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El Diario de Cantabria

Toda ayuda es poca

Iván Crespo, ofreciendo una corona de flores en representación del club. / hardy
Iván Crespo, ofreciendo una corona de flores en representación del club. / hardy
Toda ayuda es poca

La visita al Santuario de Marrón para pedir la protección y la ayuda de la Bien Aparecida, la Patrona de Cantabria, es toda una tradición bien interiorizada en el Racing y en el racinguismo, pero la de ayer no fue como las demás. El maldito coronavirus lo ha cambiado todo y ha hecho que todo acto sea un poco más frío, más distante y hasta menos afectuoso, pero no queda otra que amoldarse. El mismo fútbol lo va a hacer, ya que ha tenido que cambiar el formato de la competición y es bien consciente de que este fin de semana va a dar inicio a una temporada compleja con parones y acelerones, con cuarentenas y contagios que se sumen a las buenas o las malas rachas que cada uno sea capaz de escribir. El nuevo fútbol gusta menos, pero a ver si dura poco.

Esto último, que dure poco, se lo pidieron a la Patrona los integrantes de la expedición verdiblanca que en la mañana de ayer se desplazaron hasta el Santurario de la Bien Aparecida. Pidieron ayuda para conseguir los objetivos deportivos y también salud. Y no lo hicieron por cumplir o por no parecer demasiado ambiciosos ante los ojos de la virginal imagen, sino que esta vez lo dijeron de verdad. La salud es lo primero. Sobre todo, este año. Y es importante también para conseguir el objetivo deportivo porque todo va a ir un poco de la mano.

Hasta Marrón se desplazaron los jugadores, que ayer adelantaron media hora el entrenamiento para cumplir con la visita antes de comer. No viajaron, como suele ser costumbre, en autobús, sino que lo hicieran en coches particulares para, en la medida de lo posible, reducir al máximo el riesgo de contagio. Una vez a las puertas del santuario, se encontraron con miembros del consejo de administración, entre los que estaban los dos máximos accionistas, y los integrantes de la dirección deportiva, que son José María Amorrortu, Pedro Menéndez y Cali Trueba. Allí escucharon a los párrocos, muy racinguistas ellos, realizaron la ofrenda floral y se hicieron las habituales fotografías. No pudo haber beso a la medalla porque besar está prohibido. Sólo se puede con los convivientes. Maldito coronavirus.

Alfredo Pérez, el presidente del club, estaba a esas horas pendiente de si por fin salía publicado en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) la orden que les permitiera repartir otras 5.500 localidades entre sus abonados para el partido del domingo contra el Portugalete. Miraba el móvil cada cierto tiempo para ver si había noticias, pero nada. Todo se va a tener que hacer a contrarreloj. Él dijo que no, pero seguro que entre sus peticiones a la patrona estaba la de que se hiciera realidad lo acordado con el Gobierno hace hoy exactamente una semana. Públicamente, reconoció que este año se habían juntado en el altar de la virgen «los mensajes de petición en la parte deportiva, que es repetitivo porque es el de todos los años», con el de la salud y salvar el tipo.  Sobre el primero, recordó que, «claramente, el objetivo es ascender otra vez a Segunda División» y, ante semejante reto, toda ayuda es poca para conseguirlo. Y lo deseable es que, durante ese camino, y aquí iba la referencia a lo segundo, le acompañe al equipo «la salud». Y que la haya para todos, ya que el máximo dirigente verdiblanco expandió en este punto su petición a toda la sociedad porque, como recordó, «la lucha contra la pandemia es la lucha de todos». «Esperemos que se cumplan», apuntó.

Estuvo el presidente del club hablando con José María Amorrortu sobre este tipo de tradiciones como la de ayer. El técnico vizcaíno ha hecho multitud de veces algo semejante con la virgen de Begoña en Bilbao acompañando a los jugadores del Athletic. «Al final, estas tradiciones hay que respetarlas. Todos necesitamos ese pequeño empuje. Son tradiciones, fórmulas, que unen al equipo al hacer una petición conjunta. Por eso no sólo hay que respetarlas, sino incluso impulsarlas para hacer que se perpetúen más allá», explicó.

Quien se estrenó ayer en Marrón fue Javi Rozada, que reconoció que no conocía la zona. «Es una experiencia muy buena», aseguró. Respecto a la posible ayuda de la Patrona, dijo que «ojalá» les pueda dar la suerte que van a necesitar «en determinados momentos». Con todo, se quedó con ese ambiente racinguista que, aunque limitado por las circunstancias, pudo respirar en todo momento. Hubo algunos abonados veteranos «que sienten esto de corazón» y también se quedó con el sentimiento verdiblanco que transmitieron los párrocos. «Este club tiene esa repercusión que lo hace distinto a todos. En esta comunidad es la excelencia. Vienes aquí y todos te desean lo mejor con los sacerdotes transmitiendo ese racinguismo», apuntó. Por todo ello, siente «una responsabilidad grande» y confía en que, desde este mismo domingo, tanto él como sus jugadores puedan «estar a la altura» para conseguir esos objetivos que ayer sumaron a la lista de peticiones.

Lo habitual tras el acto tradicional en la Bien Aparecida es que directivos, técnicos y jugadores celebren una comida de confraternización, generalmente en Heras, pero ayer hubo que ahorrársela. Otra vez el maldito coronavirus, que parece cebarse con lo mejor. Bueno será que, por lo menos, dentro de un año todo vuelva a ser como siempre y el equipo pida, como en el 2019, la permanencia. Eso será que vuelve a estar en Segunda. Y que la Patrona les escucho ayer. Cualquier ayuda es poca.

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