En el conflicto ucraniano, que ha evolucionado hacia una guerra de trincheras con frentes estáticos desde hace más de un año, las operaciones estratégicas han migrado hacia las retaguardias. Ucrania, desde el inicio del conflicto, ha implementado una estrategia multifacética que incluye ataques tanto en el frente como en los territorios ocupados, llegando incluso al mismo territorio de la Federación Rusa. Para llevar a cabo esta estrategia, ha establecido una compleja y bien organizada red de partisanos que han llevado a cabo sabotajes sistemáticos en las infraestructuras rusas, logrando éxitos notables como el ataque al puente de Kerch, que conecta Crimea con Rusia, y los ataques a depósitos de combustible rusos.

No obstante, Ucrania no es la única protagonista en la guerra tras las líneas enemigas. Según informes, el presidente ruso Vladimir Putin ha activado una red de espías durmientes en Ucrania en los últimos dos meses, con el objetivo de desestabilizar la sociedad ucraniana. La contraofensiva ucraniana ha generado dudas sobre la capacidad real de Kiev para derrotar a Moscú, y el Kremlin parece haber cambiado su enfoque hacia tácticas más encubiertas.

Oleksiy Danilov, jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania, ha revelado en una entrevista con The Times que el Kremlin ha ordenado a sus agentes inactivos infiltrados en la administración ucraniana, incluido el SBU (servicios de seguridad), desestabilizar la unidad en Ucrania. Danilov señaló que Putin y sus agentes han reconocido que no pueden derrotar a Ucrania militarmente, por lo que buscan minarla desde dentro.

Las acciones de la red de espías rusos, según Danilov, son responsables de las recientes tensiones entre el presidente Zelenski y el comandante en jefe, general Valery Zaluzhny. Además, advierte que esta red busca promover un sentimiento antigubernamental entre los ucranianos, afectando las relaciones familiares de los soldados y organizando manifestaciones contra la guerra.

En última instancia, el objetivo de esta red de infiltrados rusos sería crear una masa crítica lo suficientemente fuerte en Ucrania como para forzar al gobierno a poner fin a la guerra y aceptar una paz impuesta por Moscú. Danilov también señala al SBU como un punto vulnerable, lamentando que las estructuras de seguridad ucranianas no hayan logrado limpiar por completo las influencias del antiguo KGB tras la independencia en 1991.