En un movimiento estratégico, Israel ha anunciado la retirada completa de todas sus tropas terrestres del sur de la Franja de Gaza, dejando solo una brigada en el enclave. Esta medida, que implica la consolidación de una brigada en el territorio para asegurar un corredor entre el sur de Israel y la costa gazatí, ha generado discusión y preocupación en el Ejecutivo israelí.

El líder del Partido Derecha Unida, Gideon Saar, expresó su preocupación, señalando que "la continua disminución en el tamaño de las fuerzas y la intensidad de la presión militar en los últimos meses, nos ha mantenido lejos de lograr los objetivos de la guerra". Esta opinión ha resaltado las tensiones dentro del gobierno.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han explicado que esta decisión se basa en el "agotamiento de todas las operaciones de inteligencia y combate en la región", negando que esté relacionada con presiones externas, como se ha especulado. Según Haaretz, las informaciones oficiales apuntan a una estrategia militar y no a influencias externas.

La llamada entre el primer ministro israelí y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tras el asesinato de siete cooperantes humanitarios en Gaza por un bombardeo israelí, ha alimentado especulaciones sobre la influencia externa en las decisiones de Israel. Sin embargo, el Ejército israelí insiste en que la retirada se basa únicamente en criterios militares.

Un oficial del Ejército, en declaraciones a Haaretz, destacó que la misión principal de desmantelar la Brigada de Jan Yunis de Hamás fue cumplida, aunque reconocieron el fracaso en la misión de devolver a los rehenes. Este fracaso influyó en la percepción de la necesidad de continuar las operaciones en el sur de la Franja.

En el futuro, las FDI planean desplegar tres divisiones en la frontera de Gaza y estacionar fuerzas en localidades israelíes fronterizas con el enclave palestino, manteniendo así la capacidad de operar en la Franja según sea necesario.