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El Diario de Cantabria

BOXEO

Míguez mantiene su camino

Su pelea por el Campeonato de Europa contra el francés Jordy Weiss terminó en empate | Fue un resultado justo tras un combate cerrado e igualado en el que el castreño llevó la iniciativa

Miguez durante el combate.
Jordy Weiss y Jon Miguez durante el combate.
Míguez mantiene su camino

Se vieron las caras dos boxeadores invictos y, tras la pelea, ambos lo siguen estando, pero ya tienen un nulo en su currículum. Éste ya no está totalmente limpio, pero hay a uno a quien le duele más que a otro. Jordy Weiss, el hombre que peleaba en casa, cuya promotora lo había dado todo para convertirle en campeón de Europa, a buen seguro que va a tardar en olvidar la oportunidad que se le escapó. Jon Míguez tampoco trajo lo que había ido a buscar porque él quería el cinturón, pero libró la encerrona, que no es poco. El welter sigue vacante y el castreño espera una revancha que, en principio, debería ser en casa, donde la historia a buen seguro que sería diferente.

Había miedo a lo que pudiera suceder en territorio galo y lo cierto es que hubo algunas maniobras poco serias, como una huida del púgil local para no realizar el control antidoping, pero lo cierto es que es difícil criticar la decisión de los jueces. Fue un combate parejo con asaltos apretados difíciles de decantar, por lo que se puede entender que el empate es justo. Ante una situación así, el día anterior cualquiera hubiera previsto que las cartulinas se decantarían para el hombre que peleaba en casa, que ya tenía un amplio historial de decisiones polémicas a su favor, pero no sucedió así. Ni uno ni otro se hicieron con un trono que sigue libre desde el pasado otoño, cuando David Avanesyan decidió abandonarlo para boxear contra Terence Crawford por el título mundial.

Hubo uno de los jueces, el irlandés, que vio campeón a Jon Míguez y por eso le dio un 117-112. Otro, en cambio, apuntó un 116–113 para Weiss mientras que el tercero en discordia escribió un 114-114. Por lo tanto, el cinturón no se lo quedó nadie. El más disgustado parecía el púgil galo, que tras sonar por última vez la campana actuó como si fuera un ganador indiscutible, como si nadie pudiera dudar de su victoria. Forma parte del teatro, del manual de todo boxeador para apurar las opciones de condicionar la decisión de los jueces. Míguez, por su parte, con la bandera de Castro a su espalda, lo aceptó de mejor grado. Ni tan mal, debió pensar. Hemos librado. “Estamos en su casa. Ha sido una pelea muy igualada y por eso veo justo el nulo. Ahora vamos a intentar hacer la revancha y espero que me den la oportunidad de hacerla en mi casa”, afirmó el cántabro todavía sobre el ring. En principio, debería ser una cita que, según afirmaban ayer en Francia, debería producirse en seis meses.

Lo mejor de todo fue que la pelea fue vistosa y que ambos boxeadores, con estilos diferentes, ofrecieron un buen espectáculo. Quien más llevó la iniciativa fue Míguez, que tenía bien claro que debía hacer más que su rival si quería llevarse la victoria, por lo que se fue a por él. Sus manos no se mostraron del todo efectivas ante la bien cerrada defensa de Weiss, que, por su parte, mostró una importante habilidad para el contragolpe. Lanzaba menos manos pero resultaba más efectivo.

Fue a partir del quinto acto cuando el boxeador castreño, mostrando un estado de forma fuera de toda duda, comenzó a llegar mejor. Lo malo era que la respuesta de Weiss era buena, por lo que la pelea se mantenía en un pañuelo con intercambios que hicieron disfrutar a los más de 3.400 aficionados que hubo en el pabellón de la localidad de Laval.

El francés creía ir con ventaja tras la primera mitad de la pelea pero en el octavo episodio le comunicaron que la cosa iba más cerrada de lo que pensaba, lo que hizo que se notara un cambio de intensidad e incluso de estrategia. Salió más activo a la recta final del combate, cuando el desgaste ya empezó a notarse. Incluso en Míguez, que era quien más manos había soltado durante toda la pelea. En todo momento demostró que había ido a Francia a por el título y quizá esa ansiedad por saber que debía demostrar con claridad su superioridad hizo que sus golpes llegaran a su destino en un menor porcentaje de lo que le habría gustado.

Weiss, a quien se le vio a gusto en las cuerdas, sufrió un corte en el puente de la nariz sin demasiadas consecuencias. Tenía un mayor aspecto de castigado porque, además, en los tres últimos asaltos hubo un frecuente intercambio de golpes que, aún así, no hizo dudar a ninguno de los dos contendientes. Al final, por mucho temor que hubiera, el empate que decretaron las cartulinas se puede dar por justo y mantiene en el camino a Jon Míguez, cuyo equipo debería intentar traerse una revancha a tierras cantábricas.

Míguez mantiene su camino
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