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El Diario de Cantabria

Todavía sin un plan

A punto de llegar a diciembre, el racing aún no sabe qué equipo quiere ser ni cómo pretende alcanzar sus objetivos | En San Lorenzo anunció, como ya hiciera en verano, que le va a costar tener personalidad en los de campos del grupo

Javi Rozada se retira cabizbajo del césped de San Lorenzo. / Hardy
Javi Rozada se retira cabizbajo del césped de San Lorenzo. / Hardy
Todavía sin un plan

El pasado fin de semana se cumplieron tres meses desde que el Racing comenzara los entrenamientos del curso futbolístico 20-21, pero, a sólo treinta días para celebrar la Nochebuena, el equipo que pilota Javi Rozada todavía no sabe qué quiere ser de mayor ni cómo quiere alcanzar sus objetivos. Parecía que iba a ser una cosa, pero da la sensación de que, a la hora de la verdad, ni siquiera ha intentado serlo. En Laredo, donde por vez primera se encontró con la cruda realidad de la categoría y del grupo en el que le va a tocar competir en los próximos meses, se comportó como un equipo pequeño sin grandes aspiraciones y, sobre todo, sin un plan trazado con el que poder llevarse todo el botín. Fue superado por un rival muy inferior en todos los aspectos. Al menos, a priori, ya que los jugadores del conjunto rojillo volvieron a casa con la certeza de que los de la capital se les habían escapado vivos.

El Racing trabajó una cosa en pretemporada, otra nueva en temporada y estrenó una tercera el pasado sábado. Y da la sensación de que esta última no va a tener mucha continuidad porque a la vista está que no funcionó. Apostó por el 4-4-2 con el fin de dar un paso más respecto a las tres primeras jornadas ligueras, en las que había cosechado buenos resultados pero en las que le había faltado fútbol, capacidad para llevar la iniciativa, para dominar el encuentro con balón y para instalarse en campo contrario. El técnico dio un volantazo para conseguir todo eso que andaba buscando para que los suyos no dejaran de crecer y, más que con una evolución, se topó con una involución.

El Racing se encontró en Leioa con la realidad del grupo segundo. Hasta la fecha, había jugado dos partidos en su propio campo y otro más en Lezama, donde se topó con un terreno de juego de grandes dimensiones, con un césped en perfectas condiciones y un rival que quería el balón y que intentaba generar fútbol. No es lo normal. Es una de las dos excepciones que tiene el grupo. La otra es la de Zubieta, que es donde terminará el equipo verdiblanco la intensa próxima semana que se le viene encima. Lo habitual va a ser jugar en campos como San Lorenzo, escenarios donde hay que tener muy claro por qué se quiere apostar. Y dio la impresión el pasado sábado de que el Racing aún está en proceso de buscarse a sí mismo. Y noviembre está a punto de terminar.

El Racing ya había avisado en pretemporada de que le podía costar jugar en esos campos pequeños de Segunda División B en los que, además, juegan equipos correosos, muy físicos, intensos, verticales y, por encima de todo, con las ideas claras. No pasó del empate a cero precisamente contra el Laredo en La Caseta y fue inferior al Lealtad en Les Caleyes. Enseñó carencias sobre esos escenarios que podrían haberle invitado a seguir probándose en esas realidades, pero la pretemporada la cerró con un partido en Mareo ante otro filial y tres partidos consecutivos en Los Campos de Sport, donde se juega a otro deporte que en Gobela, La Florida o San Lorenzo. Las malas sensaciones que dio en aquellas pruebas veraniegas se escondieron bajo la alfombra y salieron a relucir de nuevo el pasado sábado.

Prometía en un principio el Racing una presión alta que se convertiría en su seña de identidad y ésta no se ve por ninguna parte. Lo intentó contra el Portugalete, pero el resultado no fue bueno y la primera línea se retrasó para visitar Lezama, justo ante un equipo que sí se deja presionar porque no envía el balón en largo ante el primer problema que se encuentra. Rozada quería tener a sus hombres arropados y, por encima de todo, que se sintieran seguros y fiables y consiguieran resultados para, a partir de ahí, evolucionar. No estaba mal como punto de partida, pero, por mucho que el resultado final del siguiente encuentro, que fue ante el Alavés B en El Sardinero, fuera amplio (3-0), la imagen tampoco fue demasiado buena. Tampoco hubo presión pero tampoco hubo salida por bajo desde campo propio, algo que también quiso instaurar el equipo.

Lo intentó en la primera jornada pero tampoco salió bien. De hecho, el único gol que ha encajado hasta la fecha el Racing nació de una pérdida en campo propio. A partir de ahí, da la sensación de haber renunciado y todo saque de puerta contra el Bilbao Athletic y el Alavés B era un balón en largo de Iván Crespo. Así libraba la presión alta de los dos filiales, pero lo cierto es que la del Laredo tampoco lo era tanto como para apostar por ese pelotazo de partida. Y fue lo que hizo. Y todo ello, sin conseguir ganar duelos ni segundas jugadas, sin nadie que busque una prolongación que aproveche alguno de los dos delanteros y, en definitiva, sin tener capacidad o sin saber jugar a lo que, al parecer, quiso jugar el Racing en San Lorenzo.

El equipo verdiblanco se entregó. No intentó actuar con personalidad en Laredo. Se presentó allí sin un plan establecido y a dejarse llevar por lo que propusiera el rival. Y, lógicamente, a eso siempre va a jugar mejor el equipo pejino, que le sometió durante buena parte del encuentro. El Racing se encontraba perdido en la batalla que propuso el conjunto local y fue incapaz de jugar a otra cosa sabiéndose netamente inferior en ese fútbol. Y eso que cuenta con jugadores supuestamente físicos para, por lo menos, dar la cara, pero, por ejemplo, su centro del campo estuvo ausente, corriendo mucho pero sin conseguir parar la sangría. Las bandas eran un chollo para los rojillos y encontraban la manera de llegar al área a pesar de que los dos medio centros estuvieron en todo momento incluso demasiado pegados a los centrales. Ha de encontrar el Racing la manera de reconocerse en el espejo en este tipo de campos porque, de lo contrario, se le van a escapar muchos puntos que podría echar de menos en la segunda fase.

Pablo torre. Javi Rozada ha pasado del 3-5-2 al 4-4-2 porque tiene claro que quiere jugar con dos delanteros. Tiene cinco porque interpreta a Cejudo como tal y les quiere tener a todos excepto a Siverio, que quizá podría ser una alternativa a tener en cuenta en campos como San Lorenzo, metidos y en rotación. Y para ello necesita alinear a más de uno. Sin embargo, hasta la fecha tampoco están aportando demasiado porque lo cierto es que les cuesta entrar en juego. Y es normal cuando su equipo se está mostrando tan incapaz de llevar la iniciativa y de manejar con criterio la posesión.

Uno de los grandes problemas que aporta el 4-4-2 es la dificultad para encontrar acomodo a Pablo Torre. Éste se ha mostrado en el arranque de la competición como el jugador más desequilibrante, el que conseguía que pasaran cosas y el que aportaba chispa al ataque racinguista. Lo hizo así cuando fue uno de los dos interiores del 3-5-2 de los primeros encuentros. Sin embargo, en San Lorenzo le tocó arrancar desde la izquierda para dar forma a ese nuevo dibujo sin descabalgarle del once. Aquello pareció forzado y, en el fondo, fue una manera de echarle a los leones.

El canterano es un cuarto del futbolista que es jugando en la media punta. En posición de extremo izquierdo, sería muy discutible que su presencia en el verde fuera incuestionable. De hecho, sería cuestionable que por ahí jugara él en vez de hacerlo Camus o Álvaro Bustos, que se tuvo que trasladar a la derecha en Laredo. Además, se le exige un esfuerzo defensivo al que no tiene capacidad de responder dejando solo ante el peligro a su lateral. No es un futbolista para jugar ahí por mucho que Javi Rozada le invite a hacer autocrítica y a exigirle que le dé lo que le pide. Quizá con su edad y con la necesidad de cuidarle, algo que no ha de chocar con la exigencia, sería conveniente ponerle en un lugar donde esté más cómodo y donde más confianza pueda tener para sacar su fútbol y crecer.

Pablo Torre amenaza con ser el jugador más diferencial de este equipo a pesar de su juventud. Y, dentro de no tener claro qué sistema quiere asentar, tampoco sería descabellado condicionarlo al que más protegido tenga al jugador más talentoso del equipo. Y es que, a éste se suma que Álvaro Cejudo ocupa su mismo puesto y también es el otro futbolista que puede elevar el nivel del≠ juego del colectivo. Ambas figuras, sumado a los extremos que tiene la plantilla, parecen dirigir directamente a un 4-3-2 que, en la práctica, ya lo terminó dibujando el Racing en San Lorenzo con Cejudo por la derecha, Camus por la izquierda, Pablo Torre en el medio y Jon Ander arriba.

En el fondo, y como ya le vino a suceder el curso pasado, al Racing le hace falta generar fútbol para no tener que entrar a las batallas del rival. Y, como entonces, no tiene medio centros capaces de construir o, por lo menos, Rozada no está apostando por ellos. Martín Solar es quien más capacidad tiene para bajar el balón al piso pero se mantiene prácticamente inédito, sólo jugó unos minutos ante el Alavés B, mientras que en Laredo fue el único que se quedó fuera de la convocatoria. En la jornada anterior, había sido Benktib, otro que al menos puede superar líneas aunque sea en circulación. Y es que, hasta la fecha ni siquiera se puede acusar al juego del Racing de ser muy plano porque, directamente, no lo hay. El equipo necesita un plan.

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