a montar sus puestos con diversos productos, para dinamizar de nuevo la vida y las economías de las pequeñas poblaciones.