20.04.2024 |
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Nuevos tiempos

Pedreña cumplió con los pronósticos y ganó con autoridad el campeonato de cantabria tras nueve entorchados consecutivos de Astillero  | Camargo intentó mantener el ritmo de los trasmeranos pero fue segundo

Los remeros de Pedreña ganaron tanto el Campeonato de Cantabria como la Bandera Ayuntamiento de Camargo. / josé ramón
Los remeros de Pedreña ganaron tanto el Campeonato de Cantabria como la Bandera Ayuntamiento de Camargo. / josé ramón
Nuevos tiempos

Son tiempos de cambio en el remo de Cantabria. Ya lo cantaba Dylan. Durante muchos años ha mandado uno y ahora lo hace otro. La transición se ha producido en el agua y sólo queda por ver cuánto dura el dominio del nuevo poseedor de la corona. En este juego de tronos gana Pedreña, que ayer se dio un primer baño de multitudes al ganar con la autoridad que se esperaba en Punta Parayas. Ya venía con carrerilla porque había dominado sin discusión las banderas Bansander y Sotileza y había conseguido su primer triunfo liguero el pasado domingo en Getaria, en un escenario bien diferente al de ayer. La diferencia fue que en Santander ganó entre curiosos y paseantes, que en territorio guipuzcoano lo hizo con poca gente en tierra y, sobre todo, sin apenas nadie con polo blanco que gritara su nombre y que ayer todo eso cambió. Quienes estaban en la orilla eran verdaderos aficionados al remo. Y quienes sobre todo se hicieron notar más de lo habitual fueron los hinchas pedreñeros. A todo el mundo le gusta apuntarse a la fiesta.

Se pagaban caras las sorpresas porque resultaban improbables. Algo raro tenía que suceder para que Pedreña no confirmara todo el favoritismo que había acumulado durante todos estos meses de preparación y, sobre todo, durante las otras regatas con exclusiva presencia cántabra que se habían disputado apenas tres semanas atrás. Entonces, ganó con la autoridad que marca dejar a más de medio minuto a su más inmediato perseguidor. Ayer no fue tanto. Camargo remaba en casa y eso motiva. Además, amenaza con ir a más. La ‘Virgen del Carmen’ estuvo en su sitio, intentó aguantar el ritmo de la trainera negra pero no pudo y, a cambio, mantuvo una segunda plaza que le permitió hacerse con una medalla de plata que hubo que entregarse en la intimidad, ya que no hubo entrega de premios tal y como se suele hacer en otros años. Sólo se entregaron públicamente las banderas. Se hizo en seguida y después cada uno se fue a su casa. Una hora después de iniciarse el campeonato, ya no quedaba nadie en las inmediaciones del campo de regatas.

No fue porque amenazara lluvia porque, aunque el cielo se mantuvo encapotado en todo momento, no se vio ni un solo paraguas. Esas nubes incluso se agradecieron para estar aún más a gusto sobre el césped de Punta Parayas, que, utilizando términos futbolísticos, se puede decir que registró una buena entrada. A pesar de la situación en la que estamos, lo cierto es que no se vio a nadie controlando el acceso a la zona donde se preveía que se reuniera la afición ni tampoco nadie controlando mínimamente que se cumplieran las distancias de seguridad y demás recomendaciones constantemente repetidas. Fue raro. Aunque el uso de la mascarilla fue generalizado, lo cierto es que se respiró cierta normalidad. Como cualquier otro año pero con bocas tapadas, sólo algunas narices, y, sobre todo, un cambio en el bastón de mando.

La temperatura era agradable, ideal para darle al remo. El agua acababa de alcanzar la pleamar y el aire era una simple brisa que acompañaba en los viajes de ida, cuando las traineras, a su vez, se encontraban con la corriente en contra. Una por otra. A Pedreña, el gran favorito, le correspondió bogar por la calle dos. Por la uno, la más cerca a Punta Parayas, bogó ‘La Marinera’, por la tres Astillero y por la cuatro, la más alejada a la afición, la ‘Virgen del Carmen’. El club verde, a quien le dejaron en liga sin poder organizar su tradicional regata, aprovechó para entregar también la Bandera Ayuntamiento de Camargo y, de esta manera, no interrumpir su historia por culpa de la crisis sanitaria y de este verano tan raro. De este modo, Pedreña se fue con dos ‘trapos’ para casa. Dos por uno. No se puede pedir más.

Camargo competía en casa y quería probarse a sí mismo. Por eso partió con energía, con intención de conocer hasta dónde podía llegar. Sabedor de que, por su calle cuatro, podría encontrarse con mejores condiciones en los largos de ida, salió con su motor notablemente revolucionado. Hasta lo que diera. El acelerador tocó fondo para intentar firmar una gran arrancada que pusiera nervioso al gran favorito. De esta manera, aguantó el tirón de los patroneados por Cristian Garma en los primeros compases de la regata. Cuando pasaron a la altura de la ‘playa’ camarguesa, aún tenían sus proas igualadas. Aquello apuntaba maneras. Quizá se podría disfrutar aún de una regata apretada que tuviera suspense o, por lo menos, un mínimo de incertidumbre.

Esta última es fundamental para disfrutar al máximo de un deporte. Cuando éste se hace predecible aún se puede disfrutar, pero algo menos. Y todos acudieron a Punta Parayas ayer sabiendo que la trainera trasmerana lo tenía todo a favor para conseguir un título que no ganaba desde el 2007. Ha llovido mucho desde entonces. Trece años. Por eso era obligatorio disfrutarlo y por eso la afición respondió. Cuando la trainera negra atravesó la meta, se vieron puños al aire y gestos de alegría, de haber puesto fin a una larga travesía por el desierto o, por lo menos, de intentar dar inicio a un ciclo nuevo donde le vayan mejor las cosas o donde no gane siempre el mismo.

Camargo intentó mantener el ritmo de Pedreña, pero cuando giraron por vez primera, la renta de los entrenados por Joseba Fernández ya era de cuatro segundos. En cada largo, los del este de la bahía le sacaban un bote a su más inmediato perseguidor. Por eso no hubo excesivo suspense. En cada giro, el tiempo que discurría entre unos y otros era mayor. Cada vez estaban más solos los de la trainera negra. A bordo dominaba el silencio, como sucede en los lugares donde domina la absoluta concentración. Porque no querían desaprovechar el momento y sabían que eso pasaba por no cometer errores. Si todo transcurría con normalidad, la victoria era suya.

Y así fue. La ‘Pedreñera’ era consciente de que la embarcación verde estaba corriendo más que otros días y no concedió nada. Sabedor de que la marea estaba bajando, buscó en los largos pares con descaro el centro del campo de regatas aprovechando que Astillero se había quedado atrás y que podía meter el morro en su calle. Es lo bueno que tiene romper amarres con los demás a las primeras de cambio, que una trainera gana libertad.

Con todo, fue en el tercer largo cuando los trasmeranos ya acabaron con toda posibilidad de incertidumbre. Con una remada más larga que volviendo, aumentaron en cinco segundos la renta con los camargueses hasta colocarla en doce. Ya estaba todo el pescado vendido. Los patroneados por Cristian Garma incluso se permitieron el lujo de disfrutar del último largo e incluso de administrar un tanto sus esfuerzos, ya que todos salieron ayer a competir sabedores de que mañana y pasado tocará remar otra vez. Y es ahí cuando todos los que estuvieron ayer en el agua se jugarán de verdad el pescuezo. Quizá por eso ayer se vieron algunas caras nuevas a bordo.

Castreña llegó a Camargo con intención de pelear por el tercer puesto, que, en teoría, da derecho a participar en el Campeonato de España. En la práctica, probablemente a éste pueda ir el que quiera. Así de desprestigiado ha quedado. Con todo, tenían la ambición de superar a Astillero, que siempre es Astillero y, además, compite en una categoría superior. De partida lo intentaron los de rojo, que incluso consiguieron realizar la primera maniobra al mismo tiempo. Sin embargo, en el viaje de vuelta ya perdieron contacto con la embarcación azul. La diferencia entre ambos no hizo más que aumentar desde ese momento impidiendo disfrutar en tierra de al menos una champa apretada o de esa dosis de incertidumbre ya tratada previamente. Las cuatro traineras de la tanda de honor llegaron debidamente distancias y diferenciadas, como si tuvieran miedo a juntarse demasiado por miedo al coronavirus. A falta de mascarilla, bueno es mantener la distancia.

Menos historia aún tuvo la primera tanda. De la misma participaron AN Castro, IRC Santoña y los veteranos de Pontejos. Entre los de verde y los de azul ya se viene manteniendo una distancia prudencial desde principios de curso y ayer se mantuvo con la diferencia de que ambos salieron al agua sin intención de apretar demasiado y, probablemente, sabedores de cuál era el sitio de cada uno. Su ritmo de paladas, sobre todo en el segundo y tercer largo, era de entrenamiento. Mejor aspecto tuvieron ya los botes en los metros finales, lo que les permitió acabar con una mayor sensación de potencia.

Fue, en definitiva, un día sin sorpresas en el que todos estuvieron donde se les esperaba. Nadie rompió la lógica y mucho menos la normalidad. Y cuando todo es normal, también es un poco menos apasionante. El campeonato, así, tuvo la misma poca historia que viene teniendo en la última década con la única novedad del cambio de ganador. Antes eran los de azul quienes se paseaban y ayer fueron los de blanco y negro. A ver cuándo coinciden al menos dos botes con capacidad de partirse la cara por conseguir la victoria.

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