En una escalada de tensiones en Oriente Medio, la milicia chií libanesa, Hezbolá, ha llevado a cabo un ataque con 62 cohetes contra una base militar en el norte de Israel en cumplimiento de su amenaza de venganza por el asesinato de Salah Al Arouri, número dos de Hamás. La acción se materializó en un ataque aéreo a la base de control aéreo de Merón, ubicada en la cima de la "más alta de la Palestina ocupada", según afirmaciones del grupo libanés.

En un comunicado, Hezbolá indicó que esta acción constituye parte de su "respuesta inicial al crimen del asesinato del gran líder, el jeque Salah Al Arouri". Las instalaciones atacadas, según la milicia, desempeñan un papel crucial en la "administración, vigilancia y control aéreo" en el norte de Israel, y no poseen alternativas significativas, excepto otro centro similar en el sur del país.

La frontera entre Israel y Líbano, tradicional escenario de escaramuzas entre las fuerzas israelíes y Hezbolá, ha sido testigo de una creciente hostilidad desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás el pasado 7 de octubre. Este conflicto se desató tras un asalto del grupo islamista palestino que resultó en la pérdida de 1,140 vidas en territorio israelí.

La muerte de Salah Al Arouri el martes pasado en un bastión de Hezbolá en el sur de Beirut ha elevado la preocupación por una posible escalada de tensiones en la región. Cabe destacar que Israel no ha asumido responsabilidad alguna por el ataque que resultó en la muerte del líder de Hamás, siendo este el primer incidente de esta índole en la capital libanesa desde el inicio del conflicto en Gaza.

El Ejército israelí reportó la detección de aproximadamente 40 lanzamientos de cohetes desde territorio libanés el pasado sábado por la mañana. Las sirenas antiaéreas resonaron en localidades del norte de Israel y, posteriormente, en los Altos del Golán, territorio ocupado por Israel.

En un discurso pronunciado el viernes, Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, advirtió a Israel sobre una inminente respuesta por la muerte de Arouri. Las repercusiones de este ataque amenazan con generar un nuevo capítulo de inestabilidad en una región ya convulsa.