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El Diario de Cantabria

El jándalo Pedro Igareda donó sus bienes para ayudar a niños y ancianos

Nació en Santibáñez de Carrejo (1820) e hizo su fortuna en Cádiz en negocios de vinos y coloniales

Colegio Sagrado Corazón. / A. del Saja
Colegio Sagrado Corazón. / A. del Saja
El jándalo Pedro Igareda donó sus bienes para ayudar a niños y ancianos

o que viene utilizando como sede del Ayuntamiento, construido en la plaza Virgen del Campo, en el año 1888, quizá convenga recordar la trayectoria de Pedro Igareda, un jándalo, nacido en Santibáñez de Carrejo, en 1820, que hizo su fortuna en Cádiz trabajando en negocios de vinos y coloniales y donó, junto con su hermana, Petra, toda su fortuna para atender a los ancianos más necesitados y mejorar la educación infantil.

Hijo de Francisco Igareda, vecino de Pesúes, y de Vicenta Balbás, de Santibáñez de Carrejo, cursos sus primeros estudios en las escuelas de Santa Lucía, a donde acudían los niños de Cos, Carrejo y Santibáñez, hasta que siguió su formación en el colegio de los Padres Escolapios de Villacarriedo. Antes estudió en Cabezón, a donde se trasladaron sus padres a vivir. Pedro Igareda fue un jándalo, pero no de la tópica imagen del adolescente que crece detrás de un mostrador despachando vinos o comestibles, sin ningún horario y ganando poco más que el sustento. Cuando llega da Cádiz, ya un hombre encuentra allí bastantes conocidos y varios familiares con negocios sólidamente asentados de bodegas y exportación de vinos.

Pedro Igareda murió en Cádiz en 1876. Sus restos fueron traídos en 1883 a Cabezón de la Sal para ser enterrados en el panteón del cementerio de La Fuentanuca, que había mandado construir su hermana Petra para reunir los restos de la familia. Por deseo de los patronos de la Fundación, sus restos se colocaron en un pequeño monumento en la capilla del colegio residencia de Carrejo. El busto del fundador que estaba que formaba parte de este monumento cincelado en mármol es el que está ahora en el centro de los jardines de la residencia de ancianos.

libro. Según se recoge en el libro ‘Cabezón de la Sal en los siglos XVII, XVIII y XIX’, de Ricardo Aguirre, ex cura párroco de Cabezón de la Sal, en su testamento redactado en Cádiz, el 4 de septiembre de 1882, funda escuelas de párvulos en Carrejo y Cabezón de la Sal; además funda escuelas en Carrejo y Cabezón de la Sal de niños y niñas por separado, divididas en aulas según niveles de conocimiento. Por supuesto, totalmente gratuitas.

Manda que en todas las escuelas se adopte el método de Foebel, famoso pedagogo alemán. Por otro lado, compra una fértil y amplia finca para iniciar a los alumnos mayores en las prácticas agrícolas más aventajadas. Selecciona a los 2 alumnos mejor dotados intelectualmente y crea 2 becas perpetuas, para que hagan una carrera de grado superior.

Para desarrollar esta importante actividad docente construyó cuatro edificios. En 1888 se hicieron cargo los Hermanos Maristas de las enseñanzas de preescolar y Educación Genral Básica en el edificio que hoy ocupa el Ayuntamiento. Este inmueble era, además, sede de atención de 12 ancianos.

Su deseo reflejado en el testamento de construir un Colegio-Escuela Agrícola se prolonga, por lo que los hermanos maristas tienen que dar estas clases provisionalmente en una casa del barrio de La Pesa.

También, en 1897 llegan las hermanas de la Caridad a Carrejo. La fundación las instaló en edificio que hoy ocupa el Museo de la Naturaleza de Cantabria para que atendieran a los párvulos y niñas de EGB.

La muerte del albacea produce un parón en los deseos de la Fundación y se modifica el proyecto original construyéndose en la finca de Carrejo el actual edifico de la Residencia de Ancianos. A él se trasladan en 1904 las hermanas de la Caridad que estaban en la plaza de Carrejo, ocupando se sitio otra comunidad de Maristas, haciéndose cargo de la enseñanza de los niños de Carrejo y Santibáñez.

El pernalejo. En 1908 se termina la construcción del edificio de El Pernalejo, a donde se trasladan las Hermanas de la Caridad que estaban en la plaza Virgen del Campo. Y a este inmueble, llegan después los Maristas, que estaban desarrollando su labor en malas condiciones en La Pesa.

Después, Petra Igareda aumento y mejoró la dotación de colegios en el municipio cabezonense con la creación de la Escuela de Comercio, enel barrio de La Pesa, donde se impartía la enseñanza de Perito Mercantil de forma gratuita para los jóvenes de Santibáñez, Cabezón y Carrejo. Éste inmueble es el que ocupa hoy la Escuela de Adultos. A estos cuatro colegios hay que sumar la Asociación de Antiguos Alumnos, la biblioteca, la mutualidad escolar y los campos de deportes.

El pueblo de Cabezón en señal de reconocimiento a la obra de Igareda dio su nombre a una de las principales de la villa y al instituto donde se impartían estudios de Bachillerato dependiente del Instituto de Torrelavega. Este centro, después, ha sido cambiado su nombre por el IES Foramontanos.

Ricardo Aguirre, en el libro que estamos comentando señala que «respetar el nombre de Igareda es respetar la historia de Cabezón y su patrimonio cultural con rasgos importantes en su identidad como pueblo; relegarle al olvido, además de una injusticia, es un error histórico».

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