19.04.2024 |
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Ajenos a la polémica

Pedreña se clasificó matemáticamente para el playoff, Astillero dio un gran salto en su pelea por la salvación y Camargo firmó un regatón | Todo ello, en una tarde de alta tensión en la que no se vieron salpicados los cántabros

San Juan y Arkote muestran su enfado tras haber tocado palas a falta de apenas cincuenta metros para el final.
San Juan y Arkote muestran su enfado tras haber tocado palas a falta de apenas cincuenta metros para el final.
Ajenos a la polémica

Hay veces en las que no queda más remedio que remangarse y pelear, pero hay otras en las que es mejor mantenerse al margen. Es lo que pensó Pedreña cuando, en pleno último largo, intuyó que se iba a montar una buena en los metros finales de la regata. Aquello olía a pelea, a roces y a tensión. Se mascaba la polémica. Obelix se frotaba las manos y Asterix se tomaba la pócima. Iban todos en un pañuelo. San Juan había ciabogado con apenas una trainera de ventaja pero tras ella viajaban al unísono, metidas en un solo segundo, cuatro embarcaciones. Una locura. Estaba todo por decidir y todos querían ir por el mismo sitio. Y todos no cabían. Ahí empezó el jaleo.

La primera bandera blanca la vio Pedreña. Cristian Garma quiso repetir la maniobra del día anterior y enfilar la proa de su trainera hacia la calle uno a pesar de viajar por la cinco. Era la mejor manera de acompañar la trayectoria de la ola para que ésta les llevara al lugar desde donde todo brilla más. Sin embargo, al contrario que el sábado, esta vez no tenía todo el campo de regatas para él. El día anterior había conseguido tal ventaja sobre el resto que pudo hacer prácticamente lo que quiso, pero ayer no. Tras completar la última maniobra, a estribor tenía a Deusto, que era una de las embarcaciones que formaban el pelotón perseguidor de la ‘Erreka’. Y los bilbaínos se hicieron fuertes. No permitieron que la ‘Pedreñera’ se echara a su calle para que tampoco accediera a la autopista y por eso se acercaron demasiado, por lo que tuvo que acudir el juez de mar a mandar al bote cántabro a babor. Y éste, que lo último que necesita a estas alturas es meterse en problemas, obedeció y se alejó. Fue una decisión sabia porque todo lo que vino después fueron rayos y centellas; fuego y destrucción.

La pelea estaba siendo tremenda. Una vez que Pedreña rectificó y proclamó la paz a todo el mundo, fue Deusto quien se echó a estribor. Y por allí se encontró con San Juan, a la que se le hizo larga la regata. Esto quiere decir que a falta de medio largo, había cinco traineras con esperanzas, ambiciones y posibilidades de ganar. Sólo Getaria estaba descartado. Fue entonces cuando el juez de mar mandó rectificar a la trainera bilbaína, pero no lo hizo de manera inmediata. A su vez, Arkote, que viajaba por la calle dos, a estribor de San Juan, también se acercó a éste. De pronto, la trainera rosa se vio metida entre dos embarcaciones, como si ella fuera el chorizo y la ‘Plentziarra’ y la ‘Tomatera’ el pan. No era fácil manejar esa situación.

Tras un cúmulo de advertencias, Deusto vio bandera azul. También la vio San Juan. Aquello estaba a punto de explotar y las balizas de meta estaban cada vez más cerca. La llama recorría la mecha y por fin pegó el gran fogonazo. El toque de palas sonó brutal desde tierra. Se dieron Arkote y San Juan para cabreo de todo el mundo. Apenas quedaban un par de paladas para el final y en medio de toda esa marabunta dio la impresión de que era San Juan quien llegaba antes. El problema fue que entró por la calle de Arkote, que era la dos, y aquello olía mal. No había duda de que el toque de palas había sido su culpa aunque los de rosa alegaban que era el juez de mar quien les había mandado a estribor para alejarse previamente de Deusto. Un jaleo total. Tras el intercambio de todo tipo tanto en tierra como en la mar, castigaron con tres segundos tanto a los sanjuandarras como a los bilbaínos.

Quienes mayor partido sacaron de lo sucedido en ese campo de batalla de apenas calle y media fueron quienes se lavaron las manos y avanzaron en silencio por los extremos. Fueron, de hecho, los dos grandes protagonistas del verano, que se comportaron como Suiza en todo conflicto bélico: firmaron el armisticio, no se casaron con nadie y se llevaron para sus arcas los excedentes. San Pedro ganó así la bandera que llevaba tanto tiempo buscando mientras que Pedreña se hizo con un segundo puesto que le permite presumir de una regularidad inmejorable e incluso celebrar su clasificación matemática para el playoff. En la doble cita en Castro  del próximo fin de semana podría ser eliminado los dos días y aún así estaría en Bermeo y Portugalete el tercer fin de semana de septiembre.

Lo cierto es que la tarde de ayer no pudo ser más benévola para el remo cántabro porque todos consiguieron lo que habían ido a buscar. Quizá se marchó con un cierto sabor de boca agridulce Camargo porque completó una regata tan buena que incluso pensó que le iba a servir al menos para asomarse por los tres primeros puestos del día, pero se tuvo que conformar con ser sexto. Esa apretada batalla que hubo en la tanda de honor no le ayudó nada y, aunque en el ecuador de la regata sólo era, por ejemplo, un segundo peor que Pedreña, en la segunda mitad de la misma se abrieron aún más las distancias porque todos los ‘gallos’ exprimieron al máximo su motor. Nadie se dejó nada. Ni siquiera la mala leche. Ésta se le debe haber agotado a Jose Luis Korta, hoy entrenador de San Juan, porque ni siquiera se hizo notar, ni en el agua ni en tierra, a pesar de la que se montó. La edad calma los ánimos.

Si la ‘Virgen del Carmen’ se fue a casa con la certeza de haber firmado una gran regata, Astillero lo hizo con el regalo de las matemáticas. La ‘San José’ fue octava y Donostiarra B, su gran y, a estas alturas, único rival por la salvación, fue último. Les separaron la friolera de 23 segundos y, lo que es más importante, también cuatro puntos, por lo que la trainera azul comenzará el último fin de semana de competición con un margen de cinco. Sólo con que a los hombres de Javi Pérez les salga un buen sábado, podrían tener su objetivo hecho.

A Camargo le correspondió competir por la calle uno mientras que Astillero fue por la tres. A estribor, por la cuatro, se colocó Donostiarra B, por lo que los enemigos íntimos que salieron a pelear por su pura supervivencia en la categoría estaban uno junto al otro, ideal para vigilarse bien. Y quien en seguida se apartó del ángulo de visión del otro fue el bote cántabro. Los astillerenses salieron con intención de dar un golpe encima de la mesa y terminar con la tremenda incertidumbre que hay en esa pelea por la salvación. Y no les fue mal porque llegaron los primeros a la primera maniobra. La historia empezó bien pero faltaba rematarla.

Camargo parecía no estar cómodo porque completó el primer largo con tres segundos de retraso respecto a la ‘San José’. Sin embargo, a partir de ese momento activó el mecanismo, empezó a sonar la música y comenzó el baile. Nadie, absolutamente nadie en toda la tarde, realizó un segundo largo mejor que el de la ‘Virgen del Carmen’. Aprovechando el viento a favor y las bondades de la mar conforme se acercaba al puerto deportivo, la trainera verde izó la vela mayor y comenzó a surcar la mar avanzando siempre por el camino más rápido, que no siempre tiene por qué ser el más corto. Completó ese parcial en 4,59 siendo el único que bajó de los cinco minutos. A eso hubo que sumar una rápida ciaboga que mejoró aún la faena para permitirse iniciar el tercer largo con ventajas de dos dígitos respecto a todos los demás. «Me quiero ir más», gritaba Jonathan Castanedo desde la popa. Y se fue más.

La trainera verde se iba en solitario mientras que a Astillero le tocaba bregar con Zumaia. Era consciente de que Donostiarra B se había quedado perdida, a la deriva y sin saber muy bien por qué no iba más rápido, por lo que el siguiente paso era aprovechar la tarde y meter más puntos al gran rival. No se podía fiar de Orio B porque venía de escribir el día anterior un último largo para el recuerdo, por lo que siguió remando como si le fuera la vida en ello. Se metió la trainera azul en la calle de los oriotarras porque había espacio para ello, por lo que ambos se situaron en fila india. Aquello era una buena señal. A partir de ahí, sólo quedaba mantener a la ‘Telme Deun’ bajo control. Y los patroneados por Iván Gómez lo consiguieron. Terminaron la tanda en segundo lugar y eso, de partida, ya sirvió para conseguir un gran botín y sacar unos buenos puntos  a su gran rival. Poco más se podía pedir. Quizá haber superado a alguna embarcación de la tanda de honor, pero eso ya era mucho pedir. Más aún, después de la batalla que tuvo lugar. Cuando uno está metido en una así, siempre da lo mejor de sí aunque pueda acabar tirado en cualquier parte.

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