19.04.2024 |
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Veinte años sin los ‘puños de oro’

Pedro Carrasco, 'puños de oro'.
Pedro Carrasco, 'puños de oro'.
Veinte años sin los ‘puños de oro’

NACIÓ donde el fandango tiene su cuna, Alosno (Huelva), y hace veinte años se quedó sin compás su corazón en un piso del Paseo de La Habana de Madrid. Enmudeció el mundo del deporte, la España a la que tanto hizo vibrar. El 27 de enero de 2001 falleció de un infarto en la soledad de su hogar Pedro Carrasco, toda una leyenda del boxeo recordada vívidamente, con orgullo y admiración, como deportista y persona.

Hasta aquel día en el que contaba 57 años llevó este campeón humilde su estela de gloria, latido a latido, labrada con generoso esfuerzo, una vida de película contada en ‘El marino de los puños de oro’, sobrenombre para el boxeador campeón del mundo y siete veces campeón europeo que hizo el servicio militar en la Armada.

En alguna de esas noches que fumaba contemplando el cielo madrileño en silencio habría repasado los días en los que gozaba de la admiración incondicional de todos, de cómo ese hombre con alma de chiquillo de pueblo trotó por el mundo y levantó los brazos más de cien veces sobre un ring en una década dorada (1962-1972).

Repasaría cómo emigró de Huelva y comenzó a trabajar en una fábrica de embalajes en Sao Paulo (Brasil), se enganchó al boxeo en un gimnasio cercano, el Club Manzoni, e inició una aventura en la que fue imbatible en Italia y se convirtió en enseña nacional en su regreso a España.

Los flashes deportivos y los de la prensa rosa por ser pareja de la gran Rocío Jurado no enturbiaron la mirada limpia de sus ojos azules. Cada cierto tiempo deseaba el reencuentro con sus raíces, con una tierra donde su leyenda sigue flotando como un velero, muy presente aunque hace veinte años que se detuviera su corazón.

El árbitro internacional Paco Alloza, reconocido como el mejor de España en 2017 tras más de 40 años en ejercicio, destaca a Efe el legado incontestable de su paisano: campeón del Mundo (WBC) en peso ligero, seis veces campeón de Europa (EBU) en peso ligero y una vez campeón de Europa (EBU) en peso superligero, así como el honor de ser el único español que figura en el Salón de la Fama del Consejo Mundial del Boxeo.

«Su récord está ahí», resalta Alloza sobre sus 93 victorias consecutivas, algo inigualable para ningún boxeador español. En total son 111 combates como profesional, con 106 victorias, tres derrotas y dos combates nulos.

«No tenía rivales en Europa, era espectacular y protagonizó batallas épicas», valora el colegiado onubense sobre duelos memorables con el estadounidense de origen mexicano Armando ‘Mando’ Ramos o el «toma y daca encarnizado» con Miguel Velázquez, con el que tenía «una rivalidad grandísima».

Recuerda que en una concentración con motivo del Campeonato de España de 1990 en Barcelona el que fuera preparador de Carrasco, Renzo Casadei, le contó que el púgil onubense era «un superprofesional, un fanático del gimnasio al que había que decirle que parara de entrenar», porque «se entregaba en cuerpo y alma».

Su gran golpe era el ‘bolo punch’, «una especie de gancho volea» con el que asestó numerosos K.O., la guinda a un boxeador «muy completo», con «mucha envergadura para el peso que tenía» y que además «enganchaba fácilmente con el público: tenía mucho tirón porque daba espectáculo».

Alloza insiste en que era un púgil «técnicamente muy bueno, valiente y muy agresivo, todo espectáculo, un gran peleador con un soporte técnico muy aceptable».

Coincide con él el dos veces olímpico Kelvin de la Nieve (Pekín 2008, Londres 2012), que además fue diploma mundialista y tres veces medallista europeo. Desde la óptica de un boxeo actual, reconoce que ha visto vídeos de Carrasco y le sorprendió que era «muy valiente».

«No tengo dudas de que hoy en día hubiera dado mucho que hablar, tanto a nivel olímpico como profesional», asegura De la Nieve, cuya mujer está emparentada lejanamente con el astro del ring, y que contó con las referencias del que fuera su entrenador, Bienvenido Alloza, y de Paco Méndez, que llegó a entrenar con él.

El nueve veces campeón de España en categorías ligeras ve en Carrasco a un púgil «muy técnico» que «se movía muy bien de piernas y boxeaba bastante bien a la larga», que no era «específicamente, fuerte y aguerrido» y que se llevaba los combates «más por técnica que por garra y fuerza», como el típico boxeador español.

«No se echaba nunca hacia atrás e intentaba constantemente hacer su boxeo con ganas, era grandísimo y logró lo que merecía, ser campeón del mundo», sentencia.

Para Pepe Domínguez, técnico toda la vida del histórico Club Tartessos, que tantos destacados boxeadores ha dado a Huelva, es «muy difícil que vuelve a haber algún boxeador como Pedro Carrasco», con el que entrenó y al que considera «extraordinario, grandísimo».

Era «alto para su peso y con brazos largos», «técnico, muy completo», tenía «una gran elegancia» en el ring y desplegaba «un estilo propio», recuerda Domínguez.

«Cuando el adversario estaba ya en la esquina pasándolo muy mal, le noqueaba con mucha facilidad con el bolo punch», recuerda Domínguez, que también ensalza que Carrasco «pegaba y encajaba».

En lo personal asegura que fue «un caballero, humilde, muy buena gente y dicharachero, encantador», que tuvo la mala fortuna de sufrir en 1967 una lesión en un antebrazo al quedar atrapado en el ascensor del Hotel Tartessos de Huelva. No obstante, tras operarse se recuperó para continuar su brillante carrera.

Minutos antes de este suceso estuvo con él el futbolista Isabelo Ramírez, defensa del Recreativo, el Sevilla y el Celta, que puede decir «con orgullo» que fue amigo suyo. Nació en la vecina localidad de Tharsis y su mujer es de Alosno.

Ramírez resalta que Carrasco es un deportista que salió «de la nada» y que, a pesar de tocar la gloria, cuando regresaba a Alosno «no iba de figura aunque lo fuera, era humilde y no se daba importancia, se juntaba con todo el mundo». Destaca de él «su gran nobleza», cómo cuidaba a su gente, a la que hacía «muchos regalos», y a amigos como José Legrá, con el que también visitó su pueblo.

«Era un caballero, quería muchísimo a su familia y como boxeador era lo máximo», subraya el exfutbolista y técnico, que reveló que el campeón mundial seguía al Recreativo y era del Real Madrid, donde tenía buenas amistades con jugadores como José Martínez ‘Pirri’, al que trató especialmente durante el rodaje de ‘El marino de los puños de oro’, ya que la protagonista femenina era Sonia Bruno, esposa del madridista.

Isabelo también recuerda su faceta tras retirarse como relaciones públicas de empresas tabacaleras y su asociación con Ángel Nieto.

No coincidió tanto con él el veterano periodista Ignacio Ruiz, pero tuvo la suerte de compartir una noche de cantes alosneros con «dos dioses», el gran campeón y el mítico cantaor Paco Toronjo; y volvió a verlo cuando pese a estar en Miami no dudó en venir a Huelva para recibir un homenaje en la gala de la Asociación de la Prensa Deportiva: «Creíamos que no iba a venir y lo hizo encantado, se pagó él el viaje y al verme se acordó de aquella noche», dijo.

Antonio La O, historiador y exjefe del servicio de Deportes de la Diputación de Huelva, rememora un homenaje «muy bonito» que se hizo al campeón mundial en el Muelle de las Carabelas, enclave de la partida de las naves de Cristóbal Colón rumbo al descubrimiento de  América que aprovechó para hacerse «un reportaje completo junto a Raquel Mosquera».

Indica que durante esa época dorada «todos los españoles y onubenses estábamos pendientes de lo que hacía Pedro Carrasco», tiempos en los que el boxeo se televisaba mucho y este deporte bullía en Huelva.

«Se crearon muchos gimnasios por todos los barrios y en el estadio antiguo se llenaba el graderío de la zona que daba a la plaza para ver combates», recordó.

Hoy el boxeo no se televisa tanto ni hay tanta afición, pero el orgullo y la admiración por Pedro Carrasco no ha decrecido: veinte años de una leyenda que se ha acrecentado, la del ‘Marino de los puños de oro’.

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