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El Diario de Cantabria

"¿Te sorprendería que esta persona muriera a lo largo del próximo año?"

Un anciano de la residencia de mayores San Carlos de Celanova (Ourense) es trasladado a otro centro. EFE/Brais Lorenzo/Archivo
Un anciano de la residencia de mayores San Carlos de Celanova (Ourense) es trasladado a otro centro. EFE/Brais Lorenzo/Archivo
"¿Te sorprendería que esta persona muriera a lo largo del próximo año?"

"¿Te sorprendería que esta persona muriera a lo largo del próximo año?". Esta es una de las preguntas que el departamento de Salud catalán introdujo en un documento el pasado mayo para que los sanitarios de residencias gestionaran, ante la pandemia de coronavirus, cómo tratar a una persona mayor en estado grave.

El pasado 2 de mayo Salud publicó un documento con el título "Recomendaciones prácticas para la toma de decisiones éticas y clínicas en el entorno residencial en contexto de la crisis de COVID-19", que debía servir al profesional sanitario para decidir cómo tratar a una persona mayor en estado grave, si trasladarla a un hospital o procurarle cuidados paliativos.

La iniciativa tenía por objetivo "proporcionar herramientas para la toma de decisiones éticas y clínicas a profesionales del ámbito residencial", en un contexto de "crisis y limitación de recursos internos y del entorno".

El documento, de uso interno para los profesionales, aconsejaba responder a la pregunta "¿Te sorprendería que esta persona muriese a lo largo del próximo año?" para saber el nivel de su estado y añadía estas otras: "¿Tiene necesidades paliativas? ¿Tiene criterios de enfermedad avanzada? ¿Tiene declive funcional o nutricional? ¿Tiene multimorbiliadd? ¿Ha tenido múltiples ingresos urgentes?".

Salud publicó este documento cuando el número de fallecidos por COVID-19 en Cataluña aquel día había descendido a 95 personas, lejos de las jornadas de mayor virulencia de la pandemia en marzo y abril, cuando se registraban más de 300 muertos diarios, y contó con el respaldo de todas las asociaciones médicas, colegios profesionales y patronales de las residencias.

Previamente, el 25 de marzo, cuando hubo 271 fallecidos en un sólo día, un documento interno del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) aconsejaba no ingresar en las UCI a mayores de 80 años con coronavirus y "evitar ingresos de pacientes con escaso beneficio".

Ese documento, que contó con el respaldo del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña, aunque no del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona, incluía recomendaciones, no órdenes, según explicó entonces a Efe el director médico del SEM, Xavier Giménez, que reconoció que las UCI estaban llenas de personas de entre 40 y 70 años.

Sin embargo, el documento del 2 de mayo especificaba que "el pronóstico, la edad cronológica o el tipo de trastorno NO (lo indica con mayúscula) se han de utilizar como criterios únicos" y recomendaba revisar la historia clínica de la persona.

Aconsejaba diagnosticar al paciente en residencias valorando su "fragilidad", si se trataba de un paciente crónico complejo (PCC), si sufría una enfermedad avanzada con pronóstico de hasta un año de vida o si estaba terminal (últimos días o semanas).

El segundo paso recomendado era "explorar valores y preferencias" del paciente y averiguar si disponía de Documento de Voluntades Anticipadas.

Con estas indicaciones, el médico ya debería tener una propuesta de nivel de intervención y decidir si era candidato a ser trasladado a un hospital, si le aplicaba oxígeno o le hacían pruebas, si debía recibir medidas activas en la residencia o si le aplicaban "medidas paliativas de confort", sin mencionar la modalidad.

El documento aconsejaba también al médico hacer una evaluación rápida con el paciente, o con su familia si este no era competente, sobre "¿qué le preocupa? ¿qué expectativas tiene? ¿cómo ve el futuro? ¿qué nos pide? ¿cómo ve la situación actual de COVID? y, en caso de sufrir el coronavirus, ¿dónde querría ser atendido?".

El objetivo era obtener de cada paciente sus preocupaciones, prioridades y preferencias y conocer el de sus familiares, a los que recomendaba dar apoyo y consejo sobre atención sanitaria, emocional y espiritual, y se indicaba que el médico era quien debe "evaluar la situación de los recursos territoriales para dar respuesta a la persona".

"Evitar usar los servicios de urgencias si no están claros los objetivos y pensar en fórmulas alternativas a los servicios de urgencias" y "ante decisiones éticas especialmente difíciles, contactar con comités de ética locales" eran otros consejos reflejados en el texto.

El documento del 2 de mayo fue elaborado por el experto en cuidados paliativos Xavier Gómez Batiste; el geriatra Jordi Amblàs; la directora de la Cátedra de Bioética de la Universidad de Vic, Núria Terribas; la psicóloga Anna Casellas-Grau; el médico Xavier Costa; la presidenta del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Cataluña, Begoña Román; la especialista en cuidados paliativos Pepa Romero; y la ex consellera de Sanidad y médica Marina Geli.

La mayoría de médicos sostienen que el protocolo a seguir con pacientes mayores con escasas expectativas vitales, aún sin estar en pandemia, es no someterles a un "encarnizamiento terapéutico", que en el caso de la COVID suponía entubar, hacer traqueotomía, sedar en una UCI durante días y administrar fármacos con múltiples efectos secundarios.

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