20.04.2024 |
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Boxeo sin apreturas

La velada, con espacio para moverse sin problemas, se vivió con menos pasión de la habitual en el Vicente Trueba | Hubo dos ko y ‘Maravilla’ demostró que mantiene el sentido del espectáculo

‘Maravilla’ Martínez, castigando en la esquina a Fandiño. / Hardy
‘Maravilla’ Martínez, castigando en la esquina a Fandiño. / Hardy
Boxeo sin apreturas

Habían anunciado lluvia, pero no llovió. Quien se acostó el jueves mirando la previsión temió tenerse que llevar a El Malecón el chubasquero, pero cuando se levantó había cambiado todo. La velada de boxeo más extraña de todas se disputó bajo una agradable temperatura y con un ambiente bastante más frío que el que se vive en el Vicente Trueba. Lo normal. Lo esperado. El boxeo de la nueva normalidad es quizá un poco menos apasionado. Al menos, al otro lado de las 16 cuerdas.

Sólo había mil personas en un recinto donde podrían haber entrado ocho mil. Sólo se ocupó uno de los campos y entre los privilegiados hubo muchos de Cantabria, pero también otros muchos de Madrid para ver a Rubén Rodríguez, Ricardo Martínez y Pablo Mendoza, al menos otros tantos de Alicante con indumentaria incluso exclusiva de la velada para animar a Kiko, otros que se hicieron notar que llegaron de Llanes para animar a Adrián Martínez, que se llevó un buen rapapolvo en forma de KO, y también había vascos que habían sacado su entrada para disfrutar de Jon Fernández, que fue baja de última hora, y que no quisieron desaprovechar la inversión.

Si no permitieron la entrada de más público fue, sobre todo, por evitar aglomeraciones en las inmediaciones del estadio.Y no las hubo. Dio gusto. Fue como si todos los presentes hubieran comprado entrada VIP. Había espacio para moverse de aquí para allá, se podía salir a adquirir bebida y comida fuera sin colas y corría sin problema el poco aire que se presentó al estadio. Todos llevaban su mascarilla, incluso entrenadores, árbitros, jueces y demás. Incluso los boxeadores tenían que salir con ella.

Que hubiera más espacio que personas y que, además, los combates apenas se vivieran con la pasión de otras veces en las que todos se sienten más juntos hizo que se oyera cualquier gracieta. Hubo quien aprovechó para tener una audiencia que seguramente no tenga ni en su casa. El tema es que hubo algunos que se pensaban que estaban en un partido de la Gimnástica sin respetar a los que estaban sobre el ring boxeando. Pocas cosas hay peor en el deporte que los aficionados oportunistas que no saben lo que están viendo. Ayer hubo incluso uno que se puso a gritar contra el uso de las mascarillas llamando cobardes a los que la llevaban. Cuando acabó, él se puso la suya.

La gran novedad que tuvo la velada fue una gran pantalla que se agradeció para ver repeticiones o el mismo combate para quien estaba lejos. No estaba a la vista de todos, pero sí para al menos la mitad de los presentes. Otra cosa nueva que trajo la nueva normalidad en el boxeo fueron las labores de desinfección del ring que se llevaban a cabo entre combate y combate. Eso hizo que todo fuera un poco más lento, pero tampoco hubo mucha prisa porque el objetivo era que el combate de ‘Maravilla’ fuera lo más tarde posible para que pudiera ser mejor seguido en el continente americano.

al hospital. La velada la abrió Rubén Rodríguez, quien debía haber sido el rival de Jon Fernández. No estuvo a su altura ante un Joel Sánchez que le puso en más problemas de los previstos a pesar de haber tenido apenas un par de días para mentalizarse que tenía que pelear. Cuando comenzó su combate no lo sabía ni su entrenador, pero Rubén ya estaba mal del estómago. Sentía ardores y había comenzado a evacuar. Aguantó como pudo para ganar a los puntos de manera unánime pero cuando llegó al vestuario ya se soltó. Se fue por arriba y por abajo, contaba su madre poco después. La que debió montar en el vestuario fue gorda hasta desalojar a todos los que había allí, entre los que estaba el propio Fandiño, que iba a cerrar la noche junto a ‘Maravilla’. Tan vacío quedó que incluso acabó en el hospital.

El segundo combate fue de lo más vistoso de la noche, una gran guerra entre un Ángel Moreno sorprendido y un joven Ricardo Martínez que no se amilanó y que envió un claro mensaje en los primeros asaltos de que la cosa iba a ir para largo. La pelea fue un continuo intercambio de metralla a una cortísima distancia que ganó el veterano de manera unánime pero sufrida. La entrega de ambos y la sucesión de buenas manos hizo que fuera uno de los combates en los que más metido estuvo metido el personal. A éste se sumó, además, el primer KO de la noche, que fue de Pedro ‘La pantera negra’ Gómez, que se ganó al personal por su buen hacer ante el asturiano Adrián Martínez, que se vio superado y que en su segunda caída mostró tales síntomas de debilidad que el colegiado paró la partida.

La noche se enfrió un tanto con el combate entre el mexicano ‘Monito’ Cazares y el filipino afincado en Noruega Torre. Fue ya una pelea para verdaderos aficionados y entendidos en la materia, que se dedicaron a seguirlo prácticamente en silencio sin que nadie arengara los buenos golpes de cada uno de ellos. Fue un gran momento para que se oyera a los que querían dar la nota. Esa pelea se paró a los pocos segundos de comenzar porque se dieron cuenta de que no estaba el médico de la velada presente, ya que estaba suturando al perdedor del anterior combate.

El doctor tuvo trabajo porque el siguiente episodio prácticamente lo paró él. Kiko Martínez salió como un titán, a comerse a su oponente y mostrando la ambición de un juvenil. Ni dejó respirar a su rival, al que ya cortó en el primer asalto. Siguió trabajando de lo lindo en el segundo y la brecha era ya tan grande en el párpado izquierdo que en la esquina de su oponente decidieron que no saliera a pelear el tercero. Fue una pequeña decepción porque apenas hubo tiempo de ver al alicantino ni tampoco de disfrutar de una victoria que pusiera a todos en pie, ya que fue fruto de una labor de desgaste intensa y rápida con, además, un cabezazo de por medio que el tercer hombre sobre el ring interpretó que no tenía que ver con la brecha que lo paró todo.

Después de Kiko llegó ‘El Niño’ y aquello ya se animó. ‘A duras penas’, que ya se había marcado un par de temas en directo antes del combate del alicantino, tocó también la canción dedicada al ídolo local y con la que éste lleva apareciendo en el ring desde hace tiempo. No hizo falta poner la cinta. En esta ocasión, las autoridades no pudieron salir al ring a salir en la foto previa y posterior al combate. Allí sólo estaban los protagonistas y ni siquiera el speaker pudo pisar la lona en toda la noche. ‘El Niño’ no logró poner en pie a El Malecón pero fue despedido con un pasillo humano que constantemente le pedía fotos, que no dejan de ser los autógrafos del siglo XXI. 

La traca final la puso ‘Maravilla’. Estaba por ver si había perdido o no su boxeo, pero lo que sigue teniendo es el sentido del espectáculo aprendido en la cuna de las grandes veladas. Él sabe cómo manejarse en las presentaciones y levantó una expectación que ni siquiera había tenido Sergio García. Se gustó, mostró esa constante sonrisa que le caracteriza y de fondo sonó Iron Maiden. Ya estaba todo listo. ¿Qué más se podía querer? Entre los presentes había un sentimiento generalizado que quería que ganara él pero también se oyó algún ánimo suelto para Fandiño. Eso estaba bien, pero poco tenía que hacer el asturiano.

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