30.04.2024 |
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La contracrónica. El único canterano en el once

Tras llegar a tener cinco o seis el curso pasado, ayer sólo Marco Camus fue titular | El santanderino lo intentó constantemente y llevó el juego a su banda | Pablo Torre e Íñigo entraron ovacionados para cambiar el partido

Marco Camus, atacando el campo del Tudelano. / hardy
Marco Camus, atacando el campo del Tudelano. / hardy
La contracrónica. El único canterano en el once

El Racing de Pitma es cada año de una manera. Cuando una cosa no sale bien, no le da una segunda oportunidad. No da continuidad a la que parecía la idea del siglo sólo unos meses atrás, sino que hace una bola con el papel que utilizó para escribir sobre ella y lo echa a la papelera. Es entonces cuanto toca volver a inventar algo nuevo, que suele ser lo de siempre: un montón de fichajes, algunos de los cuales saldrán bien y otros saldrán mal a la espera de que algún año toque la quiniela. Del equipo que meses atrás quería apostar por los mejores valores de su cantera poco quedó ayer cuando se publicó la alineación inicial. En la pizarra sólo se escribió el nombre de un canterano. Mala señal, peor augurio. Lo que sucede es que los equipos no suelen terminar los partidos igual que empiezan y, precisamente, fueron Íñigo y Pablo Torre los que consiguieron, ya en la recta final del encuentro, cambiar la peligrosa dinámica que éste llevaba. El destino y sus travesuras.

Ceballos, Mantilla e Íñigo, habituales titulares el curso pasado, sobre todo en una segunda vuelta con buenos resultados, comenzaron en el banquillo. En la otra punta de España estaba Martín Solar, que jugó menos, y entre interrogantes Pablo Torre, un fijo la campaña pasada que era seria duda ayer por un esguince. El club invirtió en ellos el curso pasado y sacrificó la urgencia de los resultados para que fueran madurando. La lógica indica que este año han de ser mejores que el anterior pero han comenzado por detrás en la cola. Y es posible que quizá sea lo normal para mantener el vestuario con salud. Hay jugadores que aceptaron fichar tras hablar con el entrenador que tienen mucho recorrido y que han venido para jugar y ser importantes. Y no es fácil dejarles sentados de partida. A los técnicos les suele gustar respetar los estatus para que sea el campo el que vaya hablando y haciendo evidentes las situaciones.

En la portería no le tembló el pulso a Fernández Romo porque apostó por Lucas Díaz en lugar del guardameta que huyó de su club de toda la vida harto ya de ser suplente. En el Racing, al menos de partida, también lo va a ser. Todos tienen claro que Pablo Torre habría jugado de inicio si llega a estar al cien por cien pero lo cierto es que ayer fue Marco Camus el único cántabro que estuvo sobre el campo cuando se pitó el inicio del encuentro. Se acabaron los tiempos en los que había cinco o seis. Se fueron demasiado rápido, sin tiempo para madurar una apuesta que siempre ha de ser a largo plazo. Está por ver también que el entorno esté preparado para algo así. El curso pasado dejó algunas dudas al respecto.

Camus sentó a Álvaro Bustos, que no es poca cosa. Era algo que se había intuido en las últimas semanas porque el santanderino venía mostrado un buen estado de forma. Había dado pistas de que había vuelto a ser el mismo tras lo sucedido el curso pasado, cuando todo se tornó en pesadilla para él. Se hizo con la banda izquierda logrando llevar hacia allí buena parte del juego ofensivo que era capaz de trenzar su equipo, que tampoco fue excesivo en una primera hora de partido cargada de limitaciones de medio campo para arriba. El Racing apostó por correr mucho y ahí siempre tienen mucho que decir Marco Camus.

El cántabro era consciente de que debía aprovechar la oportunidad porque al menor signo de debilidad tenía en el banquillo a una figura importante en la categoría esperando a ocupar su sitio. Por eso lo primero que hizo fue dar al técnico lo que buscaba, que era verticalidad. Recibió el balón en campo contrario a los nueve minutos de contienda y se fue a por el área como si allí estuviera el pan de su familia. A los rivales les costó cogerle. No pudieron. Se echaron tres a por él y sólo le pudieron detener en falta.

La hizo Fernando Delgado, uno de los pocos futbolistas reconocibles del Tudelano, un viejo rockero, calvo, lateral derecho y con brazalete. Esto último no intimidó al árbitro, que le mostró cartulina amarilla. Marco Camus, por lo tanto, ya sumaba. Confió el único canterano sobre el terreno de juego en que esto pudiera condicionar al capitán del equipo navarro, pero nada de eso. Es un tipo veterano que sabe jugar con ese lastre. Y no tardó en demostrarlo, ya que, en el segundo balón en condiciones que cazó el extremo santanderino, de nuevo encaró. Esta vez, avanzó más pegado a la banda, su hábitat natural, pero no pudo con su el pelado defensor visitante, que se llevó bien y con oficio la pelota.

Marco Camus fue protagonista durante buena parte del encuentro sin hacer demasiadas cosas mal. No dio la impresión de entenderse demasiado bien con Isma López, que se ofrece siempre aunque sin terminar de estar del todo preciso con el balón en los pies. Sin embargo, mejor aún podría haber ido la historia particular del único canterano en el once si hubiera sumado ya una asistencia a los dos minutos. Y a punto estuvo de conseguirlo al dar continuidad a una buena jugada colectiva cediendo de primeras a Manu Justo, cuyo remate, en el corazón del área, acabó en el palo.

No miró tanto a los compañeros Camus cuando, en el arranque del segundo tiempo, se hizo con un balón en el costado izquierdo del área rival, lo que ya le otorgaba opciones de rematar a portería con su pierna buena. Y es lo que se le metió en la cabeza nada más controlar el esférico. Buscó el hueco una y otra vez pero no lo encontró. Su remate chocó en un defensor y el canterano se llevó la reprimenda de Manu Justo, el mismo a quien había estado a punto de poner un gol en bandeja una hora antes.

Fue después de esa jugada cuando salieron a calentar otros canteranos como Íñigo y Pablo Torre, que fueron recibidos con aplausos. Y más aún recibieron cuando, a la hora de juego, fueron reclamados por su entrenador para intentar sacar a su equipo del agujero en el que se había metido. El tobillo del de Soto de la Marina no parecía tener rastro de ese esguince que, en condiciones normales, le debía haber dejado un par de semanas en el dique seco y que provocó su suplencia. Eso estaba bien porque el partido pedía su nombre a gritos. Junto a ellos, también salió del banquillo Bustos, el futbolista llamado a sentar a un Marco Camus que en todo momento dejó bien claro que había vuelto a ser él mismo. Eso quiere decir que las cosas le podrán salir bien o mal, pero que no lo va a dejar de intentar.

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