23.04.2024 |
El tiempo

Un aviso de verdad

El Racing comenzó la temporada con un decepcionante empate en casa | El mal primer tiempo del equipo verdiblanco se saldó con un gol del Portugalete que igualaría nana en el segundo, cuando los de rozada mejoraron

Nana se eleva por encima de todos para cabecear un balón que convertirá en gol y significará el empate a uno final. / Hardy
Nana se eleva por encima de todos para cabecear un balón que convertirá en gol y significará el empate a uno final. / Hardy
Un aviso de verdad

Ni en Segunda B parece ser capaz el Racing de cambiar su negra tendencia. Hace daño mirar el número de partidos que ha ganado en el último año y medio. Es un salto al abismo en el que es preferible no reparar para no caer en depresión. Es mejor pensar que lo de ayer fue sólo el primer paso y que todo lo que venga tendrá mejor aspecto. Porque sólo se puede mejorar. Es obligatorio renunciar al fundamentalismo que reza por empezar bien, que defiende la importancia de tener una buena carta de presentación porque quien da primero da dos veces o porque quien bien empieza, bien acaba.  O porque la primera impresión es la que queda. Es necesario renegar de todo eso y ponerse al otro lado. Que llamen a un exorcista porque, de partida, los dos primeros puntos ya han volado.

El esperado estreno liguero acabó en empate, en un triste empate que ni siquiera generó rabia porque fue justo. Un punto para cada equipo y si alguien mereció más quizá fue el Portugalete, que comenzó mucho mejor al igual que el Racing terminó mucho mejor, pero esto último tenía truco, ya que para entonces estaban los vizcaínos con un hombre menos. Así, fue lógico y normal que el partido se les hiciera largo, pero ni mucho menos terminaron arrodillados y pidiendo clemencia porque delante no tuvieron ninguna temible apisonadora que les pudiera pasar por encima. No hay que engañarse, fue un Racing decepcionante; un Racing aún de pretemporada.

Y ha sido el Racing el que la ha tenido más larga. La pretemporada de ningún equipo ha tenido más días y semanas y menos aún la del Portugalete, pero el conjunto cántabro dio la sensación de que comenzó la contienda con menos caballos en su motor. El objetivo era empezar en moto y más y mejor que los demás conscientes, como eran, de lo importante que era comenzar bien esta temporada, pero se presentó a jugar un equipo a medio gas, como si tuviera miedo a meter la quinta y se conformara con jugar al ralentí. De hecho, resultó tremendamente decepcionante ver cómo el Portugalete, un recién ascendido, comenzaba la temporada metiendo al Racing en su propia área y sacando cuatro córners en cuatro minutos a pesar de jugar en Santander. ¿Qué pasaba aquí? ¿Quién era quién?

La excusa por los jugadores llegados a última hora no valía porque la grandísima mayoría del once inicial que presentó Rozada había completado las ocho semanas de pretemporada. De los que formaron de partida, sólo Villapalos llegó un mes más tarde mientras que Matic lo hizo sólo hace unos días, pero lo hizo en mejor forma que muchos porque él ya había jugado cuatro partidos oficiales con su exequipo. Por lo tanto, no se entendía que el Racing saliera con semejante timidez, como si él fuera el pequeño y su rival el grande.

El resultado fue que el Racing entregó medio partido. Lo tiró a la basura, lo desperdició y se encomendó a la segunda mitad, cuando ya cambió de cara y al menos dio muestras de querer ganar puntos. Lo malo fue que para entonces ya iba perdiendo. La ambición y el hambre con las que se presentó el conjunto vizcaíno en Los Campos de Sport tuvo su recompensa al cuarto de hora de juego gracias a un despropósito defensivo que se inició con una pérdida de Mantilla. Aquello cogió a sus compañeros descolocados y a Brian Lubanzadio en buena disposición de hacer bueno el pase atrás que le regalaron para batir a un sorprendido Iván Crespo. La temporada no podía haber empezado peor.

Al Racing le tocaba remontar. Y debía hacerlo con un esquema que sólo había utilizado Rozada de manera puntual, en algún medio partido, durante la pretemporada. Se presentó con tres centrales utilizando a Álvaro Bustos y a Iñigo Sainz Maza como carrileros, rol que no habían ejercido en toda la larga pretemporada hasta hace apenas ocho días. En el fondo, fue la solución que encontró a la carencia de extremos que tenía su plantilla por la lesión de Camus y la ausencia de Soko. Había probado con Cejudo en derecha en los últimos partidos de preparación pero el cordobés ya no está para correr junto a la cal. Por eso apostó por sacrificar a los extremos y jugar con carrileros situando al diez por detrás de Jon Ander, que actuó como hombre más adelantado. La fórmula no funcionó. El equipo dio la sensación de no saber muy bien a qué ni cómo quería jugar. Ni se mostró fiable y seguro atrás ni con la claridad de ideas en ataque para sorprender a un Portugalete demasiado a gusto en un escenario al que tan poco acostumbrado está tras pasarse gran parte de su vida en Tercera División.

Queda claro que el Racing quiere jugar a firmar rápidos y verticales ataques, pero ayer le faltó motor para sorprender a un rival que ni mucho menos se presentó en Santander a encerrarse. Lo que le faltaba era fluidez. Ni encontró el mecanismo adecuado ni las asociaciones necesarias. Y le costaba robar, que es un arma necesaria para jugar a lo que parece que pretende. Villapalos, que comenzó como pivote y terminó como central, es todavía la mitad de lo que dicen que puede ser mientras que a Benktib le faltó ayer la frescura y el atrevimiento que sí había enseñado por momentos en pretemporada. El equipo se hizo largo, con una distancia entre líneas brutal que en ocasiones incluso enseñó la preocupante imagen de tener a seis jugadores en su propio campo y a los otros cuatro en el contrario sin ningún punto de conexión.

El elemento diferencial, como amenaza con serlo durante buena parte de la temporada, fue Pablo Torre, que robó, que se asoció y que se atrevió a, por lo menos, dar un punto más de ritmo al encuentro. El Portugalete le tenía cogida la matrícula y quizá por eso le castigaron como a nadie. Recibió de lo lindo y, entre los golpes que recibió, estuvo una cartulina amarilla que en el segundo tiempo se convertiría en roja. Eso lo hizo todo un poco más fácil.

Lo cierto es que el Portugalete no hizo nada más que el gol en ataque, pero lo peor era que, aún así, controló el partido hasta le expulsión incluso sin balón. De este modo, el Racing tampoco aportó la necesaria sensación de peligro que se le presuponía de partida. Estuvo cerca Cejudo de estrenar el marcador a los once minutos al culminar una rápida acción nacida de un robo de Pablo Torre y un posterior buen centro de Benktib, pero al cordobés le cogió el balón de espaldas a pesar de estar solo en el área pequeña. Aquel desajuste del eje sólo se podía resolver con una genialidad, pero no le salió bien. Esa jugada, y un buen cabezazo de Figueras al saque de un córner que pudo haber sido el aviso de cómo iba a llegar el empate, fue el único bagaje ofensivo del Racing en prácticamente todo el partido. Porque es cierto que en el segundo tiempo la imagen fue otra y el conjunto cántabro al menos dio la sensación de querer e incluso de poder, pero faltaba llegar.

Rozada, que tuvo que ver el encuentro desde un box porque arrastraba una sanción desde el curso pasado, acertó con los cambios en el descanso. No quiso esperar. Vio dubitativo a Mantilla, sobre todo tras el error que costó un gol; fuera de sitio a Benktib y sin capacidad de encontrar posición de remate a Jon Ander, de lo que quizá tenía él poca culpa. Por eso dio entrada a Ceballos para que jugara de carrilero derecho enviando a Iñigo al pivote, desde donde se trasladó Villapalos al puesto de central. Arriba, Cejudo se colocó junto a Pablo Torre para empezar a jugar con dos delanteros de verdad, que fueron Cedric y Siverio. Ninguno de los dos marcó pero ambos estuvieron cerca. No consiguió rematar el canario pero estuvo siempre donde  hay que estar. Tiene una tremenda habilidad para rondar el gol pero ayer le faltó concretar.

De hecho, quien acabó marcando fue un centrocampista que, como había reconocido en su presentación oficial, nunca había tenido mucho gol. Fue Nana, el último jugador del Racing en entrar al partido, quien acertó a rematar de cabeza un buen centro de Bustos desde la esquina. Tiene muy claro el conjunto cántabro que este año tiene potencial en su plantilla para sacar máximo provecho de la estrategia y ayer lo hizo para, por lo menos, arañar un punto que no lo hiciera todo demasiado penoso y que no hiciera demasiado evidente la calamidad de los primeros cuarenta y cinco minutos.

Rozada había recuperado la línea de cuatro defensas diez minutos antes del empate y una vez que vio que su rival se quedaba con un hombre menos. Colocó a Andrade para liberar a Bustos de trabajo defensivo pero éste ya no existía porque sólo se jugaba en las inmediaciones del área vizcaína. El lateral brasileño se empezó a convertir en uno de los principales argumentos ofensivos de los suyos pero el equipo seguía sin mecanismos para construir y para sentirse un verdadero equipo con poderío. Su arreón final fue fruto de la necesidad, de ver al contrario con uno menos y de ese poderío aéreo que va a tener toda la temporada gracias a haber construido una plantilla con una enorme envergadura. El centro al área siempre será una buena solución, pero hay que hacer mucho más. Es cierto que esto acaba de empezar, pero también lo es que se va a terminar mucho antes que de costumbre. Es como si ya fuera la segunda vuelta. Y hay que espabilar.

Un aviso de verdad
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