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El Diario de Cantabria

EEUU ELECCIONES

Los republicanos piden el voto "contra el enemigo invisible"

El discurso de la Primera Dama en el Jardín de las Rosas, el discurso de Pompeo y la ceremonia de naturalización plantean la cuestión de la separación de la política y los asuntos oficiales

 

La primera dama de Estados Unidos, Melania Trump.  / EFE
La primera dama de Estados Unidos, Melania Trump. / EFE
Los republicanos piden el voto "contra el enemigo invisible"
La primera dama de EE.UU., Melania Trump, reconoció este martes que la pandemia ha cambiado "drásticamente" las vidas de los estadounidenses y dijo que hay partes de la historia del país de las que no está orgullosa, en un contraste con el mensaje triunfalista de otras figuras del partido.

En su discurso más político hasta la fecha, pronunciado ante la Convención Nacional Republicana que se desarrolla de forma virtual, Melania Trump perfiló a su esposo Donald como alguien "auténtico" porque los estadounidenses "siempre saben lo que está pensando, les guste o no".

"Él es lo que más le conviene a nuestro país (...). Nos sentiríamos honrados si podemos servir a este país increíble durante cuatro años más", dijo la primera dama, que habló en directo desde la recién renovada Rosaleda de la Casa Blanca, con el presidente entre el público.

El discurso de Melania Trump contrastó con la tendencia de su marido a minimizar el impacto de la crisis, y también con los mensajes que expresaron durante la misma jornada de la convención figuras como el asesor económico de Trump, Larry Kudlow, quien habló de la pandemia del coronavirus como si fuera un problema ya superado.

"Desde marzo, nuestras vidas han cambiado drásticamente. El enemigo invisible, COVID-19, inundó nuestro hermoso país y nos impactó a todos", subrayó la primera dama.

"Sé que mucha gente está ansiosa. Quiero que sepan que no están solos. Donald no descansará hasta que haya hecho todo lo posible para ayudar a todos los afectados por esta terrible pandemia", agregó, y opinó que solo se podrá "restaurar la promesa del futuro" mediante "la amabilidad, la compasión y la fuerza".

Melania Trump, que ha mantenido un perfil público bajo en comparación con otras primeras damas, ha evitado repetir los polémicos mensajes de su marido durante la pandemia y en julio instó a los estadounidenses a llevar mascarilla, mientras el presidente insistía en que su uso debía ser "voluntario".

Su discurso también contrastó con otros pronunciados durante la convención en lo relativo al examen de conciencia que vive el país respecto al racismo y la violencia policial, un tema sobre el que la primera dama aseguró haber "reflexionado" durante la ola de protestas desatada por el homicidio del afroamericano George Floyd.

"Es una dura realidad el hecho de que no estamos orgullosos de algunas partes de nuestra historia", afirmó.

Ese mensaje no pudo ser más distinto que el expresado minutos antes por su hijastro, Eric Trump, quien acusó a los demócratas de querer "borrar la historia y olvidar el pasado, destruir los monumentos de los antepasados".

Uno de los objetivos claros del discurso de Melania Trump fue el de ayudar a su marido a retener el voto de las mujeres blancas de los suburbios que, según los sondeos, se están replanteando su apoyo al presidente.

"Tenemos que asegurarnos de que a las mujeres se les escucha y que el sueño americano sigue floreciendo", aseguró la primera dama al recordar que este mes se cumplió un siglo del derecho al voto para las mujeres en Estados Unidos.

También se dirigió a las madres del país para decirles que son "guerreras", y que Donald Trump "no dejará de luchar por ellas".

La exmodelo eslovena, de 50 años, recordó que ella misma logró su "sueño americano" al mudarse a Estados Unidos cuando tenía 26, y agregó: "Como inmigrante y como mujer muy independiente, entiendo el privilegio que supone vivir aquí".

Al contrario que la gran mayoría de los oradores de la convención, la primera dama no criticó a los rivales de Trump en el Partido Demócrata, al opinar que "ese tipo de discurso solo sirve para dividir aún más al país", a pesar de que su marido dedica buena parte de su tiempo a ello.

Tras el discurso, el presidente Trump subió al podio, dio dos besos en la mejilla a su esposa y se despidió con ella de la multitud que los aplaudía. 

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