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El Diario de Cantabria

Los centros deportivos vuelven a las rutinas con «una buena acogida»

«Los socios van quitando el miedo y la inseguridad, porque están muy concienciados con el uso de la mascarilla y están respetando muchísimo las normas», señala una coordinadora de Marismas

Los centros deportivos vuelven a las rutinas con «una buena acogida»

Los gimnasios y centros deportivos cántabros reabiertos tras cerrar por el estado de alarma, han retomado su actividad con clientes «animados», con clases «bastante llenas» y con una «excelente acogida» de todas las medidas de seguridad que han impuesto para evitar el contagio con la covid-19. Varios preparadores físicos de distintos centros deportivos de la región han explicado a Efe cómo ha sido su vuelta al trabajo presencial y como se han adaptado al nuevo modelo de negocio que ha surgido a partir de la crisis del coronavirus.

Mireia Leiras, coordinadora de actividades dirigidas del centro deportivo Marismas de Santander, reconoce que la primera semana empezó «poco a poco» por «el miedo al contacto y al virus», pero agradece que la gente haya vuelto de manera escalonada porque también el centro está «en proceso de adaptación». Ahora ve «las clases y el gimnasio cada vez más llenos» e, incluso, asegura que la capacidad del centro se encuentra «casi acercándose a las condiciones normales en esta época». «Los socios van quitando el miedo y la inseguridad, porque están muy concienciados con el uso de la mascarilla y están respetando muchísimo las normas», explica Leiras, quien ve un cambio: que el usuario llega al gimnasio con su ropa desde casa y se va sin pasar por los vestuarios «para evitar riesgos». El uso del gel hidroalgohólico y la mascarilla, la toalla obligatoria de al menos 40 por 70, la limpieza por parte del personal y de los clientes tras usar máquinas y material, la separación entre taquillas, o los bancos señalizados para mantener esas distancias de seguridad, son algunas de las medidas adoptadas en este gimnasio, que permiten que la gente «no tenga miedo».

Brandon Viana, entrenador en una sala fitness de Santander, apunta que el regreso al centro deportivo ha sido «muy positivo» y destaca que «la gente ya tenía ganas de volver», aunque reconoce que en la primera semana de apertura «la afluencia fue un poco más baja», quizá por «la pereza de estar ya en verano». Sin embargo, explica que con los días «se han ido sumando más personas a los entrenamientos» y prevé que «la gente empiece a entrenar más», aunque hay «unos aforos que se deben cumplir por ley».

Por ello, «se ha habilitado un sistema de reservas para acceder a sala fitness», al igual que ya se hacía con las actividades colectivas.

Para garantizar la seguridad, el centro deportivo en el que trabaja este preparador «está funcionando como un reloj suizo perfectamente sincronizado» y cuenta con mamparas de separación física, es obligatorio el uso de la mascarilla para transitar por las instalaciones y de pulverizadores antes y después de usar máquinas y agarres, además de la distancia social.

La vuelta al gimnasio no ha impedido que Viana siga con clases desde casa, que inició en el confinamiento, y sigue subiendo vídeos teóricos y prácticos en YouTube y pequeñas rutinas en Instagram para motivar a sus seguidores.

Quien vive una situación distinta es la bailarina, coreógrafa y profesora de danza Sofía Palencia, porque «la mayoría de escuelas de danza han decidido que no abren hasta septiembre por seguridad».

Para poder trabajar, Palencia ha optado por alquilar un pabellón en Astillero «para garantizar las medidas de distancia», y cuenta ya con 17 alumnos, además de impartir otro taller al aire libre, en la plaza de La Fondona de ese municipio.

Esta profesora de danza continúa también con sus clases virtuales y afirma que «un montón de gente que está fuera de España ha escrito para contribuir con donativos» para que sigan con esas clases.

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