Los recientes y apresurados acuerdos de defensa entre Estados Unidos y Europa han surgido como respuesta directa a la invasión rusa a Ucrania, iniciada en febrero de 2022, que ha sembrado el miedo y la inquietud en el continente europeo. En los últimos meses, especialmente en los países del norte de Europa, ha habido un rápido movimiento para refugiarse bajo el paraguas de seguridad de Washington, manifestándose en una serie de acuerdos destinados a fortalecer la colaboración y la preparación militar ante la posibilidad de una guerra rusa que se extienda por el continente.

Una de las decisiones históricas que ilustra este cambio de dinámica fue la aprobación por parte del Consejo de Ministros de Defensa de la UE de la participación de Estados Unidos, Canadá y Noruega en proyectos de la Cooperación Estructurada Permanente (Pesco) a principios de este año. Esta medida representa la primera vez que la UE permite la participación de países no miembros en colaboraciones militares específicas. La atención se centra en la movilidad militar, resaltando la importancia de mejorar las infraestructuras de transporte para facilitar el movimiento del material militar a través de Europa. Este enfoque coopera con la OTAN y busca fortalecer las capacidades defensivas y la coordinación entre los ejércitos europeos y sus aliados transatlánticos en un contexto de creciente tensión global.

Otro aspecto clave de estos acuerdos se enfoca en la adaptación de las infraestructuras de transporte en Europa para el movimiento eficiente de material militar. Desde el fin de la Guerra Fría, muchas de estas infraestructuras se han construido con propósitos civiles, sin tener en cuenta las necesidades militares. El cambio de enfoque busca asegurar que carreteras y ferrocarriles puedan soportar y facilitar el desplazamiento de equipos militares pesados, una medida vital para la logística y la capacidad de respuesta rápida en situaciones de crisis.

En diciembre de 2023, Estados Unidos firmó acuerdos de defensa con seis países nórdicos, incluyendo Suecia, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Letonia y Lituania. Estos acuerdos multianuales permiten la rápida implementación de tropas estadounidenses en estos países, facilitando operaciones de entrenamiento y despliegues en situaciones de emergencia. Esta acción representa una respuesta directa a las tensiones crecientes con Rusia, especialmente en territorios más cercanos a estos países del norte de Europa que a los del oeste.

Un acuerdo de defensa particularmente notable es el reciente pacto entre Estados Unidos y Finlandia, dada la larga frontera de Finlandia con Rusia y las crecientes tensiones en la región. Este acuerdo responde a la estrategia de Moscú de desestabilizar la frontera ruso-finlandesa y la resurrección del Distrito Militar de Leningrado por parte de Rusia. Permite una mayor presencia militar estadounidense en Finlandia, fortaleciendo así la seguridad y disuasión en la frontera más extensa de la OTAN con Rusia.

Otro ejemplo destacado es el acuerdo entre Alemania y Lituania, que establece la estación permanente de 5,000 tropas alemanas en Lituania. Esto refleja una intensificación significativa de la cooperación militar y defensiva en el Báltico, una región clave en el contexto de la seguridad europea frente a Moscú. La presencia permanente de tropas alemanas envía un mensaje claro de compromiso y solidaridad dentro de la OTAN.

Los países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, también actualizaron sus acuerdos de defensa con Estados Unidos para reflejar los nuevos planes de despliegue militar de la OTAN. Estos acuerdos mejorados abordan la presencia militar estadounidense en la región, la cooperación en defensa cibernética y la defensa conjunta del Báltico. En conjunto, estos acuerdos refuerzan la capacidad de respuesta y la seguridad en una zona de importancia estratégica particular en medio de las crecientes tensiones con Rusia.