17.05.2024 |
El tiempo

REAL ZARAGOZA 4-1 REAL RACING CLUB

Misión imposible en Zaragoza: A los 25 minutos el Racing ya había encajado goles y expulsados

A los 25 minutos de partido, el Racing ya había encajado dos goles y sufrido dos expulsiones - El partido estuvo perdido desde ese momento pero, aún así, no le perdió la cara y mantuvo el tipo hasta el último momento, cuando incluso logró marcar

Misión imposible en Zaragoza: A los 25 minutos el Racing ya había encajado goles y expulsados

Al Racing le rodearon ayer cuatro encapuchados armados con bates de béisbol, puños americanos y un Kalashnikov y le dieron una auténtica paliza. Le patearon la cara y la entrepierna y le dispararon en cada extremidad antes de dejarle abandonado a su suerte y prácticamente desangrado. No tuvo capacidad de reacción ni de hacer frente a sus atacantes, sólo de protegerse para, cuando menos, salir vivo y poder pedir ayuda para que alguien le llevara al hospital. No pudo reaccionar porque en apenas siete minutos recibió dos rojas y otros tantos goles. Puro ensañamiento teniendo en cuenta que aún quedaba una hora de partido por delante en la que el objetivo principal pasó a ser no recibir una goleada demasiado escandalosa.

No era una misión menor teniendo en cuenta que, ante un empate a puntos con la Ponferradina, es el golaverage general el que se va a tener en cuenta, por lo que en una encerrona como la de ayer se podía echar todo a perder. Porque rara vez se vio una disposición así en un tablero de juego, con tanto tiempo aún por delante y un desequilibrio tan evidente. Había que pensar mucho cómo afrontarlo porque, a la inferioridad numérica, había que sumar el tremendo desgaste al que se iban a ver sometidos los futbolistas verdiblancos. Era el momento de mantener el tipo, de conseguir que las constantes vitales se mantuvieran activas a pesar de los golpes.

Todo se empezó a ir a paseo cuando Íñigo llegó tarde a un balón dividido. Es una acción ya vista anteriormente esta temporada. El capitán, que siempre va con todo, no llegó a tiempo y acabó golpeando con sus tacos en el tobillo del rival. En un primer momento, el árbitro lo solventó con una cartulina amarilla, pero pronto recibió la llamada del VAR para que fuera a verlo. Y fue, así que desde ese momento ya se podía dar por hecha la roja. No había mucho que discutir viendo las imágenes.

Tocaba replegarse. No pasaba nada. Es algo que el Racing ha sabido hacer esta misma temporada porque sabe protegerse, plantarse en un bloque bajo, escavar su trinchera y dejar que pasen los minutos sn que los rivales encuentren por dónde atravesar su muralla. Sin embargo, no le dio tiempo a organizarse porque en la jugada inmediatamente posterior a la roja, llegó el gol. Eso es lo que más duele porque obliga a descubrirse más de lo recomendable. 

Simeone ya había advertido a los catorce minutos al culminar una jugada marca de la casa. Al Zaragoza le gusta correr y construir ataques tremendamente verticales. De hecho, el encuentro comenzó enseñando a dos equipos que buscaban cosas parecidas, con la certeza de que el trayecto más corto entre dos puntos es la línea recta. Quien antes la trazó fue el conjunto maño al ganar Iván Azón la posición a Rubén Alves tras recibir un balón desde su propio cambio. Frenó, pensó, miró y esperó a que llegara el delantero argentino, que remató ante Parera, pero lo hizo desviado.

A los 19 minutos, uno después de la expulsión de Íñigo, no perdonó. Sacó petróleo de un centro nada bueno de Bebé adelantándose a Germán. Metió el exterior de la bota lo justo para rematar con talento, fe y fortuna para conseguir un gol vistoso que fue un auténtico golpe moral para las esperanzas racinguistas. Sin embargo, aquel fue sólo el primer puñetazo. Aún debía brotar mucha sangre más. El ensañamiento iba a ser tremendo.

Cuando el Racing todavía estaba pensando qué iba a hacer con el partido, cuando se estaba planteando cómo hacer frente a esos kinkis que le habían metido en una encerrona en aquel callejón oscuro, llegaron los disparos a las rodillas, la caída al suelo y la patada en la boca. José Alberto había recolocado a los suyos llevando a Pombo a la banda derecha y trasladando a Juergen en el medio centro. Porque sí, finalmente había sido el colombiano el elegido para arrancar desde el costado diestro, pero apenas hubo tiempo para sacar conclusiones sobre dicha maniobra. No tuvo mala pinta porque, en verdad, jugó más por dentro que por fuera y ahí se generaron muchas superioridades que apuntaban maneras mientras que el carril, como la semana pasada, se lo quedaba por entero Unai Medina.

Las balas enemigas surgieron de una pérdida de Íñigo Vicente que también pudo ser falta, lo que habría anulado lo que sucedió después. Y lo que sucedió fue que el Zaragoza transitó rápidamente tras la recuperación consiguiendo que Simeone le volviera a ganar la partida a Germán. Salió Parera para impedir que tuviera terreno con la mala suerte de que el delantero remató antes golpeando el balón en sus manos cuando ya estaba fuera del área. El árbitro no lo dudó y le enseñó la roja porque, además, se acabó chocando contra el atacante. 

El daño fue mucho mayor del aparente porque el Zaragoza marcó un segundo gol también tras la segunda roja y también porque el racinguista tiene memoria. Y recordó aquella mano fuera del área de Manolo Reina, el portero del Málaga, que frenó un ataque de Matheus en El Sardinero con el duelo empatado. Aquello también era una expulsión como un camión pero el colegiado sólo enseñó una amarilla. ¿Por qué una diferencia de criterio así? Ni el VAR actuó aquel día.

El gol nació del propio saque de la falta. Pero no a la primera porque el balón golpeó en la barrera, sino a la segunda. El rechace cayó en el propio Bermejo y se sacó, ahora sí, un zurdazo imparable. Bajo palos ya estaba Jokin Ezkieta, a quien le tocó debutar en una sala de tortura. Era el peor escenario posible para él porque, de hecho, acabó recibiendo tres goles. Sin embargo, su actuación fue notable porque tuvo oportunidades para demostrar su valía bajo palos. Lo que pasa que el partido no estaba para disfrutar, sino para pedir la hora.

José Alberto quitó a Matheus para que pudiera entrar el portero navarro. Lo tremendo fue que ni siquiera renunció a atacar porque Jorge Pombo, que fue todo pundonor, incluso probó a Cristian Álvarez tanto cuando el partido iba 2-0 como cuando ya iba 4-0. En ambas respondió perfecto el gran portero del Zaragoza, pero esa actitud de no renunciar a hacer daño e incluso a meterse en el partido cuando todo estaba perdido es de valorar.

El Racing ya estaba en el suelo sangrando por la boca y por la nariz, habiendo sufrido dos expulsiones con sólo dos faltas en todo el primer tiempo (cinco en todo el partido), pero aún recibió un golpe en las costillas con el bate de béisbol. Ese tercer gol también fue de los que duelen, ya que llegó en el descuento. Le dejó sin opción incluso de meter miedo. Hasta dos remates en cuestión de segundos le detuvo Ezkieta a Iván Azón pero no pudo con el tercero, un cabezazo por alto que se fue para dentro. Todo estaba ya acabado.

Los dos equipos hicieron cambios durante el descanso pensando ya en el futuro. Seguir jugando ya no tenía sentido pero había que cumplir con el papel de pagafantas que le tocó al Racing en la improvisada fiesta que se había montado en La Romareda, que incluso silbó la decisión el árbitro de descontar un solo minuto tras el noventa para no alargar la agonía. Hay que tener un poco más de clase.

El segundo tiempo, como era previsible, se jugó en las cercanías del área racinguista, ya que el conjunto cántabro apenas tenía capacidad de pisar campo contrario. Sin embargo, nunca le perdió la cara al partido, nunca bajó los brazos y se mantuvo entero. Tanto es así, que incluso anotó el llamado gol de la honra gracias a un penalti avistado por el VAR. Alves recibió un codazo cuando iba buscando un balón aéreo y la pena máxima, otra más para la cuenta racinguista, la marcó Peque con precisión y talento. Ni tan mal. Finalmente, pudo llegar la ambulancia y al Racing le pudieron curar las heridas para que esté a punto de dar la cara el próximo fin de semana ante el Granada. Habrá mucha rabia acumulada que sacar a la luz ese día.

Misión imposible en Zaragoza: A los 25 minutos el Racing ya había encajado goles y expulsados
Comentarios