23.04.2024 |
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BOXEO

’El Niño’ quiere más

Sergio García ganó con solvencia y un buen boxeo al argentino Sebastián Cabaña en su retorno al Vicente Trueba, que vendió todas las entradas | Fue de menos a más y cerca estuvo de noquear a su rival en el séptimo asalto

Sergio el niño garcia
’El Niño’ quiere más

Buenas noticias: Sergio García sigue siendo ‘El Niño’. Ha entrado ya en la treintena pero le siguen caracterizando las mismas virtudes que le llevaron a las grandes ligas. Las dos derrotas en suelo americano y el largo año de ejercicios espirituales en el que se ha mantenido alejado del ring no le han cambiado. Tampoco el cambio de entrenador. Sólo le ha enriquecido, pero eso forma parte de la evolución que ha mantenido desde que hace once años disputara su primera pelea. Nunca ha dejado de crecer por mucho que hace tiempo que se hiciera mayor y se empezara a enfundar cinturones. Ahora no viste ninguno pero lo que él busca son grandes combates. Y con el que disputó el sábado por la noche ha demostrado que está preparado.

Es de lo que se trataba. El cántabro necesitaba demostrarse a sí mismo que tiene cuerda para rato. La música puede seguir sonando. Se deshizo de un valeroso Sebastián Cabaña al que maduró poco a poco hasta que encontró el momento de apretar el acelerador. Como siempre. ‘El Niño’ es una tremenda maquinaria de desgaste y consiguió que su oponente llegara al décimo asalto vacío y visiblemente castigado. El rostro del torrelaveguense, en cambio, parecía estar preparado para disputar otros quince asaltos. Como nuevo, como si no hubiera pasado nada, como si sólo fuera un día más en la oficina.

El combate llegó a su último acto pero cerca estuvo de haberse acabado en el séptimo. Fue en ese momento cuando Sergio García conectó una colección de derechas limpias que dejaron desorientado a su oponente, que apenas se mostró capaz de levantar su defensa. Intentó correr pero no lo consiguió y tuvo que echar mano de viejos y sintomáticos recursos. Su protector bucal se fue al suelo y eso obligó a detener la pelea para que se lo limpiaran y se lo colocaran. Fueron segundos balsámicos para el argentino, que cogió aire y recuperó poco a poco por mucho que todavía quedara por delante más de medio asalto.

‘El Niño’ olió sangre pero no se descompuso ni alteró el guión que tenía en la cabeza. Siguió trabajando con seriedad, sabedor de que se jugaba mucho y que no se podía despistar, lo que quedó acreditado desde el primer tañido de campana. Porque el héroe local no salió a apabullar a su oponente, sino que le brindó unos segundos para que se presentara, para que tratara de enseñar lo que había traído del otro lado del charco. Fue un primer episodio con pocas manos y de respeto. Fue a partir del segundo cuando comenzó a incrementar el ritmo el boxeador que volvía a casa. No tenía prisa. Sabía que el reloj corre siempre de su parte.

La defensa de Sergio García siguió siendo muy similar a la de siempre, con la espalda encorvada, con la coraza puesta, las manos altas y los codos bien pegados a las costillas. Fue por ahí abajo por donde intentó trabajar de primeras Cabaña para intentar desgastar al cántabro, de quien sabía que era un portento físico. Quería dificultarle la respiración para rebajara la intensidad de su martillo pilón, pero no fue capaz. El ritmo de golpeo del torrelaveguense, como acostumbra, se fue incrementando y fue, sobre todo, a partir del cuarto acto cuando ya empezó de verdad a pasar por encima de su rival.

Comenzó el cántabro peleando hacia atrás. No había problema. Siempre se ha mostrado cómodo en ese contexto. El argentino estaba ante la oportunidad de su vida y ese ímpetu inicial venía en el contrato. Sergio García no rehuyó la corta distancia cuando tocaba, admitió pelear en el cuarto de baño de un avión y lo hizo con solvencia, resolviendo a menudo el entuerto con un gancho marca de la casa.

Con todo, a ‘El Niño’ le convenía más que corriera el aire entre los dos para hacer más evidente su mayor envergadura y presumir de sus movimientos defensivos, de su ballesteo y de ese paso hacia atrás decisivo después de soltar una buena mano. Apenas usó la izquierda. La utilizó para marcar la distancia, para abrir espacios entre la retaguardia del rival o, simplemente, como provocación para lanzar después un contragolpe. La mano que más soltó fue la derecha utilizando mucho movimientos descendientes, abiertos o directos que tuvieron un importante porcentaje de acierto.

A la hora de buscar novedades respecto a su anterior etapa, quizá haya que destacar el uso del hombro para protegerse. Logró pegar y que prácticamente no le pegaran, que es de lo que va el boxeo. Premio para él. Fue toda una lección de maduración del combate el que mostró impidiendo que su oponente tomara aire en algún momento. No se puede boxear más en cada uno de los tres minutos de cada asalto. Cabaña no encontraba el momento de coger aire porque siempre tenía encima al púgil cántabro. Sólo en el noveno acto pudo quizá respirar, cuando hubo unos segundos en los que el cántabro estudió cómo lanzar el arreón final.

Cabaña se presentó a los últimos segundos de pelea con una defensa más baja con la que, en teoría, quería provocar a su oponente para conseguir una buena mano. No estaba ya para esas cosas pero uno nunca se puede fiar en un deporte que es capaz de cambiar en un instante el resultado al que parece encaminado. No hubo sorpresa, sino una meritoria y seria victoria de ‘El Niño’, que parece empeñado en seguir arriba. Ya ha demostrado que está de vuelta, ya ha dejado su carta de presentación y ahora sólo le queda escuchar ofertas. Qué bueno que volvió.

Pleno de victorias cántabras

Antes de la aparición de Sergio García hubo otras cuatro peleas profesionales. Iba a haber cinco pero a última hora se cayó el combate del catalán Cristian Eusse, una de las figuras más esperadas de la noche, por lesión de su rival. Se buscó uno de última hora pero no se encontró. Era difícil. La mejor actuación previa que se vio fue la de Jesús Laso, que enseñó una gran boxeo para derrotar a un combativo Lester Cantillano, que se presentó con un récord claramente perdedor. El boxeador suancino marcó un alto ritmo de pelea, conectando derechas de poder y mostrando una gran presencia sobre el ring con movimientos más que interesantes ante un oponente que se sabía inferior pero que nunca perdió la cara. Muy serio combate el del cántabro.

Más sucio resultó el anterior, el protagonizado por el otro héroe local, Jairo Díaz, que debutaba como boxeador tras una reputada carrera en las artes marciales, y el eslovaco afincado en Belfast Edar Kemsky. Éste comenzó disfrutando como el que más y ganándose al personal con su aparente simpatía y respeto, pero acabó encabronando al respetable y a su oponente por sus malas artes sobre el ring. Y lo cierto es que no las necesitaba porque se mostró capaz de dar réplica al patente mejor boxeo de Jairo, al que, aún así, le faltaron cosas que a buen seguro irá puliendo conforme vaya avanzando. Su victoria a los puntos le permitió, al menos, comenzar con buen pie.

Buena sensación dejó Mohamed Zouaki, que fue llevándose la pelea a su terreno a partir de la segunda mitad del segundo asalto. Terminó mucho más entero que su oponente, que en el arranque aprovechó bien las puertas abiertas que dejaba el pupilo de Cristian Torre cuando lanzaba con todo su derecha. Como en su debut del mes pasado, su victoria fue por decisión dividida pero difícilmente cuestionable.

Decepcionante fue el combate del semipesado a ocho asaltos entre el sueco Óscar Ahlin y el argentino Vicente Martín Rodríguez. Se esperaba mucho del primero (20 KOs en 23 combates) pero se mostró demasiado tímido y poco decidido. De hecho, no reaccionó mínimamente hasta que, a partir del quinto acto, su oponente, viendo que no pasaba gran cosa en el combate, comenzó a lanzar algunas manos. Con todo, la victoria fue para el europeo.

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