26.04.2024 |
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MARIAN HERRERÍA VS KARLA MÉRIDA

La ‘Vikinga’ vuelve sin cinturón pero se acordarán de su nombre

Marian Herrería perdió de manera ajustada (77-76, 76-76 y 77-75) ante Karla Mérida, que se proclama Campeona de España del peso supergallo | La cántabra fue más intensa y valiente pero su rival llegó mejor al tramo final del combate
Marian Herrería durante el combate celebrado en Barcelona.
Marian Herrería durante el combate celebrado en Barcelona.
La ‘Vikinga’ vuelve sin cinturón pero se acordarán de su nombre

Ganara o perdiera, Marian Herrería quería brindar un buen espectáculo. Y perdió, pero hizo disfrutar a todos los presentes. Algo se llevó. No será consuelo para ayer ni para hoy, pero quizá sí para dentro de un tiempo. Porque fue una gran pelea, una pelea intensa que enfrentó entre sí a dos estilos bien diferenciados que fueron capaces de prolongar la incertidumbre hasta que no pudieron más, hasta que sonó la campana por última vez y el hombre del micrófono dijo basta. Entonces aparecieron las preguntas. Las dos boxeadoras tenían la certeza de haber ganado pero los últimos asaltos habían permitido a Karla Mérida poner las cartulinas de su parte y levantar el puño. La decepción en el rostro de la cántabra resultó evidente. Había viajado hasta Barcelona en busca del título pero se tuvo que conformar con haber estado a la altura de un combate histórico, ya que nunca antes se había disputado un Campeonato de España femenino supergallo. La ‘Vikinga’, siempre abriendo camino.

Las puntuaciones de los jueces balear, aragonés y valenciano reflejaron la igualdad que había caracterizado el combate. Ninguno dio ganador a la ‘Vikinga’ pero uno de ellos sí vio un empate a 76, con cuatro asaltos para cada una. Sin embargo, los otros dos entendieron que la boxeadora catalana, la que peleaba en casa, se llevó el combate: uno dio 77-76 y el otro 77-75. Los chivatazos posteriores afirmaron que al sexto acto habían llegado ambas empatadas, por lo que todo se puso en juego en los dos últimos. Y en ellos estuvo mejor la campeona, más cómoda sobre el ring en los minutos en los que el cansancio comenzó a ser un ingrediente fundamental del espectáculo.

Ninguna de las dos boxeadoras decepcionó. Ambas acudieron con lo aprendido en la escuela, cada una con su estilo, fieles a sí mismas. Marian no se quiso dejar nada y desde el primer al último asalto se fue en busca de su oponente, que se mostró más técnica y ágil de piernas para golpear y marcharse. Es lo que intentó en todo momento, pero no siempre pudo. Había una perra de presa marchando siempre detrás de ella dispuesta a no darla respiro. Como un martillo pilón. Constante. Pum, pum, pum. Sin descanso.

La cántabra boxeaba hacia delante y la catalana hacia atrás. Lo esperado. La primera sacó innumerables manos con escaso porcentaje de acierto y la otra los administraba más, intentando mantener la distancia pero sin rehuir el cara a cara. De ahí no huía nadie. Hubo momentos de enorme intercambio de metralla que pusieron en pie a un público que llenó el pabellón hasta la bandera. Nadie pidió que le devolvieran la entrada. Todos los presentes recibieron incluso más de lo que pensaban que iban a encontrar.

La ‘Vikinga’ fue con todo lo que tenía a buscar a su oponente desde que la campana sonó por vez primera. No esperó a que sonara por segunda vez, a que sonara por alguien; no dejó que pasaran unos pocos segundos para estudiar a su rival, para coger la distancia y analizar qué traía la mujer que estaba delante. Ya se conocen, no necesitaban presentaciones, dos besos, qué tal. Se saltaron todo protocolo porque los asaltos de dos minutos se pasan demasiado rápido. Por eso la cántabra se fue a buscarla con decisión, con ritmo y sacando innumerables manos, la mayor parte de ellas abiertas. Arrinconó constantemente a su rival contra las cuerdas y ésta intentó responder con contragolpes que a menudo encontraban su destino.

En el segundo acto estuvo mejor la boxeadora catalana. Se la vio más suelta conectando sus primeros golpes verdaderamente claros. Comenzó a disfrutar después de un asalto inicial en el que no pudo ni respirar. Sin embargo, esa situación apenas se prolongó en el tiempo porque el tercer episodio se fue claramente a la casilla de Marian Herrería. Conectó al menos tres manos de poder que amenazaban con ir abriendo camino a la hora de poner el combate de su parte. Aquello prometía. 

Como si ambas hubieran acordado repartise los asaltos, Karla Mérida dominó la situación en el cuarto llegando con claridad al rostro de la boxeadora santanderina. Era un combate con un ritmo alto de golpeo, con intercambio y, por encima de todo, con una gran incertidumbre. Era imposible apartar la mirada de lo que estaba sucediendo porque la moneda podía caer para cualquiera de los dos lados. Fue en el quinto asalto cuando hubo algún instante de tregua. Se rebajaron las manos que salieron al ataque consiguiendo la púgil local mantener mejor la distancia que la convenía con el jab y un ágil movimiento de piernas.

Ambas boxeadoras comenzaron a buscar diferentes alturas de golpeo y a conectar también abajo conforme avanzaba el minutaje. El sexto asalto fue de los más claros para Karla Mérida. Alcanzó el rostro de la ‘Vikinga’ con un par de manos de poder que incluso dio la impresión de debilitar a ésta de verdad, pero la reacción fue de auténtica campeona. Cuando parecía que podían aparecer las dudas en la cántabra, se rehizo y acabó el asalto pegando y yendo hacia delante, sin esperar a la campana para tomar aire. Sabía que no podía dejar pasar ni un solo minuto.

Tras un penúltimo capítulo en el que la coaspirante catalana se movió con comodidad sacando más manos y conectando más, Marian Herrería saltó al octavo y último con enorme decisión, intuyendo que necesitaba ganarlo para llevarse la pelea. En seguida dio dos pasos, puso a su rival contra las cuerdas y sacó una combinación de manos de la que le costó escapar a Mérida. Fue una intensa traca final con nuevos intercambios que se convirtieron en el broche de oro para un combate que se pasó demasiado rápido. Al menos para el espectador, ya que las boxeadoras se vaciaron. No se dejaron nada arriba. Prometió la ‘Vikinga’ que ganara o perdiera se iban a quedar con su nombre en Barcelona y ahí ha quedado escrito con todas sus letras, como parte fundamental de un combate que ha dejado huella.

La ‘Vikinga’ vuelve sin cinturón pero se acordarán de su nombre
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