19.04.2024 |
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RACING

Primera lección de un veterano

El Racing fue superior durante muchos minutos al Sporting y, sobre todo, fue el dominador del segundo tiempo, pero al equipo asturiano le bastó una buena llegada para llevarse la victoria por la mínima (0-1)
Peque fue un peligro para la defensa del Sporting en el segundo tiempo. / RRC
Peque fue un peligro para la defensa del Sporting en el segundo tiempo. / RRC
Primera lección de un veterano
Todo el mundo repite cada vez que le ponen un micrófono delante que el fútbol, y más aún en Segunda o Primera División, se decide en las áreas, que en estas categorías no se perdonan los errores y los delanteros no necesitan apenas nada para marcar. Puede parecer un mensaje fabricado para salir del paso cuando a uno le preguntan en sala de prensa, pero en Sarón quedó demostrado que es verdad. El Racing, sobre todo en el segundo tiempo, fue mejor que el Sporting y, aunque escasas, las mejores ocasiones fueron suyas. Sin embargo, al conjunto asturiano le bastó una para marcar y volver a casa con la satisfacción de haber vencido a un equipo de su misma categoría. Teniendo en cuenta que Fernández Romo afirma tras cada ‘bolo’ veraniego que lo que menos le importa es el resultado, quizá hasta haya sido positivo para que sus hombres, cuando menos, se marcharan con la lección aprendida de un repleto Fernando Astobiza.

Como suele suceder a estas alturas del verano, se disputaron dos partidos en noventa minutos. Un Racing se midió a un Sporting y otro Racing se enfrentó a otro Sporting. El entrenador y las intenciones fueron las mismas en cada uno de los colores, pero los protagonistas fueron diferentes en función de si jugaron antes o después del descanso. Nada nuevo. Es lo habitual cuando las piernas aún se acuerdan de las vacaciones y, para colmo, llegan a la cita tras la enorme carga de trabajo de los primeros entrenamientos. Eso se nota. Sobre todo, de medio campo hacia delante. Por eso es tan complicado divertirse en este tipo de amistosos. La chispa y la magia que marcan las diferencias en las áreas rivales aún se mantiene escondida.

Fernández Romo comenzó el encuentro con Miquel Parera bajo palos y una defensa formada por Unai Medina en el lateral derecho, Álvaro Martín en el izquierdo, Juan Gutiérrez y Pol Moreno como pareja de centrales y los habituales inquilinos de la sala de máquinas durante la exitosa segunda vuelta del curso pasado, Íñigo y Fausto Tienza, en el doble pivote. Por banda izquierda se colocó Arturo, por la derecha Dalisson, Íñigo Vicente en la media punta y Cedric como punta. Fueron estos tres últimos los que más peligro generaron en ese primero de los dos partidos que se disputaron. Sobre todo, en un arranque del encuentro que prometió cosas que después no llegó a cumplir. Lógico.

Había ganas de ver al último fichaje del Racing hasta la fecha. No se lo pensó dos veces y eligió el diez para adornar su espalda. No le pesó por mucho que hasta hace bien poco fuera el número de Pablo Torre. Se colocó por dentro sin que esa línea de tres media puntas tuviera la movilidad que sí había mostrado en Guarnizo. Cada uno se mantuvo en su sitio aunque lo cierto es que el primer balón que tocó el atacante de Derio fue en la posición de extremo derecho. Recibió un buen balón de Íñigo después de galopar un buen contragolpe y el jugador cedido por el Athletic recibió ya en el  interior del área, desde donde centró buscando a quien rematara, pero la pelota la atajó el portero rojiblanco.

Comenzó el Racing con muchas ganas de jugar en campo contrario y, de hecho, a los pocos segundos Cedric, que como todo delantero en pretemporada quería dar continuidad al gol que había anotado el pasado viernes, ya metió en un buen lío a la defensa del Sporting. La jugada acabó en nada pero sólo dos minutos más tarde el africano ya hizo trabajar a Mariño. El ‘nueve’ verdiblanco recibió un balón en largo por la parte izquierda del área rival, por lo que pudo rematar con dureza y sin esperar demasiado. La pelota fue bien dirigida pero el cancerbero del conjunto asturiano se mostró muy seguro.

Con el paso de los minutos se fue asentando mejor el Sporting en el partido y, fundamentalmente, en el medio campo. Comenzó a encontrar a Manu García y todo racinguista sabe ya cómo se las gasta el jugador asturiano si encuentra aire entre líneas. Obligó a cerrar bien todo espacio, algo de lo que son especialistas tanto Fausto Tienza como Íñigo. El cuero lo movía mejor el equipo rojiblanco pero carecía de profundidad. Buscó su banda izquierda pero sus únicos acercamientos con posibilidad de peligro en los primeros cuarenta y cinco minutos surgieron a partir de disparos lejanos.

El primero de ellos fue un lanzamiento de falta que cogió a Parera bien colocado y el segundo un disparo de Aitor tras recibir de Manu García que se fue bien cerca del palo derecho de la portería racinguista. Lo intentó el Sporting con algún contragolpe aislado pero a estas horas todavía no hay potencia ni proteínas para culminar con éxito una transición que coja por sorpresa a los defensores. No se puede decir que Pol Moreno y Juan pasaran apuros.

Al descanso se llegó sin goles pero la jugada que más cerca estuvo de terminar en gol nació, como muchas veces sucede también en pretemporada, por un error. Sucedió al cuarto de hora. El central Grajera quiso dar un pase cómodo a su portero Mariño para que ayudara a iniciar el juego pero no acertó en la precisión, lo envió con demasiada potencia y el cancerbero tuvo que ver cómo la pelota se paseaba frente a él sin que llegara a tiempo para controlar. De hecho, llegó hasta los dominios de Iñigo Vicente, que ya estaba con el babero, el cuchillo y el tenedor. El vizcaíno remató de primeras antes de que llegara el de los guantes para corregir pero lo cierto es que llegó y alejó el peligro.

El césped del Fernando Astobiza estuvo perfecto y fue toda una invitación a tratar bien el cuero. Los dos quisieron jugar y ambos intentaron poner ritmo, a lo que ayuda tener la certeza de jugar sólo 45 minutos. Para el equipo rojiblanco fue su primer amistoso y lo cierto es que dio la impresión de llegar peor al tramo final de ese primer choque. Logró el Racing que se jugara más en las inmediaciones de Mariño pero se le terminó el tiempo sin haber conseguido alterar el marcador.

Quien finalmente lo hizo fue el Sporting en el segundo de los dos partidos disputados ayer. Como no había habido goles en el primero, comenzó cero a cero, como debe de ser. Los dos equipos cambiaron a todo el bloque de jugadores y, en concreto, Fernández Romo formó con Ezkieta bajo palos; Dani, Bobadilla, Rubén y Satrústegui en defensa; Borja Domínguez y Aldasoro en el doble pivote; Alfon por la derecha; Camus por la izquierda; Juergen de enlace y Peque en punta de ataque. Fue un once que hizo evidente desde un primer momento ser superior al equipo que tenía delante. Jugó con una marcha más, a un ritmo superior, presumiendo de presencia sobre el terreno de juego, de colocación e incluso de capacidad de presión en campo contrario. Le hizo difícil la vida a un equipo gijonés al que le costó salir y fabricar fútbol, pero marcó.

Y marcó un buen gol que combinó fuerza y potencia con calidad técnica y oportunismo. Los dos primeros ingredientes los puso Otero. Tras controlar la pelota en banda derecha, avanzó como si fuera Julio Baptista en sus mejores momentos. Estaba escorado a la cal y, de primeras, se fue bien de Borja Domínguez. El gallego le persiguió pero no le cazó. Tampoco le cogió Satrústegui ni le consiguió derribar Aldasoro tras ir con todo a por él. Llegado el momento, el colombiano le cedió la pelota al canterano Queipo, que fue quien puso el talento. Controló, cambió de ritmo, dejó vendido a Dani y, aunque su zurdazo dio la impresión de ir para dentro por sí solo, por si acaso se tiró Djuka para meter la pelota para dentro. Los jugadores del Racing pidieron fuera de juego, pero en el Fernando Astobiza no hay VAR para revisar la acción.

El gol llegó a once minutos del final, cuando dio la impresión de que a los dos, y sobre todo al conjunto cántabro, se les había acabado la gasolina. Los hombres de Fernández Romo habían dominado de cabo a rabo el primer cuarto de hora del segundo tiempo, sin dejar superar la línea de medios a su superado oponente, con Borja Domínguez ofreciendo una buena salida de balón y, sobre todo, con un Juergen pletórico y omnipresente. Su primera acción estelar fue un pase en largo a Peque, que pasó de pasar desapercibido en Guarnizo a ser protagonista ayer. El catalán controló en el interior del área y, aunque tenía a dos defensores tapándole el disparo, se las ingenió para rematar con la zurda y buscando el segundo palo. Hizo intervenir a lo grande a Cuellar y, aún así, desde la distancia dio la impresión de que la pelota llegó a tocar la madera antes de perderse por la línea de fondo.

Hasta tres saques de esquina consecutivos botó el Racing. Uno de ellos lo provocó el propio Juergen al controlar un centro perfecto de Borja Domínguez desde banda izquierda. El colombiano remató dentro del área pero la defensa sacó el cuero por la línea de fondo. Él mismo botó el saque de esquina y también él mismo, ya con el balón en juego, vio venir como una bala a Alfon y le asistió para que entrara en el área y se las ingeniara para rematar con dureza, pero el balón se estampó contra el lateral de la red.

Fueron quizá los mejores minutos del Racing hasta la fecha este verano. Atrás, Rubén presumía de una velocidad tremenda y el medio campo jugó con más soltura la pelota. Quizá se echó en falta una mayor presencia de las bandas y una mayor participación de Marco Camus, al que le costó entrar en juego. El encuentro incluso dio la impresión de desnivelarse aún un poco más en favor de los intereses verdiblancos cuando Zafiro comenzó a sangrar por culpa de una brecha en el pómulo provocada por un encontronazo con Borja Domínguez. Quedaba mucho tiempo por delante pero Abelardo prefirió quedarse con diez que hacer que alguno de sus futbolistas jugara más de 45 minutos. Y le salió bien. Quizá era consciente de que al conjunto cántabro se le iba a ir acabando la gasolina porque es lo más normal a estas alturas de la temporada.

Aún así, antes del gol, apenas cuatro minutos antes, dispuso el equipo verdiblanco de su mejor oportunidad para haberse adelantado y haberse dado el gustazo de  ganar a un equipo de su misma categoría. Se produjo un jaleo en el área del que no logró sacar partido por la buena actuación de Cuéllar bajo palos. Quizá de haber acertado el resultado final habría sido otro, pero eso, como repite Fernández Romo, es lo de menos. Lo de más quizá fue que, durante mucho tiempo, los suyos fueron superiores.

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