Pocas historias se quedan en la memoria de quienes las leen, cuando no uno no es el protagonista. Pero indudable es, el hecho de que, quien vive un suceso trascendente en su vida, se le queda grabado, tatuado en la mente para siempre. Y más aún, cuando de joven te sacan de tu casa, de tu pueblo, y te dicen que debes emigrar porque tu hogar, el territorio que conoces va a desaparecer, engullido por las aguas.

“Hace un siglo nació una mujer en un pueblo llamado Llano, un pueblo desaparecido bajo la aguas porque el gobierno de la época inundó para construir el pantano del Ebro".
 

Esto es lo que le pasó a María Luz Peña Alonso hace muchos años, cuando en 1921 comenzaron a construir el embalse del Ebro, que inundó su pueblo natal, llamado Llano. Una obra que duraría 24 años en terminarse, pero que dejó una huella imborrable.

Alrededor de 60 kilómetros de superficie inundada por 600 millones de metros cúbicos de agua cubrieron completamente los pueblos de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante y afectaron, en mayor o menor medida, a Las Rozas, Renedo, Villanueva, Llano, Orzales, Arija, Quintanamanil y La Población, entre otros.

Quedó anegado todo un fondo de valle en cuyo paisaje destacaba la presencia de una importante cabaña de ganado vacuno y caballar que mantiene una simbólica significación en la actual cultura campurriana.

A la señora Mariluz, vecina de Sotillo, un día la dijeron que se tenía que marchar de su casa porque el río iba a crecer.

A medio plazo, efectos como el paro y su más inmediata consecuencia, el éxodo, afectaron a ayuntamientos ribereños con más dureza que esas nuevas brumas que aparecían en el pantano. Los pagos de las expropiaciones, en algunos casos insuficientes, se dilataron hasta finales de los años 50. Pero, al mismo tiempo, ello supuso una reorganización de las estructuras socioeconómicas de la comarca derivadas de una instalación industrial estratégica, concentrada y centralizada.

Cuenta que los de su familia que no se fueron de su casa hasta que el agua la llegaba por las rodillas. Cogieron cuatro sillas y se mudaron a Sotillo, lugar donde reside actualmente. Una aldea sobre una ladera a 1000m de altura.
 

La memoria y la historia de aquella industria quedó también oculta bajo las aguas del pantano, que sometió en una permanente crisis a todos los pueblos que le rodean.

El pasado día 6 de agosto, se celebraba en la orilla del embalse un acto de homenaje para todas aquellas personas que sufrieron los efectos de esta enorme infraestructura.

Aquí no pueden hacer un embalse, pensaron. Hoy 17 de agosto de 2022 "celebra sus 100 años con toda su familia".