Joe Biden ha prometido ante las Naciones Unidas que la retirada de Afganistán es un punto de inflexión en la historia, en el que la "guerra implacable" será sustituida por una "diplomacia implacable", prometiendo un compromiso renovado con la ONU y con las alianzas de su nación.

"En este momento, por primera vez en 20 años, Estados Unidos no está en guerra. Hemos pasado página", dijo Biden en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU como presidente. "Toda la fuerza, la energía, el compromiso, la voluntad y los recursos inigualables de nuestra nación están ahora plena y directamente centrados en lo que tenemos por delante, no en lo que quedó atrás".

En un cambio apresurado del programa, el presidente de China, Xi Jinping, se dirigió a la asamblea unas horas después. Se esperaba que un viceprimer ministro hablara en nombre de China, lo que le daría un espacio muy atrás en el orden de intervención, el viernes por la tarde. La decisión de Xi de hablar a distancia desde Pekín le permitió intervenir el primer día y responder directamente a Biden.

"El éxito de un país no tiene por qué significar el fracaso de otro", dijo el presidente chino en un discurso pregrabado. "El mundo es lo suficientemente grande como para dar cabida al desarrollo común y al progreso de todos los países".

Sin mencionar a EE.UU. por su nombre, advirtió que "la intervención militar desde el exterior y la llamada transformación democrática no conllevan más que daño".

Xi afirmó que China tiene un largo historial de multilateralismo, una afirmación que también fue recibida con escepticismo en la cámara, ya que su agresivo enfoque expansionista en la frontera con India, el Mar de China Meridional y hacia Taiwán, han sido todo menos colaborativos.

Biden respaldó su discurso con la promesa de dar 11.000 millones de dólares al año a los países en desarrollo para apoyar su respuesta a la emergencia climática mundial.

Su tono contrastó con el de su predecesor. Donald Trump no ocultó su desconfianza hacia la ONU. Biden la calificó de "noble institución". Pero los líderes mundiales respondieron con escepticismo a los llamamientos a la paz de Biden, realizados pocos días después de que se revelara que Estados Unidos, Reino Unido y Australia llevaban meses negociando en secreto la construcción de una nueva flota de submarinos de propulsión nuclear.

Biden también se estrenaba como presidente pocas semanas después de la caótica retirada de Afganistán, que los Estados miembros de la ONU consideran precipitada por razones políticas internas, sin tener en cuenta a los afganos que quedaron atrás para enfrentarse a los talibanes.

En su discurso, Biden trató de situar la retirada en una perspectiva histórica más amplia y positiva.

"Hemos puesto fin a 20 años de conflicto en Afganistán, y al cerrar este periodo de guerra implacable estamos abriendo una nueva era de diplomacia implacable, de utilizar el poder de nuestra ayuda al desarrollo para invertir en nuevas formas de levantar a la gente en todo el mundo, renovando y defendiendo la democracia", dijo.

Biden insistió en que EE.UU. seguirá defendiéndose y defendiendo a sus aliados, incluyendo el montaje de operaciones antiterroristas, pero será mucho más conservador a la hora de recurrir a la fuerza, para evitar volver a caer en luchas más prolongadas como las de Afganistán e Irak, que han llegado a conocerse en la jerga política estadounidense como las "guerras eternas".

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