20.04.2024 |
El tiempo

ONCE RAQUEROS Y UN BALÓN

Desde 1913, hasta la eternidad

El Racing de Santander ha ganado en el día de ayer al Andorra, un rival directo para la permanencia en segunda división 
AFICIÓN
Desde 1913, hasta la eternidad

El Racing de Santander ha ganado en el día de ayer al Andorra, un rival directo para la permanencia en segunda división y que ascendió junto al equipo cántabro en la presente temporada a la categoría de plata del fútbol español, en un partido en el que la escuadra verdiblanca conmemoraba sus 110 años de historia.

Con un resultado positivo de 2-1, pese a los momentos de sufrimiento de los últimos minutos, el Racing ha realizado un buen partido en el que ha salido victorioso gracias a los dos tantos de Jordi Mboula.

El catalán, que lleva cuajando unos grandes partidos últimamente, ha sido el hombre del partido con dos goles en el minuto 14 y 35, respectivamente, con los que ha ayudado para que la tarde sea todavía más feliz en Los Campos de Sport.

El primero de ellos, Mboula ha rematado con la derecha desde el centro del área por bajo, junto al palo izquierdo, gracias a una asistencia del último fichaje verdiblanco, el crota Roko Baturina tras un contraataque. El segundo, un disparo con la izquierda desde el centro del área al centro de la portería, que fue debido a un pase del mago de Derio, Íñigo Vicente, que también ha realizado un buen partido.

Los goles del Racing, ambos en la primera parte, han servido para que tanto la parroquia verdiblanca, como los jugadores en el campo, disfrutasen de una cierta «relajación» y ventaja durante el partido. Con la presión bien definida y cada jugador rindiendo en su máximo exponente, el técnico asturiano del conjunto cántabro, José Alberto, ha podido ver desde la banda de El Sardinero cómo sus pupilos se adelantaban en el marcador, ante un equipo que es un claro rival para luchar por la permanencia.

Con el pitido en el 45 más el añadido, los 22 hombres que estaban sobre el terreno de juego se retiraron a los vestuarios y tras los 15 minutos reglamentarios, comienza la segunda parte en Santander.

Un segundo tiempo en el que los jugadores de Eder Sarabia, al ir perdiendo, intentaron rascar algo de acierto en el área rival. Tanto es así, que cada vez se fueron aventurando más en el área verdiblanca.

AFICIÓN

Las ocasiones seguían su curso, y las oportunidades de gol con ellas, el Racing aguantaba y durante el impacto de los golpes de los andorranos intentaba sacar algo de provecho y hacer una contra con la que matar el partido.

Pero llegado el minuto 67, Jacobo González abre la lata para el equipo rival debido a un disparo con la izquierda desde el lado izquierdo del interior del área por el centro de la portería, con una asistencia de Rubén Bover. El partido se ponía casi igualado, a solo un gol de diferencia, y se complicaban las cosas para los montañeses. Los rivales apretaban cada vez más, pero los rivales aguantaban en su feudo gracias a su organización y al orden en la zaga.

Fueron pasando los minutos y la tensión fue en aumento, la grada murmuraba la hora y los jugadores desde el campo no perdonaban una ocasión, tanto fue así que el capitán del Racing vio la segunda amarilla y por tanto, se tuvo que ir a la ducha. No sin antes recibir una gran ovación de los fieles que se dieron cita en el templo verdiblanco.

Íñigo será de Ampuero, pero también es ya un patrimonio de la entidad cántabra. Un ejemplo de canterano, que llegó al club siendo un crío y que ahora con sus 24 años luce con orgullo por todos los campos de España el brazalete de capitán del Racing.

Tras unos minutos frenéticos en los que el Andorra no paraba de avisar y de generar ocasiones, el árbitro añade siete de añadido. Otro quebradero de cabezas para la hinchada verdiblanca, que pedía la hora porque veía que peligraban los tres puntos dado el empuje del visitante.

Finalmente, y no por jugadas, el partido concluyó con el 2-1 para los cántabros y pudieron así disfrutar de un día de fiesta en el que celebraron que allá por 1913, a principios del siglo XX, unos jóvenes se juntaran en la Plaza de Pombo de Santander y soñaran con crear un equipo de fútbol. De aquellos polvos, estos lodos. Un recorrido de historia y honor, que hacen que el Racing ocupe un hueco dentro del corazón y la mente de todos los cántabros. Quién no ha tenido en su casa una bufanda o una camiseta del viejo, da igual que sea de tu abuelo, padre, madre o tía…El Racing es un sentimiento generacional, que es inmortal, como lo es el propio club. Por ello, desde 1913, hasta la eternidad.

AFICIÓN

Fiesta verdiblanca

La Asociación de Peñas del Racing (APR) ha organizado durante esta semana diversas actividades para conmemorar la epifanía de llegar a los 110 años del Racing.

El miércoles, 22 de febrero, una conferencia titulada ‘Rebelión y reconstrucción para un nuevo Racing’, en la que se habló de los apuros que pasó el club durante la época oscura, y lamentable, de los expresidentes Francisco Pernía y Ángel Lavín (Harry).

Seguidamente, el 23, día en el que se conmemora el aniversario del primer partido del Racing de su historia contra el Strong FC, hubo una entrega floral a Pancho Cossío, quien fuera primer tesorero de la entidad.

Esa misma jornada, ya por la tarde, los aficionados se concentraron en el Paseo Marítimo de Santander para iluminar la bahía con bengalas y generar una fotografía histórica. La bahía de la capital cántabra es una de las más bonitas del mundo, por no decir la que más gracias a este espectáculo.

Por último, el día grande. El día de partido, día de Racing. Con un pasacalles desde Pombo hasta Tetuán, los aficionados verdiblancos arropados al ritmo de las gaitas y las panderetas, pudieron disfrutar de una previa con nubes y claros.

Tras ello, todos juntos en corteo hacia el estadio, en un camino que siempre es especial. Bufandas, bengalas, banderas y alguna que otra cerveza protagonizaban las horas antes del partido.

Una vez sonada la Fuente de Cacho, y con el acompañamiento de un precioso tifo de los chavales de la Gradona de los Malditos, comenzó el partido. El final ya lo saben, y como en los cuentos, fue feliz.

En esta ocasión, no comieron perdices, sino Mcdita’s. La fiesta volvía al barrio de Tetuán y los racinguistas continuaron la celebración, con los tres puntos en el bolsillo y con una hamburguesa en la mano. Una jornada histórica y feliz, para un racinguismo que siempre responde. Por 110 años más, ahí seguirá su «mucha y fiel afición».

Desde 1913, hasta la eternidad
Comentarios