El Instituto de Toxicología halla coincidencia entre el material recogido en los restos tras la exhumación y ropa de cama de una de las personas investigadas por la Policía

Por primera vez en 19 años, la investigación sobre el crimen de la joven viguesa Déborah Fernández cuenta con una prueba que señala directamente al principal sospechoso.

El Instituto de Toxicología de Madrid ha remitido los primeros resultados de los cotejos sobre las fibras halladas debajo de las uñas del cadáver, recogidas tras la exhumación. Los resultados de dicho informe, al que ha tenido acceso este periódico, revelan una coincidencia: los microrrestos textiles de las uñas son compatibles con los de la composición de una colcha que pertenecía a una de las personas investigadas en su momento por la Policía.

Las muestras del cadáver de Déborah se compararon con diez fibras diferentes correspondientes a dos colchas y una manta encontrando semejanzas con unas extraídas de color claro de algodón. Al ser examinadas con microscopio de fluorescencia se obtiene “un comportamiento similar con los distintos filtros empleados”.  

Tras dicho estudio, se concluye que hay coincidencia y, aunque señala que las fibras de color claro de algodón son de amplia distribución en materiales textiles,  solo hay dos de las diez sometidas a cotejo que coinciden.

Estos primeros resultados podrían dar un giro al caso,  ya que la persona a quien pertenecía dicha colcha está identificada y fue interrogada en varias ocasiones a lo largo de la investigación policial, por su vinculación con la víctima. 

El informe fue remitido al Juzgado de Instrucción 2 de Tui, cuya titular podría tomar alguna determinación a la vista de las conclusiones de los cotejos y los indicios recabados por los distintos grupos policiales.

Los forenses examinaron las uñas halladas durante la exhumación para encontrar, además de un posible perfil de ADN, algo que llevará más tiempo, cualquier vestigio de posible resistencia ante su atacante o alguna pista de dónde y con quién estuvo el día de su desaparición.

La colcha analizada pertenecería a una cama, donde pudo haberse llevado a cabo el crimen, siendo compatible este escenario con el mecanismo de muerte reflejado en el último informe forense y que señalaba que Déborah fue asfixiada.

Su asesino le tapó la boca y la nariz al tiempo que  le oprimía el pecho bien al colocarse encima de ella, bien haciendo presión con su rodilla. “Estamos ante una muerte violenta homicida por anoxia anóxica, probablemente por la obstrucción de los orificios y al menos parcial compresión torácico-abdominal”, sostiene el experto Aitor Curiel.

Coincide además el hallazgo con la hipótesis de que el cadáver fue envuelto para su traslado en lo que podría ser una manta, colcha o especie de alfombra, puesto que del cabello de la joven se encontraron múltiples fibras que en su día no pudieron cotejarse con estas prendas de cama, al ser conseguidas en 2019. Sí se cotejaron con otras mantas, también con algodón común, pero no dieron resultados positivos.