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El Diario de Cantabria

«La chispa del odio podría llevarnos hoy a una ciudad enfurecida»

El doctor en historia por la Universidad de Cantabria y autor de diversos libros de investigación, divulgación y novela histórica, Sergio Martínez, confiesa que dentro de la condición humana está siempre presente «saltar a la primera» cuando en realidad lo que hay que hacer es «sentarse a hablar», ya que la violencia lo empeora.

El autor de ‘La Ciudad Enfurecida’, Sergio Martínez. / ARCHVO
El autor de ‘La Ciudad Enfurecida’, Sergio Martínez. / ARCHVO
«La chispa del odio podría llevarnos hoy a una ciudad enfurecida»

El santanderino Sergio Martínez se ha colado en las librerías con su nueva novela ‘La ciudad enfurecida’. Una obra de aventuras, emociones y puntos de vista que conseguirán emocionar al lector. Ambientada en la Pamplona del siglo XIII, el autor se centra en siete personajes para contar este relato de la historia en la que «de repente todo se torció por completo, por unas diferencias entre los gobernadores que acaban arrastrando al pueblo detrás», comenta el autor.

A una hora temprana y al tercer tono, el escritor atiende al diario ALERTA y explica las razones que le llevaron a escribir esta obra, las charlas frente a un café que tendría con sus personajes y sobre su próximo proyecto con Carlos V como protagonista. 

PREGUNTA. – ¿Cree que existen ciudades enfurecidas a día de hoy? 

RESPUESTA. – Pues seguramente sí. Yo creo que estamos viendo a diario en los medios de comunicación como muchas veces prenderá la chispa del odio. Como estamos a veces dejándonos llevar por la animadversión entre unos y otros, no viendo todo lo que tenemos en común y todas las posibilidades que tenemos para convivir y dejándonos llevar, muchas veces, por un odio que a veces no sabemos ni siquiera de dónde viene. En el caso de mi novela, de hecho, el título de ‘La Ciudad Enfurecida’ lo que refleja también un poco es que la propia ciudad es protagonista de los hechos.

 P. –  ¿Qué cree que lleva a destruir una ciudad? Es decir, una cosa es quemar un contenedor, pero llegar a destruir una ciudad.

 R. –  En este caso fue un montón de razones, detrás de este odio. Pudieron ser razones de origen étnico, nacional, había personas francesas, navarras... Luego había implicados también de otros reinos externos, como pudieron ser Castilla y Aragón. Y luego también es probable que dentro de los propios Burgos de Pamplona hubiese diferencias. Había tantas razones que esas diferencias que había entre los Burgos terminaron llevando a una situación que explotó cuando se juntaron varios acontecimientos a la vez. 

P. – ¿Cree que seríamos capaces hoy en día de crear una ciudad enfurecida, de llevarla a su destrucción? 

R. – Estamos viendo que a veces no solo ciudades, sino que países enteros se lanzan a ello y al enfrentamiento. Tenemos ejemplos en el siglo XX, en Europa, en América, en muchísimos sitios donde al final la convivencia salta por los aires sin que a veces se sepa muy bien por qué o cuál es el detonante. Yo creo que dentro también de la condición humana está siempre, pues el tener esa semilla dentro en ocasiones de odio o de saltar a la primera, cuando no somos capaces de resolver las diferencias como tendría que ser, que es: hablando.

 P. – Pero, ¿cree que esos actos son la mejor defensa al final?  

R. – No porque evidentemente, dar rienda suelta a la violencia al final no consigue nada. En el caso de Pamplona, lo que consiguió fue que la mitad de la ciudad quedase destruida prácticamente durante cincuenta años, que se tardasen dos siglos en reconstruir toda la convivencia y que Pamplona no fuese una ciudad única hasta siglos después. Trasladándolo a un caso actual, evidentemente, la violencia nunca será un resultado adecuado porque no consigue arreglar nada, como mucho lo empeora. Lo que hay que hacer, al final, es sentarse a hablar y encontrar puentes y fuentes de diálogo. 

P. – Según ha contado, se inspiró en Guilhem Anelier de Tolosa para contar la historia ¿qué es lo que le llamo la atención?

R. – Guilhem Anelier fue un poeta provenzal que fue un personaje fundamental en este hecho porque fue testigo principal y lo narró en un poema y a la vez fue también soldado participando en la guerra de Navarra. Por lo cual es un personaje histórico que para mi fue fundamental porque consigue hilar las dos historias: las de un pueblo y lo que le pasa a las gentes de Pamplona. Y a la vez, de los poderosos, de la reina y de los gobernantes. Para mi es un personaje fundamental. 

P. – ¿Tiene mucha ficción su historia en la novela?

R. – Sí, es un personaje que al principio nos cuenta algo de sí mismo en el propio poema que él escribe: «En todo el mundo no hay guerra tan peligrosa como la de dos vecinos, ni que sea tan insensata». En realidad, lo que sabemos de él es muy poco. Sabemos que viene de Toulouse, sabemos que estuvo en Pamplona y fue ajusticiado unos años después. No se sabe nada de lo que le pasó a él personalmente, nos da cuatro datos de cuando estuvo en Pamplona, nos dice que era zurdo y que participó en alguna batalla, nos da pequeños datos. 

P. – ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención, mientras investigaba para la novela?

R. – Lo que más me ha llamado la atención es de qué manera una situación de convivencia  normal que era lo que tenían los pueblos de Pamplona, de repente se puede torcer por completo, por una serie de rencillas y odios y por unas diferencias personales entre los personajes, como son los gobernadores, acaban arrastrando al pueblo detrás. Entonces me sorprende qué fácil es despertar el odio y despertar la animadversión contra el vecino tuyo, simplemente por cosas nimias, por cosas que se podían dejar pasar, pero en este caso no lo hicieron y lo llevaron a un conflicto armado que fue realmente violento.

P.– ¿Qué opinión tendrían sus personajes si levantaran la cabeza en el la situación actual?

 R. – No se llevarían una sorpresa tan grande porque, aunque el mundo ha cambiado mucho, lo que no ha cambiado al final son los sentimientos humanos. Entonces, los enfrentamientos, las rencillas, el gusto por el poder, la ambición… Esas son cosas que no cambian. Es que vemos que pasan los años y seguimos siempre enfrentados por un tipo de cosas. Y por eso, en cada uno, creo que no se llevarían tantas sorpresas de cómo esta organizado el mundo y a cómo estaba cuando estaban ellos

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