En un día emblemático para Cantabria, en el que las celebraciones por la identidad regional deberían haber sido el centro de atención, el silencio del PSOE ante la presunta corrupción en Santillana del Mar ha dejado una sensación de incomodidad en el aire. Mientras los líderes socialistas aprovechan para criticar al Gobierno regional, el escándalo que involucra a uno de sus exalcaldes sigue sin recibir una respuesta clara por parte del partido.

El Discurso de Cobo: Mucho Ruido, Poco Contenido

Noelia Cobo, secretaria de Organización del PSOE Cantabria y diputada nacional, criticó duramente la gestión del Gobierno de María José Sáenz de Buruaga durante su intervención en el Día de Cantabria. Según Cobo, Buruaga ha "pintado una Cantabria llena de anuncios" de los cuales, en su opinión, "no hemos visto ni un hecho, ni una gestión". La dirigente socialista acusó a la presidenta regional de haber dedicado el último año a confrontar con el Gobierno de España en lugar de trabajar por el futuro de Cantabria.

Cobo no se detuvo ahí. Señaló que el Ejecutivo autonómico no ha sido capaz de ofrecer "igualdad de oportunidades", destacando lo que ella considera un "deterioro" en los servicios públicos, especialmente en sanidad, educación y dependencia. "Estamos viendo, a lo largo de todo el verano en Cantabria, cómo los recortes que están llevando a cabo suponen una bajada de prestaciones en los consultorios rurales y en los hospitales comarcales", afirmó Cobo, añadiendo que esto podría saturar el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.

Sin embargo, mientras el PSOE se esfuerza por señalar las faltas del Gobierno regional, el escándalo de Santillana del Mar, que involucra a su propio exalcalde Ángel Rodríguez, permanece en la sombra, sin recibir una condena pública ni una explicación clara por parte de los líderes socialistas. Este silencio ensordece, especialmente cuando el partido intenta presentarse como el defensor de los valores públicos y la transparencia.

Revilla y el PRC: Un Paso Atrás, Otro Adelante

El PRC, con su líder histórico Miguel Ángel Revilla al frente, también participó en las celebraciones del Día de Cantabria, aunque con un tono menos agresivo. Revilla se centró en reivindicar el "gran cambio" que, según él, impulsó su Gobierno durante su mandato, y atribuyó al actual Gobierno del PP el mérito de no haber detenido las obras en marcha que él mismo había iniciado.

Sin embargo, al ser cuestionado sobre las investigaciones en Santillana del Mar, Revilla optó por una respuesta calculada: llamó a los jueces a investigar y, si es necesario, aplicar la ley, "que investiguen". Esta postura, aunque adecuada desde un punto de vista legal, no disipa la creciente preocupación pública sobre la integridad de la administración local en Santillana del Mar, ni aborda de manera directa las implicaciones políticas que este escándalo podría tener para sus aliados del PSOE.

El Silencio que Habla Más Fuerte que las Palabras

En este contexto, el silencio del PSOE sobre la presunta corrupción en Santillana del Mar no solo es preocupante, sino que también pone en tela de juicio la coherencia del partido en su crítica al Gobierno regional. Mientras los líderes socialistas atacan la gestión de Buruaga y denuncian supuestos recortes en los servicios públicos, el escándalo en Santillana sigue sin ser abordado con la transparencia y el rigor que se espera de un partido que se presenta como defensor de la legalidad y la justicia.

El Día de Cantabria debería haber sido una jornada para la unidad y la celebración de los logros colectivos. En cambio, ha revelado las profundas divisiones y el silencio estratégico que, lejos de disipar la controversia, la alimentan. El PSOE, con su falta de respuesta ante las graves acusaciones que pesan sobre uno de sus exalcaldes, corre el riesgo de perder la credibilidad que tanto defiende en sus discursos públicos.

Mientras la región continúa debatiendo sobre la gestión del Gobierno autonómico y las prioridades políticas, la falta de claridad del PSOE sobre el caso de Santillana del Mar sigue siendo una cuestión que no se puede ignorar. La ciudadanía, que confía en la transparencia de sus representantes, merece respuestas claras y directas, no silencios calculados.