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El Diario de Cantabria

«La final fue una regata preciosa»

De izquierda a derecha: Anjana Núñez, Edurne Portilla, Miguel Gómez, Sonia y Soraya Redondo y su entrenador José Luis Cruces ‘Garru’.
De izquierda a derecha: Anjana Núñez, Edurne Portilla, Miguel Gómez, Sonia y Soraya Redondo y su entrenador José Luis Cruces ‘Garru’.
«La final fue una regata preciosa»

«Veníamos con la mentalidad de darle soga, soga, soga y así ha sido». Sonia Redondo explicó así la manera que habían tenido las remeras de Astillero de sacar el máximo rendimiento a su batel tras proclamarse campeonas de Cantabria. Sin dejarse nada en el bote, vaciarse, llegar con la lengua fuera y el depósito vacío. En resumen, «de darle caña e ir a machete». He ahí el significado. Soga, soga, soga. Y en el equipo lo convirtieron en lema propio el pasado fin de semana, durante un Campeonato de España al que acudieron sin complejos y con una vasta ambición. «Soga, soga, soga», se oía a todas horas, ya fuera en la furgoneta camino de Moaña, en el último entrenamiento, en el hotel, el desayuno o el calentamiento. Siempre presente hasta que se bajó la bandera. A partir de ese momento, sólo se oyó el crujir de la madera. Cuando hay silencio a bordo es que las cosas van bien.

Hacía mucho tiempo que el remo cántabro no conseguía una medalla en categoría absoluta y lo fueron a conseguir las remeras de Astillero. El equipo formado por las gemelas Sonia y Soraya Redondo, Edurne Portilla y Anjana Núñez, con Miguel Gómez como patrón, se hizo con la plata pero a punto estuvo de conseguir el título. Se quedó a un segundo y nueve centésimas, que no es nada, menos de lo que se tarda en pronunciar estas tres últimas palabras. «Siempre te queda algo que te dice que si hubieras dado esa palada mejor o si no se hubiera trabado esa otra quizá habríamos conseguido ese segundo que nos faltó», reconoce la primera de ellas. Estuvo tan apretada la cosa, con cuatro bateles marcando el mismo tiempo en la primera ciaboga, tres metidos en un segundo en la segunda y dos girando casi a la vez en la última maniobra que es normal lamentar la oportunidad perdida por no ganar el campeonato, pero en seguida se percata una de lo que acaba de conseguir.

«Esta plata nos sabe a oro porque, además, fue una regata preciosa, súper peleada y estando siempre pegadas a Deusto», sostiene Sonia Redondo 24 horas después del subcampeonato, ya en casa, descansando, asimilando lo conseguido y tras haberlo celebrado como únicamente se puede hacer en estos malditos tiempos pandémicos: haciendo ruido por el pueblo con los claxon y siendo recibidas en el pabellón del club con el cartel de campeonas. Lo bueno es que cumplieron con su cometido y con la intención inicial de, sucediera lo que sucediera, «no aflojar en ningún momento» y tener claro que si había alguien más rápido, «que tengan que apretar los dientes porque a burras no nos ganan a nosotras». Soga, soga, soga.

El batel astillerense intuía que llevaba un tesoro dentro. Las referencias previas están plagadas de trampas porque, hasta el Campeonato de España, las vascas reman sólo contra vascas, las gallegas contra gallegas y las cántabras contra las cántabras. Los tiempos pueden dar pistas pero también pueden dar disgustos. Con todo, intuían en el bote azul que la cosa iba a estar «bastante igualada» y que incluso «pintaba muy bien», algo que se confirmó el sábado en las clasificatorias. Se anunciaba una final tremenda porque las cinco finalistas habían estado metidas en cinco segundos y lo cierto es que no defraudó.

En Astillero se dieron cuenta de que podían hacer planes con el batel durante la larga pretemporada invernal. «El principal motivo eran las sensaciones. Las que llevamos mucho tiempo remando percibimos si el bote navega o no y sentíamos que iba bien y que iba ligero. Luego están los tiempos, ya que sabemos que para tener nivel de final hay que bajar de diez minutos y, haciendo pruebas y demás, vimos que el barco era rápido y que podía optar a luchar por las medallas a la espera del nivel que dieran en las otras comunidades», explica la remera cántabra. El tiempo y la pura realidad las acabó dando la razón tanto a ellas mismas como a su entrenador, José Luis Cruces ‘Garru’, que era el primero que sabía que este año había logrado reunir una buena tripulación.

Tanto Sonia como su hermana Soraya fueron reclutadas por el técnico y, a la vez, director deportivo del club astillerense para impulsar el remo femenino de categoría absoluta. Ellas siempre están encantadas de volver a casa porque los últimos años habían tenido que quitarse el mono con la trainera de Deusto, a donde se han comprometido a volver el próximo mes de junio, semanas antes de que arranque la liga ETE en la que compite ‘La Tomatera’ y una vez hayan concluido las trainerillas, que pasa a ser el próximo objetivo de Astillero a partir del próximo fin de semana. «Ya hemos estado alguna vez con ella en el agua, pero aún no hemos decidido quién la va a formar. Imagino que empezaremos a hacer pruebas y a hacer combinaciones de cara al Autonómico y el Campeonato de España», explica. Son diez remeras en el equipo senior y lo bueno de la veloz temporada de la embarcación mediana es que no habrá que salir de Cantabria porque el Nacional será en Castro.

«Sabía que darían leña». Quizá Astillero pueda luchar también por grandes retos sumando dos remeras más a bordo respecto al batel, que es lo que permite la trainerilla. Queda verlo. Y quizá vuelvan a tener a Deusto, que fue quien ganó el pasado domingo, al lado. Queda un mes para saberlo. Lo que reconoce Sonia es que le gustó medirse a quienes, en el fondo, también son sus compañeras: «Llevo tres años con ellas. Vi que iban a ir al campeonato, las conozco y sabía que iban a dar leña». Y vaya si la dieron. Como que se fueron con el título debajo del brazo

Comenzó la remera astillerense a remar para la trainera bilbaína cuando estudiaba Periodismo y vivía en la capital vizcaína porque le permitía «desconectar» y porque, en el fondo, mantiene con el remo una pasional historia: «Adoro remar, es el amor de mi vida en cuanto a deporte se refiere». Entiende que se trata de «un estilo de vida» con el que se siente identificada, la recibieron bien, la trataban mejor, la hicieron hueco en la familia y ya es una más. El año pasado, incluso se sumó su hermana Soraya, que este año también estará a bordo de una ‘Tomatera’ que evoluciona verano a verano.

Sin embargo, todas esas «majas» remeras que son sus compañeras estivales, fueron sus rivales el pasado fin de semana. «Sabía que iban a ir a por nosotras para luego poder decir en verano ‘mira las gemelas, las hemos ganado’», bromea Sonia. Lo cierto es qué está «muy contenta de haberlo peleado con ellas porque ha sido muy motivador y como un incentivo» tanto para ella como para su hermana. En el fondo, dar un buen nivel como el que dieron fue una manera de «demostrar» que están entrenando como las que más y que están en un gran momento de forma del que, cuando haya que sacar la trainera, ellas mismas también se van a beneficiar. Al final, el secreto es siempre el mismo: soga, soga, soga.

Con la trainera azul en el horizonte

Sonia Redondo rema con Deusto en verano porque Astillero no tiene trainera, pero tiene muy claro que el día que vuelva a surgir una vendrá «de cabeza» a formar parte de ella porque sería hacer realidad un sueño. «Este año nos llamó ‘Garru’ porque quería resurgir el equipo femenino», explica. Y lo hizo echando mano, entre muchas otras, de esa generación que ya había sido campeona de España juvenil en el 2016 y de la que formaban parte las hermanas Redondo. «Nos dijo que la idea era ir retomando el proyecto femenino con barcos cortos para ir motivando a la gente, empezar a crear cantera y hacer un llamamiento a mujeres y niñas para, en un futuro espero que no muy lejano, pueda volver la trainera azul», explica la remera astillerense. Ahí están, en ese sentido, las infantiles que también ganaron el subcampeonato el pasado domingo, a parte de juveniles, cadetes y las diez senior. Si aguantan el tirón, es cuestión de tiempo. «Si seguimos por este camino, lo vamos a lograr», asegura Sonia. «En Astillero, las chicas siempre hemos destacado por la constancia y el compromiso y eso se ve reflejado en el resultado de los últimos años», añade. En ese sentido, recalca que en el club siempre han tenido claro que «quien quiera remar y quien quiera sufrir, tendrá las puertas abiertas del club y se las va a acoger bien administrando los recursos que hay». En el club azul comenzaron el pasado año a alargar su perspectiva y pensar en medio y largo plazo tanto en hombres como en mujeres y eso exige tanta paciencia como constancia.

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